El notición

¿Se inventará el pueblo cubano su propia suerte en un escenario post-Castro?

 
Nicolás Aguila
Cualquier día nos despertamos con el notición. Y aunque ya no tenga el mismo impacto y no nos tome tan de sorpresa, habrá fiesta y champán de todos modos. Y por todo lo alto. Porque se va a morir cuando uno menos se lo espere, pero de que se muere se muere, ponle el cuño. Yo creo que se va este mismo año y posiblemente antes de cumplir los 90 el próximo mes de agosto. Optimista que soy a veces.

De nada le servirán los cuidados in extremis del equipo médico permanente que lo acompaña. Ni las brujerías del santero en plan piloto. No valen guayabas verdes. Es ley de vida. Es el inexorable ‘hecho biológico’ que decían cuando la gravedad de Franco, el dictador que creía haberlo dejado todo «atado y bien atado» y, total, no era más que un amarre en falso.
¿Se podrá desatar el lío cubano con la facilidad con que se deshace un nudo de ballestrinque? ¿O requerirá, como el nudo gordiano, de un buen machetazo al centro capaz de desatar las sublimes bajas pasiones y las furias contenidas durante tanto tiempo? Probablemente no ocurra nada, pero quién quita que sí. Por lo pronto lo que hace falta es que se lo lleve la pelona y, más atrás, al compay segundón.
Aunque mirándolo bien, lo ideal sería que primero se fuera el hermano. Sabe Dios la que se armaría. Pero no creo que seamos un país tan dichoso. La salación ha sido nuestra cruz durante estas seis décadas negras.
Claro que la dicha al final es uno mismo quien se la crea. ¿Se inventará el pueblo cubano su propia suerte en un escenario post-Castro? Tal vez, pero solo si se cierra la válvula de escape del ajuste cubano, de nodo que la presión de la caldera explote con un estallido que estremezca a la ciudadanía más allá del Malecón.
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