Un problema muy grave de España, la prensa

Un periodista, un periódico, puede, perfectamente, tener y mantener lo que se denomina ahora como una línea ideológica, que es un dicho más elegante que decir con nombres y apellidos la fuente que lo financia, de la que es reo de opinión y un vulgar servidor; inclinado para el lado que quiera su amo, y defender tal o cual postura ante los avatares de la vida. Ahora bien, lo que no puede hacer un periodista es mentir abiertamente, sin que reciba ningún correctivo de ningún estamento encargado de la moralidad de las profesiones liberales.
Un médico borracho, inmediatamente se pone en el punto de mira de su colegio profesional, un arquitecto que se le cae una casa, de inmediato es examinado de arriba abajo su hacer; pero, hoy por hoy, en esta España lentejera, un periodista miente y no le pasa absolutamente nada.
El mentir de un modo convulsivo y a diario, es algo tan habitual en los medios de comunicación españoles, que solo ha quedado como organismo deontológico corrector de tan infame asunto los propios lectores, o los propios radioyentes o televidentes de los medios que pensaban que arrimando el ascua a la sardina de su patrón, iban a sobrevivir con las cuotas de sus simpatizantes, algo tan estúpido que ha llevado a los medios al fracaso más estrepitoso, ya que es muy difícil encontrar a persona alguna que no actúe con total reserva ante cualquier noticia reflejada por ellos.
Del mismo modo que las grandes empresas generadoras de energía, incluso las poderosas petroleras que están sentadas a la derecha del padre económico que rige el mundo nadando en agua bendita y que hasta hoy todo lo puede, en pocos años, las gentes, los pueblos, serán autónomos a nivel de vivienda y de localidades para generarse su energía, y eso lo saben perfectamente las citadas petroleras y por eso están de una mala leche recalcitrante.
Y del mismo modo que las empresas energéticas saben que su futuro a lo grande ha llegado a su cenique y ahora van a empezar a entonar el tango de la cuesta abajo, fruto de su descarado servilismo y su falta total de respeto a sus potenciales lectores, los grandes medios de comunicación están destrozados en la hondura del barranco, estrellados, con las manos abiertas en espera de que un mecenas, el que sea y de dónde sea, sin moral ni moralina alguna, les entregue uno euros para poder abrir la persiana y seguir en una actividad, la periodística al servicio del amo, no del lector.
Por fuera de los partes de guerra del largo régimen monje-patriota impuesto por la vía del efectivo miedro atroz que todavía perdura, en el día a día de días anteriores, la involución que significó el franquismo con la vuelta (se habían ido pero muy poco) del poder social inclemente del clero vaticano, una religión imperial que solo admite sus hostias, la comunicación, no por aquello de que todo tiempo pasado fue mejor, tuvo un nivel intelectual y de verdad muy superior entre ciertos individuos que la ejercieron con honestidad plena, muy diferente a la imperante ahora.
Ya se sabe que el futuro de ya mismo está en la comunicación a domicilio, y las redes sociales, antes de que comiencen a gastarnos sus putadicas ideológicas al mismo estilo que las transnacionales de la energía, como la podredumbre en los medios españoles (los demás lo desconozco) es tan descarada y no tiene marcha atrás, deberíamos ya de estar maniobrando zona por zona para tener nuestro especio particular social de comunicación, internet y telefonía, en manos de estamentos públicos, sin esperar a que un día se levanten las grandes empresas y nos digan que los correos electrónicos cuestan tantos céntimos, y que tener una cuenta en internet vale tanto; y así sucesivamente con todo.
Recuerdo que la primera vez que me dijeron que en cada casa habría un ordenador y teléfonos que se verían entre sí los que hablaban me sonó a cuento chino, y, sin embargo ahí está el hecho en una parte del mundo disponiendo de él, que, junto a que tiene a dios de su parte, tienen tanques, armas de todo calibre y poder destructivo para mantenerlo, además de un ejército de medios de comunicación globales a su servicio a los que le importa, lo mismo que a las transnacionales, dos pijos tres cuartos, que el resto de los humanos no solo no tengan ni internet ni telefonía, sino que  es necesario avanzar mucho más en la tecnología de los trasplantes de órganos humanos, para que todos esos pobres de la tierra sirvan de cobayas vivas para ser utilizados sus miembros en los grandes señores de las grandes fortunas.
No tiene ningún sentido, además del peligro que representa, que la energía esté en manos privadas, que la comunicación también. Empezando por las localidades, ya se debería de estar generando la electricidad eólica y solar a modo municipal; la telefonía y el internet, también, porque de esa manera la interconexión global sería una garantía de futuro mucho mejor que la dependencia imperial que soportamos.
Hablar de los medios españoles actuales, es hablar de homicidios o de gente tonta que tiró piedras para arriba creyendo que no tendrían nunca que bajar para escalabrarlos.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

Salir de la versión móvil