Tiempos turbulentos: Fernando VII, Carlos IV y Bonaparte

-Por Emilio Acosta Ramos

A principios del siglo XIX la monarquía hispánica se verá envuelta en la guerra angloespañola luego que en el cabo Santa María una flota británica atacara a una escuadra española que transportaba mercancías desde América.


España buscará aliarse con Francia para hacerles frente, en 1805 la situación era difícil ya que era complicado para España atravesar el Atlántico, y en 1806 y 1807, Reino Unido intentó tomar el puerto de Buenos Aires.


En octubre de 1807, Napoleón decide invadir a Portugal, aliada de Inglaterra, buscaba bloquear el comercio inglés, pero necesita la ayuda de España para pasar sus tropas por tierra.


Godoy ministro de Carlos IV cooperó debido al bloqueo inglés a Buenos Aires y es firmado el tratado de Fontainebleau, España esperaba asegurar el sur de Portugal para sí mismo y Godoy proclamarse Rey del norte de Portugal.


Señala el historiador Francisco Núñez del Arco que en el tratado es incluido en una cláusula secreta, el plan de soberanía feudal para América que le daba autonomía, pero cuando se iba a llevar a cabo, Napoleón traicionó a sus aliados, una vez en España, las tropas napoleónicas iniciaron la ocupación estratégica del país y el plan se derrumba.


La ocupación de las tropas francesas de varias ciudades de España no es bien vista por el pueblo, y despierta temor en la corte, los consejeros del príncipe de Asturias el futuro Fernando VII, conspiran para derrocar a Carlos IV; son descubiertos los planes en el Escorial, el rey perdona a su hijo que apoya la conspiración y son absueltos el resto.
Ante el nerviosismo de la corte, la familia real se traslada al Palacio de Aranjuez en el sur de Madrid, en caso de necesidad, antes de un posible golpe de los franceses, huir al sur, hacia Sevilla y embarcarse para América.


Pero el 17 de marzo Fernando VII da el motín de Aranjuez aupado por el pueblo y sus consejeros, Carlos IV abdica en su hijo para evitar una masacre, eso sí, luego por influencia de los representantes franceses, le escribe una carta a Napoleón para buscar su apoyo, citando: «que, forzado a renunciar a la Corona, acude a ponerse en los brazos de un gran monarca, aliado suyo».


Napoleón aprovecha la situación e invita a la familia real a dirimir sus diferencias, ofreciendo su apoyo, y abriendo la opción de desocupar España, lo cual suponía evitar la guerra.


Fernando temiendo que Napoleón apoyará a recuperar el trono a su padre y conseguir la retirada francesa de España, acepta. Por otro lado Carlos IV también acepta ir pero llegando días después.


Eso sí, en una carta le indica a Fernando, que podría negociar con Napoleón en los términos que considerara convenientes, con las únicas condiciones de:
«mantener la integridad del reino, no admitir tratados onerosos a mis pueblos, ni consentir en cosa alguna que se oponga a nuestra santa fe católica». (1)


Al parecer cuando llega el rey a Vitoria el 14 de abril existieron algunas dudas sobre si cruzar la frontera a Francia, los tres grandes de España enviados por delante para cumplimentar al emperador (Frías, Medinaceli y Fernán Núñez) le informaron de rumores en Bayona sobre el proyecto de Napoleón de destronar a los Borbones, pero Fernando se arriesga y opta por ir.


Uno de los representantes franceses, Champagny señala en una carta a Napoleón citando, que exclamó Fernando VII: «¿Qué duda cabe que soy prisionero de Napoleón? ¡Pues no me ha de quitar la Corona sino con la vida!». (1). Frase que será utilizada como propaganda posteriormente durante la guerra de independencia.


Una vez estando padre e hijo en Bayona, Napoleón se propuso obtener para sí el trono. Fernando cae en la trampa de Napoleón junto al resto de la familia real y son apresados.
Los consejeros redactarán una carta al dictado de Napoleón, y enviándola a la junta de gobierno que se había creado en ausencia del rey, cita: «Como el rey se halla, por decirlo así, en poder del emperador, y no es posible tomar resolución alguna sin comprometer su propia seguridad, es preciso meditar mucho lo que se debe responder, y aunque hasta ahora nada se ha convenido, me manda S.M. trasladarlo a la Junta con mucha reserva para que se halle enterada de ello y redoble la actividad, a fin de que no se altere en lo más mínimo la tranquilidad pública, pues al menor asomo de insurrección peligraba mucho la seguridad del Rey y la de los mismos Pueblos». (1).


Aquí se ve claramente que Napoleón amenaza de muerte al propio Fernando y con empezar una guerra.


En principio, en un arranque de valentía Fernando se negó a ceder la corona; según el consejero Pedro Cevallos, Fernando VII el 4 de mayo dice a su padre que no se podía aceptar abdicar la corona en Napoleón y: «ni tampoco sin el mismo expreso consentimiento de la Nación española, reunida en Cortes y en lugar seguro». (1).


Pero al poco tiempo abdica en su padre; el 5 de mayo de 1808, ocurren las abdicaciones forzadas en las que son obligados bajo amenaza; Fernando VII abdica a favor de Carlos IV y este renuncia a sus derechos a la corona de España a favor de Napoleón quién cede el trono a su hermano José Bonaparte, el llamado “Pepe Botella”; abdicación es por cierto apócrifa, sin firmas de los reyes Fernando VII y Carlos IV.


Las noticias llegan a España, y el pueblo se levanta el 8 de mayo, comenzando en Móstoles y luego en el resto de la península, el grito de la población era: «¡Viva Fernando VII! ¡Mueran los franceses!»


