Cuba: foco de insurrección y no sólo en Iberoamérica

¿Qué tiene que ver Cuba con el independentismo catalán?

Fuente T13
En las noches de verano, en los pueblos de la costa de Cataluña, Cuba
es todavía un recuerdo y una nostalgia.
Un recuerdo que huele a ron quemado y una nostalgia que suena a la
música de las habaneras, mientras el mar rompe y la gente se reúne a
cantar viejas historias: las memorias de los abuelos que se fueron a la
guerra o a buscar fortuna a Las Antillas.
En Cataluña, como en el resto de España, Cuba perdura como una vieja
herida, como un lejano*»paraíso perdido».

Pero lo que muchos desconocen es cómo se vivió la historia del otro lado.

Y es que más de un siglo antes del referéndum separatista, de las
huelgas y las manifestaciones que han tomado por estos días esa región
de España, el ideal de la independencia, al menos como hoy se concibe,
comenzó a gestarse a miles de kilómetros de la Península Ibérica.

Era la época del fin del imperio español.

En 1898, al terminar la Guerra Hispano-Cubana-Estadounidense con la
firma del Tratado de París, España perdió sus últimas colonias: Cuba,
Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam.
La política del «último hombre y la última peseta», por la que Madrid
pretendía conservar Cuba, costara lo que costara, dejó a la corona
española endeudada, deprimida y en crisis.
Algunos catalanes, como José Miró Argenter, Josep Oller Araga o Gabriel
Prat *combatieron junto a los cubanos en la guerra contra la corona*.

Pero no fue esta una regla general.

«A finales del siglo XIX, cuando la Guerra de Cuba, no todos los
catalanes estaban de acuerdo con la independencia de la isla, había
muchos que tenían negocios y perder Cuba era también perder ese
negocio», explica a BBC Mundo el historiador Joan Esculies, profesor de
la Universidad Abierta de Cataluña (UOC, por sus siglas en catalán).
La independencia de Cuba generó entonces algunas simpatías, pero sobre
todo *muchos recelos entre los catalanes *que perdieron sus propiedades
y sus riquezas en la isla.
Muchos no le perdonaron esta derrota a la monarquía, como antes tampoco
le habían perdonado la abolición de la esclavitud en isla.
Y es que el tráfico de esclavos era una tarea tan catalana en Cuba que
hizo popular por ese entonces una cuarteta que decía: «En el fondo del
barranco/ canta un negro con afán: / ay, Dios, quien pudiera ser blanco/
aunque fuera catalán».

Cuba catalana

Ya por esos años eran comunes en Cuba los apellidos de ascendencia
catalana, desde los Partagás hasta los Bacardí o los Sardá, estirpes
emblemáticas de quienes habían hecho fortuna en la isla y establecido
negocios cuya opulencia todavía tienen eco en la isla.
Muchos abandonaron la antigua colonia después de la guerra y *regresaron
a Cataluña con las alforjas llenas del dinero *que habían hecho sus
familias allí por siglos en el comercio del tabaco, el azúcar y,
también, la esclavitud.
Fueron muchos de ellos quienes, al regreso, impulsaron el movimiento de
renovación política y cultural de finales del siglo XIX y principios del
XX que dio origen al nacionalismo catalán moderno y a fenómenos como el
modernismo.
Pero otros tantos se quedaron del otro lado y, desde ese entonces,
comenzaron a pensar que lo ocurrido en Cuba podía replicarse en Cataluña.
Fue en ese tiempo cuando, inspirados por la independencia de la isla,
muchos de los emigrados catalanes vieron en ese hecho el ejemplo de lo
que querían para la tierra que abandonaron años atrás.
«La Habana a inicios del siglo XX fue quizás la ciudad más catalanista
del mundo fuera Cataluña», explica a BBC Mundo el historiador Joan
Manuel Ferrán Oliva, autor de «La saga de los catalanes en Cuba».
«No significa que Cuba haya sido la cuna del independentismo catalán,
porque esto es una lucha de siglos, pero sí es cierto que a inicios del
XX fue desde aquí donde se gestaron, organizaron y financiaron muchos de
los principales eventos y organizaciones que defendían esta corriente en
Cataluña».
Según cálculos de este investigador, para 1925 *aún residían 17.000
catalanes en la isla, la mayor comunidad fuera de España.*

Independentismo cubano

Fueron muchos de ellos quienes se convirtieron en el principal soporte
internacional de la «causa independentista» en el extranjero.

«Tras la guerra comienzan a organizarse*grupos nacionalistas radicales
en La Habana y Santiago de Cuba* que aspiraban a que Cataluña también
pudiera independizarse del imperio español», comenta Esculies.
De acuerdo con el académico, este momento coincidió con la aparición en
Cataluña de un movimiento denominado «catalanismo político organizado»,
que era básicamente una propuesta para reformar España.
Pero los emigrados catalanes en la isla pusieron un acento grave al
movimiento: ya no solo era preciso que se descentralizara el poder desde
Madrid, sino que Cataluña «*también podría (y debería) ser libre», como
lo había sido Cuba*.
Surgieron así en la isla asociaciones y grupos que abogaban de forma
directa por la independencia de Cataluña, como el Club Separatista
Número 1 de La Habana, el Club Separatista Número 11 de Santiago de
Cuba, el Grop Nacionalista Radical Cataluña o el Blok Nacionalista
Cathalonia de Guantánamo.
En su libro «Catalans d’Amèrica per la independencia» (Catalanes de
América por la independencia) Víctor Castells explica que estas
organizaciones, muchas de ellas secretas, *buscaban promover que «la
libertad llegara a través de las colonias o las comunidades
americanas»*, como había ocurrido antes en Irlanda.
«Estos emigrados comenzaron a publicar revistas de corte independentista
en La Habana y colocaban en los balcones de los centros y las
asociaciones catalanas una senyera (la bandera amarilla con cuatro
barras rojas, emblema de Cataluña) con una estrella blanca, como la que
tenía la cubana», explica Esculies.
Fue este el primer diseño, el más primitivo, de la «estelada»
(estrellada, en español), la bandera insignia del separatismo catalán,
que se inspiró, según el especialista, en la cubana.
Pero la semejanza entre las banderas no quedó ahí.

