El Titanic sirio del Atlántico

El trasatlántico italiano  Sirio impacta con el Bajo de Afuera, son las 4 de la tarde, de un caluroso y tranquilo 4 de agosto de 1906

Archivo General de la Región,
Exposición de documentos y fotografías históricos.»El Papel de nuestra historia» Diez años del archivo general de la región de Murcia
En la foto el hundimiento del transatlántico italiano «sirio» frente a cabo de palos 242 muertos
“Cuando el casco del Sirio llegó al bajo de la Hormiga, el impacto fue tremendo. Un ruido inmenso, que pudo oírse en el cercano poblado de pescadores y veraneantes de Cabo de Palos, en Cartagena, España, anunció la tragedia. Las planchas del fondo del Sirio se abrieron como si un cuchillo gigante las cortase. Por las enormes grietas entraban trombas de agua, las planchas de hierro se retorcían destruyendo todo lo que se encontraban a su paso, hasta que el barco quedó frenado en su inercia. El impacto hizo que la mayor parte del pasaje perdiera el equilibrio, cayendo sobre la cubierta. El Sirio se encontraba levantado de proa, sobresaliendo del agua. Continuamente se escuchaban crujidos enormes acompañados de explosiones y chorros de vapor por todas partes. En ese momento comenzó la auténtica tragedia del Sirio: el pánico. Todo el mundo corría gritando y sin saber qué hacer. Nadie organizaba la evacuación. El barco se encontraba bastante escorado hacia estribor, lo que apenas permitía el poder arriar los botes salvavidas. Todo el mundo corría despavorido por la cubierta, hacia la proa, sin dejar ninguna posibilidad de maniobra. La gente seguía cayendo al mar y muriendo ahogada, no tanto por las explosiones sino porque eran precipitados, empujados e incluso asesinados por los mismos pasajeros, que se atropellaban y luchaban por alcanzar los puntos del barco aún sin sumergir. Si alguien hubiera tomado el mando de la situación, se habrían salvado cientos de vidas. Sólo pudieron echar un bote al agua, pero no sirvió de nada: subieron a él más de ciento cincuenta personas, lo que provocó su inmediato hundimiento y el de sus ocupantes.
En ese momento comenzó por la cubierta del Sirio una espeluznante lucha por la supervivencia. Los pasajeros, enloquecidos por el terror, por todos los medios a su alcance trataron de apoderarse de los escasos salvavidas. La mayoría del pasaje no sabía nadar, y caer al mar sin salvavidas suponía la muerte casi inmediata. Entonces se vivieron escenas de gran dramatismo, sólo superadas cuando comenzaron a llegar los primeros barcos en auxilio.»
El Sirio se construyó en 1883 en Glasgow (Escocia) en su día, fue orgullo de la marina mercante Italiana, ese barco surge en clara competencia a los barcos españoles que cubrían la ruta entre América y España.  Partía desde Genova, Barcelona, Cádiz, Islas Canarias, Cabo Verde, Río de Janeiro, Santos y Buenos Aires. Además del pasaje debidamente inscrito, el Sirio recogía pasajeros clandestinos. Por 100 pesetas, de la época, el capitán José Piccone, dejaba subir a bordo a polizones, hombres, mujeres, y niños que hacinaba en su bodega. El Sirio, se hunde frente al faro de las islas hormigas, Cabo de Palos, en Cartagena, España.  Este grupo de islotes se encuentra a dos millas al norte del faro de Cabo de Palos como continuación de la cordillera Bética. Escollos que no sobresalen sobre el nivel del mar, pero que las hacen todavía aún más peligrosas para la navegación. Entre ellos se encuentra el llamado “bajo o seco de Fuera” una gran piedra de unos 200 metros de largo, a sólo 3 metros de profundidad, una autentica trampa mortal para cualquier barco que pase sobre ella.
De hecho, no sólo el Sirio chocó con ese bajo, muchos otros barcos tuvieron un parecido final al encontrase con esa mole de piedra semisumergida en el agua. Contra ese bajo han naufragado otros muchos barcos al Sirio. Como el Nord- Amércia y el Minerva, curiosamente estos tres barcos naufragaron en el mismo lugar, eran vapores y los tres italianos. Hay más de 30 barcos hundidos en las aguas de Cabo de Palos. Barcos ingleses, americanos, griegos, noruegos.
Nunca se sabrá el número de personas que murieron con exactitud, el pasaje clandestino del Sirio era inmenso, más que igualar al pasaje, que si disponía de billete, lo superaba. Las cifras de fallecidos, de personas desaparecidas que se barajaron fue en cuestión a las listas de embarque, pero se sabe que los muertos no oficiales fueron muchos. Como muchos los hijos que perdieron a sus padres, y muchos padres que perdieron a sus hijos. Familias enteras desaparecidas, el barco tardó 16 días en hundirse, si el capitán y su tripulación hubieran puesto orden dentro del vapor, los muertos hubieran sido escasos, tan escasos, como el conocimiento que se tiene de este buque y de su tragedia. Los primeros en abandonar el barco fue el propio capitán y su gente, dejando el barco a su suerte, condenando a muerte  a centenares de personas que no sabían nadar, gente con sueños que sólo pretendían dejar de labrar tierra seca para labrarse un futuro al otro lado del mundo.  Equivocadamente, desafortunadamente, sería la palabra… Al Sirio se le llama el Titanic del Mediterráneo, de forma ignorante, recalco ignorante, porque olvidan, que el Titanic se hundió 6 años después al trasatlántico El Sirio. El Titanic, bien podía llamarse el Sirio del Atlántico. Frente al faro de Cabo de Palos murieron muchas personas, a esas personas nadie las recuerda, y no las recuerdan porque viajaban sin documentación oficial, eran polizones. La tragedia del Sirio, es un hecho histórico acontecido en las playas de Cabo de Palos, historia dramática, bastante desconocida y olvidada durante mucho tiempo, que movilizó a los lugareños de la zona, pescadores que se volcaron en cuerpo y alma en rescatar y ofrecer su auxilio a los supervivientes. Este espontáneo salvamento se tiene por el más importante rescate realizado por los civiles en la historia marítima española. Es lamentable, al igual que triste, que un accidente de tal magnitud, sea tan desconocido por el resto del mundo. En Argentina, Brasil, me consta que en otros países hay bastantes descendientes de aquellos que lograron salvar la vida, valientes, que prosiguieron viaje días más tarde.
Breve fragmento de PLAYA DE PONIENTE, de la escritora cartagenera LOLA GUITIÉRREZ

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