Andalucía, más del Inca Garcilaso que de los islamizantes

Luego de las elecciones andaluzas, por encima de otras muchas y posibles lecturas, lo que queda meridianamente claro es lo que siempre ha sido el andalucismo/al-andalusismo: Xenófobo y excluyente. Mala imitación de Sabino Arana y adláteres cuyos falsos «purismos» han intentado llevar a otros campos como el flamenco; por desgracia, con más éxito de la cuenta. Los que dicen que tienen que venir no sé cuántos millones de africanos (emulando a Blas Infante Pérez de Vargas con sus delirios afroasiáticos) tachan de «inmigrante» o «extranjero» a una persona de Alicante; pero que Juanma Moreno haya nacido en Cataluña o Kichi en Róterdam, pues no tiene importancia…

Aunque ya el Partido Andalucista no tiene peso, el andalucismo/al-andalusismo está presente desde el PP a las marcas postpodemitas, valga la aclaración.

Desde su “fundación”, ya fuera por románticos extranjeros o por señoritos aficionados a la política, al andalucismo/al-andalusismo nunca le interesó el evidente vínculo de Andalucía con Hispanoamérica, especialmente visible en la fonética, la gastronomía o la música; por eso, para extrañarnos y alienarnos, procuraron desligarnos del resto de España en particular o del mundo hispánico en general, o en todo caso islamizarnos a todos, valgan las redundancias.

Pretenden regalar no sé cuántas nacionalidades (para eso sí quieren la nacionalidad española, oye…) a no sé cuántos dizques descendientes de moriscos expulsados al Magreb y que pidamos no sé cuántos millones de perdones; pero eso sí, que los estados magrebíes pidan perdón por haber exterminado la cultura romana y cristiana del norte de África, eso ya no… Aquí la objetividad brilla por su ausencia. Precisamente porque se apoyan en la ignorancia y porque saben que sus símbolos islamizantes fueron metidos con calzadores pseudofolclóricos y que cuando la gente conoce el significado los rechaza.

Y es que venderle a los turistas un paraíso musulmán a base de jamón, Semana Santa y vino como que ya no cuela demasiado.

Tampoco cuela que la única fijación cultural parezca ser a partir del año 711 con la conquista de Tarik y Muza; como si no hubiera historia antes y no digamos después…

Y no, los moriscos no eran españoles ni Al Andalus era España. De hecho, los moriscos no sólo estaban en Andalucía; como grupo social eran mucho más compactos y numerosos en Valencia y Aragón que en Sevilla o Córdoba. Menudo supuesto hecho diferencial andaluz… Enésima falacia del andalucismo/al-andalusismo, pues.

Y aunque para ser antiespañoles reclamen nacionalidades españolas, cabe recordar que para españoles ya estuvieron el Inca Garcilaso y Martín Cortés que, viniendo del Nuevo Mundo, combatieron a aquellos que se dedicaban a matar cristianos y a llamar a berberiscos y turcos contra España. Esta idea y esta línea histórica es la que debemos defender y tomarnos el andalucismo/al-andalusismo en serio por lo peligroso que es y por lo lejos que ha llegado aun con ese calzador pseudofolclórico.

Hay que presentar batalla cultural, sí, pero con una alternativa clara, con nombres y datos contantes y sonantes y no quedarnos en la mera negación.

De hecho, el flamenco tiene mucho más de barroco y de criollo que de “medieval” o árabe:

Andalucía debe recuperar su vocación universal de unir el Mediterráneo y el Atlántico y de ser la puerta de América especialmente a través de los antiguos puertos de Sevilla y Cádiz.

Nada pintamos en la Liga Árabe y mucho podemos hacer como trasvase de la Europa del sur a un Nuevo Mundo con el que tenemos mucho más que ver de lo que pensamos.

Pronto, D.m., tendrán noticias de cómo en Sevilla se trabaja por volver a ser el puerto y la puerta de las Indias. De momento dejo un avance:

https://www.facebook.com/photo/?fbid=1025988868129004&set=a.691114754949752

Salir de la versión móvil