De ratones y de Hombres

José Gabriel Barrenechea.

Humberto López es algo así como el Ministro de Infamias del castrismo moribundo.

Según él, basado en su limitada experiencia personal, aquel que escribe responde a quien le paga, o publica sus trabajos.

Sin embargo, la Historia de Cuba nos deja múltiples ejemplos de que esto no es tan así. Ahí tenemos a José Antonio Saco, quien vivía en Madrid en gran medida gracias a las ayudas que le remitían sus amigos de La Habana.

Se da el caso de que, a fines de los 1840, esos mismos amigos que lo ayudaban a llegar a fin de mes en su destierro matritense se convirtieron en fervientes anexionistas. Según la manera de pensar de Humberto López lo natural hubiera sido que la pluma de Saco se pusiera, de modo incondicional, a apoyar ideológicamente a sus Mecenas. Mas no ocurrió así, ya que muy por el contrario José Antonio Saco se convirtió en el campeón del antianexionismo cubano, y publicó los contundentes argumentos que, junto a ciertos cambios geopolíticos contemporáneos, detuvieron el avance de esa corriente política a poco de transcurrir la siguiente década.

Ello lo hizo Saco a pesar de que de faltarle esas ayudas la situación suya y la de su familia habría sido muy compleja.

Mucho menos puede dejar de destacarse también el que los amigos anexionistas de Saco no lo abandonaron, a pesar del encontronazo ideológico.

Claro, el asunto es que ni Humberto López le llega a los tobillos de José Antonio Saco, ni los jerarcas castristas han tenido nunca ni la millonésima parte de grandeza que la criticada sacarocracia habanera de 1850.

Nada, que juzga el ladrón a todos de su condición…

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