El estado como abstracción renacentista e ilustrada

-Por Francisco Núñez Del Arco

El Estado moderno, el Estado en sí, nace como abstracción renacentista e ilustrada después, frente a las constituciones políticas concretas de la Antigüedad y la Edad Media, la Civitas, la Respublica, el Imperium y finalmente el Regnum, Unidades Políticas, y no Estados; y digo concretas porque las decisiones se las efectuaban desde la esfera jurídica privada, los concilios, los municipios (cabildos), los senados, los estados y las cortes, eran reuniones de privados: padres de familia, cabezas de clanes, jefes de las castas o estamentos, los superiores de los cultos o de la Iglesia después (el Senado Romano dirigía la religión e iniciaba sus sesiones con sacrificios rituales), representantes concretos de realidades concretas. Los mismos monarcas surgieron de estas reuniones y como representantes máximos de aquellas.

La democracia griega, de la cual sólo participaban los ciudadanos, es decir, la absoluta minoría de la Hélade, se llevaba a cabo en consejos abiertos sin intermediación alguna de instituciones abstractas; quizás Suiza sea un ejemplo reciente de este tipo de Unidad Política en cierto modo: los ciudadanos de los cantones suizos todavía acudían a las plazas en pleno siglo XX a manifestar su voto, con la espada en su cinto como símbolo de su ciudadanía, recordando al Cabildo abierto hispánico. En la Monarquía Hispánica, como parte plena de Occidente y heredera directa de Roma, la realidad no era otra, en América, por ejemplo, los Cabildos eran la Unidad Política real básica que sostenía a todas las demás en forma orgánica, los Cabildos, la reunión de la Urbe (en la Antigüedad esta reunión se realizaba por exclusivos motivos religiosos del culto pagano, de hecho, ese es el nacimiento de la ciudad occidental como la conocemos), fueron pequeñas cortes americanas, parlamentos natos de privados que decidieron compartir una vida común, no otra cosa que la política misma, como señaló Aristóteles.

El Estado surge recientemente en la historia y como imposición teórica, ideal e idealista de la jurisdicción pública sobre la privada, en pocas palabras es una entelequia para usufructo de sus operarios. No se puede, por lo mismo, denominar Estado a ninguna realidad previa a la moderna, donde primaba lo privado por sobre lo seudo público.

Cada vez entiendo más porque Nietzsche llamó a Sócrates el primer griego feo.

Salir de la versión móvil