Tres banderas de similar diseño

Hacia 1914, llegó a La Habana un marino mercante proveniente de Chile
que cambiaría nuevamente el diseño y el significado de la «estelada».

Vicenç Albert Ballester, que había sido miembro del Fomento Autonomista
Catalán y cumplido cárcel por organizar actos de corte independentista,
encontró en Cuba no solo un movimiento radical a favor de la separación
de España.
«Para él y sus compañeros de la Unión Catalanista, la independencia de
Cuba fue también un ejemplo de lo que podría pasar en Cataluña. De ahí
que al ver estas banderas que se colocaban en las asociaciones y ver la
bandera cubana se inspiró en ellas para hacer este diseño de la estelada
que vemos hoy», explica Esculies.
Ya con anterioridad, los independentistas puertorriqueños también se
habían inspirado en el diseño de la bandera cubana, ideada por Narciso
López en 1850, para crear la bandera de su país.

«Es en este momento en el que comienza el independentismo catalán. O
sea, será para inicios de la década de 1920 cuando comienza a tomar
fuerza una propuesta más cercana a lo que entendemos hoy por
independentismo», comenta el profesor de la UOC.

Ferrán Oliva, por su parte, explica que para 1922, Francesc Macià, un
catalán que había sido teniente coronel del Ejército español, crea un
partido denominado Estat Catalá (Estado Catalán) que utilizará la
bandera de Ballester como emblema.
«Unos años después en 1928, Macià vuelve a Cuba y aquí tiene lugar la
*primera Asamblea Constituyente del Separatismo Catalán*, que tuvo lugar
entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre de 1928 y es cuando se
proclama la estelada como la bandera oficial de la república catalana»,
comenta.
Según el especialista, esta reunión tomó como modelo la asamblea
independentista de Guáimaro, la primera reunión constituyente de los
mambises, los cubanos que se rebelaron contra el dominio español.
Durante esta reunión los emigrados, junto a Macià, fundaron el *Partido
Separatista Revolucionario Catalán* y aprobaron la Constitución
Provisional de la República Catalana o Constitución de La Habana, el
primer documento que daba «forma legal» a la «nación independiente».
«Fue en realidad un documento político más que jurídico y de alguna
forma fue una reafirmación de un congreso de emigrados catalanes
celebrado en 1922 en La Habana que tuvo entre sus principales
conclusiones que se consideraba que Cataluña tenía derecho a la
independencia absoluta», indica Ferrán Oliva.
El historiador cubano asegura que uno de los principales motivos para
que este evento emblemático tuviera lugar en Cuba no fue solo el papel
simbólico que tuvo el país en el imaginario independentista catalán.
«En realidad se trataba también de que los emigrados catalanes en Cuba
estuvieron entre los que más fondos aportaron a la causa independentista
casi hasta mediados del siglo XX».

Fondos catalanes

Según Ferrán Oliva, más de 47% de los recursos económicos recibidos por
Estat Catalá durante el régimen de Primo de Rivera (1923-1930),
provinieron de los emigrados en Cuba.

Sin embargo, al caer el gobierno de facto en España, Macià renunció a
proclamar la independencia catalana y aceptó reformar el gobierno
autonómico con la Generalitat.
Según Ferrán Oliva, un grupo de emigrados de Santiago de Cuba se enojó
tanto con la decisión de Macià que descolgaron su retrato de las
sociedades catalanas y le retiraron la presidencia de honor de las mismas.
«La comunidad exiliada de La Habana también se molestó mucho con este
hecho. Y es que generalmente, la diáspora es más radical que la gente
que vive en el propio país*, porque la gente que se queda está más cerca
de la realidad de lo posible y el que está afuera siempre tiene un
discurso más idealizado. De ahí vino ese desencanto», explica Esculies.
El apoyo, según ambos especialistas, continuó incluso durante la Guerra
Civil, aunque igualmente muchos emigrados reclamaron a sus compatriotas
por *no haber hecho más por salvar la República.
Sin embargo, entrado el siglo XX, la ruta de los catalanes
independentistas en Cuba se pierde en la nube del inicio de la
revolución castrista de 1959.
«*No creo que hubiera muchas simpatías entre el independentismo y el
régimen de Castro, aunque sí que las hubo entre algunos partidos y
gobiernos de izquierda catalanes».
«De hecho, está la estelada con el triángulo rojo. Es un bandera que se
creó inspirada por los partidos marxistas, aunque ya para esa época el
independentismo de los emigrados cubanos había dejado de ser lo que
fue», concluye Esculies.

Salir de la versión móvil