Víctor Pradera contra el separatismo catalán

“Lo que caracteriza a una nación en el orden intelectivo no es, como opina Prat de la Riba, la unidad superior de cultura. Una nación, como se ha dicho, es una sociedad mayor de sociedades, donde se realiza el destino fijado a la humanidad entera. Y así como a su fundación no fue obstáculo la subsistencia de diversas sociedades, no lo es tampoco la subsistencia de diversas culturas y así como la unidad de las primeras requería una nueva personalidad social, el nacimiento de ésta supone en ella una cultura superior a las ya existentes, que las enlaza y que por eso reviste a la nación de unidad superior de cultura.


Sospechar siquiera que la cultura catalana sea incompatible con la española, sería pagar tributo a un dogmatismo sin fundamento alguno. Afirmarlo, después de siglos de vida común en el orden cultural, ha sido causa de la menor diferencia, obstinación irracional que se advierte, se compadece y se aparta. Cataluña, pues, no sería nación ni postularía su propio Estado mientras no demostrase que no participara nunca con otras personalidades regionales en una cultura superior a la peculiarmente catalana, o sea, que no tuvo en común con ellas un espíritu nacional bajo el cual realizó el destino humano.


Y por ello, si Cataluña, como las Vascongadas, como Aragón, como Castilla, como Navarra, como las demás regiones naturales españolas, tiene la facultad de regir su conducta colectiva, en lo que a su fin privativo afecta, carece de ella en cuanto al fin temporal humano, que es propio de la nación de que todos somos miembros, y en consecuencia no puede constituirse en Estado. ¡En la torpe confusión del fin privativo regional y del destino humano está basado el nacionalismo catalán!”

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