Benito Musolini, ¡muchas gracias!

Pero Benito Mussolini, un socialista de toda la vida como el español socialista Felipe González

El socialista de toda la vida y después fascista Benito Mussolini, que llevó la gracia de llamarse Benito en honor y memoria, por deseo paterno, del revolucionario mejicano Benito Juárez, no deja de tener una semejanza política con el socialista español Felipe González (claro está, Felipe de Benito, porque Benito nació antes), del que desconocemos si su gracia, lo de Felipe, guarda alguna correlación con los abundantes reyes del santo imperio español donde han pululado por los pasillos cortesanos, y pululan, los nombres de Felipe.

Cuando nació Benito Mussolini en 1.883, le quedaban a ese siglo muchas cosas que ver,

Cuando nació Benito Mussolini en 1.883, le quedaban a ese siglo muchas cosas que ver, y a las gentes, a las sociedades, tanto urbanas como campesinas, parecía como si la idea de que la miseria y la muerte solo están en el mundo para afectarle a los demás y no a los que sean ricos o tengan un saco de patatas para comer, con semejante talante estúpido, cada vez se le iban complicando más las cosas, en espera de la gran solución que nunca soluciona nada salvo las arcas de los de siempre, y ni aún eso: la guerra que más que redentora de algo, es reventadora de todo, pero que, en el fondo, nos encanta a todos los mortales, porque es la expresión máxima de poder, sin límites, joder al odiado enemigo vencido.
Pero Benito Mussolini, un socialista de toda la vida como el español socialista Felipe González, tiene a su favor, al margen de que fue, según la crónica un gran encantador de mujeres jóvenes y no tan jóvenes, un político que, a una inestabilidad social y económica como lo era la injerencia constante del Vaticano que desde que entendió el clero trinitario que el mantener ejércitos y fronteras estatales significaba un gastazo, desde, aproximadamente el año de 1.870, hasta que Benito Mussolini, a cambio de mucho, en 1.929, le cedió poco más de cuarenta hectáreas en la propia ciudad de Roma, y le dio la potestad (no se sabe bien quién a quién) de ser un estado, el del Vaticano, independiente, nacido solo para recaudar y no para gastar en lo que no sea asuntos propios de sus cosas y género.
Por tanto, en la teoría y en la práctica, don Benito Mussolini, acabó con muchos años de inestabilidad mundial, supuesto que el clero cristiano trinitario, tuvo amagos, con lo que tal cosa significaba de desasosiego para otros grupos religiosos, de fundar un estado pontificio en Belén, aunque se liara la gran batalla de las batallas, y por más de sesenta años Europa especialmente, y el llamado Oriente Medio, estuvieron disfrutando de lo lindo con guerras de las que se pueden clasificar de las remediadoras, porque los muertos, muriendo, remediaban una existencia de rata de cloaca que tenga claustrofobia.
El llamado Sionismo y el cristianismo trinitario, dos movimientos que dicen los expertos que nada tiene que ver el uno con el otro, supuesto que según ellos el llamado sionismo es un movimiento laico, de grupo nacional, de nación, como lo pueda ser la gente española o rumana, o más propia y genuinamente las gentes hunos o los géticos, hasta que no logró su hueco o lugar geográfico en el planeta, estaban, con identidad al movimiento religioso cristiano trinitario, a no dejar en paz ningún otro estado definido de fronteras para adentro.
El caso es que no sabemos si el conocimiento astral de que existe un diamante, el más grande del mundo, situado en la estrella alfa de la constelación más hermosa y más grande del cielo, el Centauro, situada al norte de la llamada Vía Láctea y de la constelación Crux, rodeando la Cruz del Sur, con un peso aproximado del citado diamante de unos diez billones de millones de quilates (un uno seguido de treinta y cuatro ceros, según estimaciones) tiene en continuo desasosiego a ambos grupos humanos, sionistas y vaticanos, que aunque sean disparejos y diferentes en sus condicionantes como grupo humano, a ambos les encanta los diamantes y no están tranquilos desde el momento que en alguna ocasión una nave espacial pueda darse una vuelta por la citada estrella alfa del Centauro y pegarle un solo bocado al tremendo y puro diamante que navega sin propietario (esa es la creencia) por el cielo inmenso.
Pero no se le puede quitar ningún mérito al socialista de toda la vida hasta que dejó de serlo Benito Mussolini, que por fuera de otras consideraciones políticas que no vamos a entrar por el momento en ellas, hizo un amago, o le obligaron a hacer un pacto y crear el Estado Vaticano, que aunque después metió el rabo todo lo que pudo, y pudo bastante, para que los sionistas no tuvieran su lado o lugar geográfico, al final, en teoría, algo en estabilidad debió de ganar una Europa bélica por excelencia, amante de las guerras, que para su felicidad están sus primos los estadounidenses, que no pueden pasar un día de su existencia como país, sin estar metidos en una de ella, no importa el lugar o país, tan solo tiene que tener habitantes desarmados y muchos recursos naturales. Y todo dentro de una inestable espera de que alguien se traiga un bocado de la citada alfa del Centauro, y se vaya al carajo el negocio de los diamantes, y el mundo se dé cuenta de que una plaga es un mal porque existe abundancia de elementos destructores de lo sembrado, pero el llamado sistema que defendió el socialista, en su momento número tres de Italia, Mussolini, y ahora el español, número uno en España, no es plaga porque son pocos y si se quiere, se puede con ellos.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

Salir de la versión móvil