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Cuba y España están en Guerra todavía

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Técnicamente, Cuba y España siguen en Guerra

 
Incluso antes de la intervención militar yanqui en la isla de Cuba, por bajomano ya se había programado todo un proceso irregular muy a la española, muy a lo personal y privado. Y la España de Madrid: la España profunda de por arriba donde se suelen ubicar los piojos bajo las pelucas, solo quería rendirse ante el Gobierno Yanqui. Y así lo hicieron en la primera oportunidad real que tuvieron, sin miramiento hacia el pueblo y el ejército cubano, que sin tantos generales generalizados para todo, fue el que venció al Madrid de la vieja peluca y el piojo comiendo miel que, en un último esténtor de soberbia cedió algo que no le correspondía ni por asomo como era la soberanía de todo un pueblo, el cubano: la soberanía de Cuba.
El conflicto armado entre el ejército libertador cubano y el ejército de cupos de Madrid, en modo alguno puede definirse como guerra cubano-española-estadounidense, porque, a modo a como acontecen en las rifas cuando te regalan papeletas, lo que aconteció cuando el siglo XIX se iba camino de bajar los últimos años en el calendario, fueron dos asuntos paralelos, ocupando dos páginas distintas de aquella mala libreta histórica referida a Cuba, encuadernada con dos altaneras tapas de un mismo libro: la portada le correspondería a España que intenta seguir escribiendo robándole la tinta a Cuba, y la contraportada de cierre del mismo libro, a la Unión de los Estados del Norte de América, para hacer lo mismo y peor aún que España, pero publicitarlo de puta madre para arriba.
El alzamiento popular contra España: contra la levita de Madrid y buena parte de los “conquistadores” de bragueta españoles, que se produjo de un modo simultáneo en aquel memorable mes de febrero del año de mil ochocientos noventa y cinco, cuando treinta y cinco localidades cubanas se subieron muchos de sus paisanos a los caballos a cabalgar contra Madrid y sus cortesanos, obedientes a lo que, sintetizando, se ha denominado como el grito oriental de Baire, y que, siguiendo los protocolos que tanto les gusta a los hombres guardar y respetar, como son los protocolos guerreros, que tuvo su fin y pauta en el lugar de la ciudad oriental de la isla de Cuba, en Santiago, entre soldados del ejército estadounidense, y el ejército metropolitano o colonial español, derrotado, corriendo el año de mil ochocientos noventa y ocho, es el fin de unas hostilidades entre Usa y España, pero donde no estuvo, a la mayor gloria, llevando palangana alguna Cuba, ni su ejército libertador, verdadero y único vencedor de aquella contienda donde hubieron enemigos pero menos enemigos que en otras guerras y enfrentamientos.
Y por si semejante irregularidad documental de la capitulación firmada en Santiago, pudiera ser después rebatida en los tribunales internacionales, de escaso o nulo poder ejecutivo cuando se trata de países clasificados como pobres y encima pecadores, en el armisticio que se firmó para el doce del mes de agosto en Santiago, se estuvo de acuerdo por ambas partes, española y yanqui, en la dicha irregularidad burocrática, por lo que el acto se vio acompañado por la firma de un protocolo que tendría que conducir a España y a los Estados de la Unión del Norte de América,  a Paris, en donde los dos gobiernos citados, en solitario, olvidando otra vez Cuba, se podrían de acuerdo unilateralmente para firmar un tratado de lo más «sabroso» que ha dado el llamado pomposamente derecho internacional de los pueblos libres.
El tratado de paz firmado entre España y los Estados Unidos de América del Norte, firmado en Paris el día 10 de diciembre de 1898, aprisa y corriendo por aquello de la llegada del nuevo año y la navidad, tuvo el protocolo siguiente en cuanto a los intervinientes en él:
Su Majestad la Reina Regente de España, en nombre de Su Augusto Hijo don Alfonso Xlll, y los Estados Unidos de América, deseando poner término al estado de guerra hoy existente entre ambas naciones, han nombrado con ese objeto por sus Plenipotenciarios, a saber:
Don Eugenio Montero Ríos, Presidente del Senado.
Don Buenaventura de Abarzuza, Senador del Reino.
Don José de Garnica, Magistrado del Tribunal Supremo.
Don Wenceslao Ramirez de Villa-Urrutia, Enviado Extraordinario.
Don Rafael Cerezo, General de División.


Y por el otro bando, El Presidente de los Estados Unidos de América a:

Willian R. Day.
Cushman K.Savis.
Willian P. Frye.
George Gray.
Whitelaw Reid.
Ciudadanos de los Estados Unidos.

Cubanos, ni uno. Y si el levantamiento cubano fue contra España, y se tuvo que hacer por necesidades de guión a modo precioso y preciso de un pueblo a una voz levantado contra la tiranía, siguiendo los protocolos, ya va siendo hora que España le brinde la mesa de rendición a los cubanos. Porque si no, vamos a tener desde este Diario de la Marina ejercitar un acto reivindicativo con tal fin desde la ciudad de Santiago.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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