Tanto a Fernando VII como Carlos IV se les prometieron recibir unas rentas anuales para su manutención, residencia en un Palacio en Valencay al centro de Francia y a Carlos IV en el norte de París, contando con privilegios en su cautiverio.


Sin embargo partir de septiembre de 1808, Napoleón se negó a sufragar los 400.000 francos anuales de rentas prometidas a Fernando VII, lo que hizo que su nivel de vida fuera más austero.


Ese mismo año en la península apareció una proclama escrita por Fernando VII desde su prisión, de nombre en Demostración de la lealtad española, en la que el rey alienta al pueblo español a levantarse en armas en contra de: «un enemigo tan cruel y alevoso, de que no es posible fiar jamás. Las amenazas de muerte de vuestro constante rey, son un testimonio auténtico de la ambición de este monstruo, y de la tiranía que os espera». (2)


A partir de aquí Fernando VII le escribirá una serie de cartas en forma aduladora a Napoleón, buscando los favores del francés y que algunos han utilizado para manchar la imagen del monarca, donde inclusive le pide que sea adoptado en abril de 1810, cita:
«Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S.M. el emperador, nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta opción, que verdaderamente haría la felicidad de mi vida, tanto por mi amor y afecto a la sagrada persona de S.M. como por mi sumisión y entera obediencia a sus intenciones y deseos. Además ansío salir de Valençay, porque esta habitación, que por todos los lados se nos presenta desagradable, por ningún título nos es correspondiente». (3)


Como bien señala, los motivos de adulación a Napoleón son más que obvios, puro interés, Fernando VII se encuentra en una situación desagradable en su destierro, como señala.


Estas cartas serán publicadas por Napoleón en Le Moniteur, para que los españoles se enteren, pero lo que consiguió fue que lo vieran como una víctima empatizando con el.
Un personaje a resaltar es el confesor del rey cautivo, el criollo peruano Blas de Ostolaza, famoso por describir el modo de vida del monarca en el destierro; en 1810 los franceses obligan a Ostolaza a abandonar el país, lo que no sabían los custodios era que llevaba escondido un poder otorgado por el Rey para que defendiese sus derechos al trono tanto en España como en las Indias. Al llegar a España inmediatamente informa a la regencia en Cádiz.


En 1810 las Cortes harán una proclama que cita: «reconocen, proclaman y juran de nuevo por su único y Legítimo Rey al Señor D. Fernando VII de Borbón y declaran nula, de ningún valor ni efecto la cesión de la corona que se dice hecha a favor de Napoleón, no solo por la violencia que intervino en aquellos actos injustos e ilegales, sino principalmente por faltarle el consentimiento de la Nación».


En 1813 los franceses serán derrotados militarmente y firmarán el Tratado de Valencay el 11 de diciembre, Napoleón reconoce a Fernando VII como Rey de España. De esta forma recupera el trono y todos los territorios y propiedades de la Corona. Junto a esto se firmaba la paz con Francia, y se declaraba la neutralidad española y la salida británica del país.


Fernando VII será recibido con fastuosas recepciones populares en España, y grandes aclamaciones en América, fiestas donde el clero y el pueblo participan y es importante resaltar la presentación del Manifiesto de los Persas (texto firmado por 69 diputados españoles y dirigido al rey para reconocerle su legitimidad absolutista), más el respaldo de parte del Ejército y de la élite antiguorregimental, ante la pasividad de unas autoridades constitucionales hacen que Fernando VII se manifieste a favor del absolutismo aboliendo la Constitución de 1812.


A partir de aquí sucederán una serie de conflictos internos entre liberales y conservadores, donde Fernando VII en base a sus intereses personales y con el objetivo de mantener el poder apoyará a un bando u otro en varios lapsos de su reinado, eso sí aplicando represión a los líderes contrarios. Este conflicto también afectará a América y hace que se dividan los mandos de las fuerzas leales a la monarquía hispánica durante las guerras secesionistas.


Cita el historiador Emilio de La Parra: «La imagen de Fernando VII muy deteriorada, incluso peyorativa, ha sido una construcción fundamentalmente posterior a su reinado». «Los españoles tenían una imagen muy positiva de él».
En efecto Fernando VII no tuvo más objetivo que sobrevivir y reinar como fuere. A su regreso a la península fue recibido con delirio y entusiasmo por el pueblo llano, por eso su apodo de “El deseado”.


A partir de 1823, el periodo llamado ‘Década ominosa” Fernando VII podrá en marcha diversas medidas de modernización, como el primer código de comercio del país, se creó poco antes el Museo del Prado, la Bolsa de Madrid, el Ministerio de Fomento y la Policía. También impulsa la explotación minera gracias a la creación de la Ley de Minas.


Algunos lo llaman traidor por no querer negociar con los insurgentes en América, pero lo cierto es que siempre luchó en la guerra por mantener la unidad del reino, teniendo el apoyo de la mayoría de las clases humildes americanas, y hasta su muerte en 1833 nunca reconoció las independencias americanas.

NOTAS


(1) Carta o documento señalado en el libro: «Fernando VII: un rey deseado y detestado» – del historiador Emilio de la Parra.


(2) «Proclama de Fernando VII», en Demostración de la lealtad española (1808). – *Algunos autores señalan sin prueba alguna que lo demuestre que la proclama no es obra de Fernando VII.


(3) Las cartas de Fernando VII publicadas por Napoleón nunca se han puesto en duda de que sean obra de Fernando VII, pero al contrario muchas proclamas publicadas en España cuando el rey se encontraba en prisión, se ponen en duda de que hayan sido escritas por él.

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