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Verdades incómodas de un mito

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El agente infiltrado entre los alzados del Escambray, fue la pieza esencial para la captura y posterior fusilamiento de dos grandes grupos de alzados, capitaneados por Maro Borges y Julio Emilio Carretero.

 
Por: Ramón Muñoz Yanes
En 1973 se rueda un filme dirigido por Manuel Pérez, que se estrenaría un año más tarde y que marcaría espacio propio en la cinematografía cubana posterior a 1959. Entre los protagónicos, Sergio Corrieri, Reinaldo Miravalles, Adolfo Llauradó y Raúl Pomares, me refiero al Hombre de Maisinicú.
El filme narra las peripecias y éxitos hasta la muerte, de un agente de la Seguridad del Estado, Alberto Delgado y Delgado. El agente infiltrado entre los alzados del Escambray, fue la pieza esencial para la captura y posterior fusilamiento de dos grandes grupos de alzados, capitaneados por Maro Borges y Julio Emilio Carretero.
En el filme se ocultan detalles interesantes y que han visto la luz, muchos años más tarde. Tras el paso de los años hay preguntas que hacerse de indudable lógica.
1. ¿De dónde era Alberto Delgado y Delgado?
2. ¿Cómo pudo infiltrarse un agente del G-2 entre las filas más altas de los alzados?
3. ¿Cómo sorteó la entrevista con la madre de Tomás San Gil, Benilde Díaz, una mujer con experiencia de años colaborando con la insurrección armada y con el recelo lógico de la clandestinidad, más aún en pleno luto por la reciente muerte de su hijo en combate?
Durante años, se ocultó la procedencia real de Alberto Delgado y Delgado, señalándose que a pesar de haber nacido en las proximidades de Trinidad, se había trasladado desde muy joven a Camagüey. La realidad es otra, pero mostrarla en el filme, haría cambiar la opinión del espectador.
Alberto Delgado y Maro Borges, fueron íntimos amigos de la infancia y la adolescencia. Años más tarde, la propia madre de Maro Borges, dejó constancia verbal a testigos de que su hijo y Alberto Delgado eran como hermanos. Nacido en Caracusey, a unos kilómetros de Trinidad, el posterior agente del G-2 no sólo traiciona al amigo de su infancia, sino a muchos conocidos de su juventud alzados en El Escambray. Este es un punto de inflexión en la historia que explica el motivo principal de la gran confianza depositada en él, por los más altos mando de la guerrilla del Escambray.
El deseo de Alberto de complicar a todos los que conducía a la detención era persistente. Narra Amador Acosta, uno de los sobrevivientes de la guerra campesina, bien documentado en el libro de Enrique G. Encinosa, Escambray La Guerra Olvidada, que camino de la costa la tropa detuvo a un joven y que Alberto insistía que había que ejecutarlo para no dejar testigos, a lo que la tropa se negó de plano, tal era la catadura moral de este individuo.
Tampoco su final fue heroico. A pesar de que Cheíto León había establecido una contraseña secreta, con uno de los miembros de la tropa de Carretero anteriormente capturada, cierto es que la contraseña oficial fue dada por Radio Swan por la propia Seguridad del Estado. Cheíto León podía sospechar, pero no estaba seguro como para ejecutarlo, lo que coincide con testigos de los hechos, que afirman que Alberto Delgado si confesó y que imploró, señalando que se había prestado para la delación tras una detención anterior por conspiración y que no quería morir. Esto apoya la tesis de que la confesión fue decisiva, para su ejecución por la tropa de Cheíto León a la orilla del río Guayrabo próximo a la finca Masinicú, que es el nombre real y no el de Maisinicú usado en el filme.
El balance de la delación de Alberto Delgado y Delgado fue de 18 cubanos condenados a treinta años de prisión y 12 fusilados, entre los que se encontraban varios conocidos suyos.
La historia y la verdad no perdonan, el falso barniz de algunos no soporta el peso de la realidad.
R.Muñoz.

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