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Trilogía marroquí en el Museo Reina Sofía

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Ilustración: Mohammed Kacimi. Composición 1974.Colección particular, Marrakech.

Madrid, 13 de abril de 2021.

Querida Ofelia:

Trilogía marroquí 1950-2020 establece un dialogo visual que refleja la producción artística en Marruecos en tres momentos históricos, desde la independencia hasta el presente, a través de una selección significativa de piezas que muestran la diversidad de iniciativas, la vitalidad de los debates artísticos y los intercambios interdisciplinares de país.

Esta exposición se inscribe en uno de los ejes programáticos del Museo, la investigación decolonial. Constituye una primera tentativa de ampliar el foco de estos análisis dirigiendo la mirada a la orilla sur del Mediterráneo, cuna de la civilización occidental. Y, de manera más específica, a Marruecos, un país milenario que dista apenas 14 kilómetros de España.

La muestra ha sido organizada en el marco del programa de cooperación cultural entre España y Marruecos en el ámbito de Museos, promovida por la Fundación Nacional de Museos del Reino de Marruecos y el Ministerio de Cultura y Deporte del Gobierno de España, en colaboración con Mathaf: Arab Museum of Modern Art – Qatar Museums y Qatar Foundation. Trilogía marroquí 1950-2020 ofrece un relato de las experiencias artísticas en Marruecos desde mediados del siglo XX centrándose especialmente en tres centros urbanos, Tetuán, Casablanca y Tánger. Las 250 obras expuestas, producidas entre 1950 y 2020, junto con los documentos de archivo, describen una trayectoria histórica de profusa efervescencia cultural.

En este recorrido se muestra la diversidad de las expresiones artísticas del Marruecos moderno, poniendo de relieve las figuras destacadas de cada época, desde la transición a la independencia (1950-1969) y los denominados Años de plomo (1970-1999) hasta la actualidad (2000-2020).

Tras cuarenta años de protectorado francés y español, el primer periodo abarca una fase extremadamente agitada, que se extiende desde los años de la independencia hasta 1969, durante la cual el campo artístico se articula en torno a los debates suscitados por la aparición de la corriente nacionalista y la imperiosa construcción de un discurso identitario. Estos dos aspectos constituirán el trasfondo conceptual de la modernidad artística marroquí durante las décadas de 1960 y 1970. El planteamiento de estos artistas consistía en cuestionar el academicismo artístico tradicional transmitido a través de la enseñanza del arte en Marruecos.

Después de estudiar y formarse en las principales capitales artísticas del mundo, la primera generación de artistas marroquíes se impregnó de los debates teóricos entonces en boga a escala internacional. Posteriormente adoptaron la abstracción como modo de expresión adecuado para dar cabida a sus reivindicaciones nacionales y a sus ansias identitarias.

De este modo, muchos artistas que habían iniciado su andadura en las escuelas de arte locales consumaron una ruptura radical con el acervo académico adquirido durante su formación en Marruecos para proseguir sus estudios en Europa y Estados Unidos. Tras su regreso a Marruecos, artistas como Mohamed Melehi, Mohamed Chabâa junto a Farid Belkahia, Mohamed Hamidi, Mohamed Ataallah y Mustapha Hafid transformaron profundamente la educación artística marroquí en la Escuela de Bellas Artes de Casablanca, que poco después impulsó la apertura a la modernidad con proyectos que combinaban la artesanía con formas artísticas innovadoras.

Al mismo tiempo, la ciudad de Tánger se convirtió en un centro cosmopolita y un lugar de encuentro para la generación beat. De la relación de Mohamed Choukri con ese entorno surgió uno de los relatos autobiográficos más descarnados de las letras marroquíes. En la misma época, la revista Souffles, dirigida por el poeta Abdellatif Laâbi, abrió el debate sobre la historia y las nuevas realidades sociales. Esta publicación, que nació como reacción a la represión armada de la revuelta estudiantil de 1965, muy pronto pasó a ser una caja de resonancia del discurso crítico y la acción política.

En la segunda etapa, años de grandes conflictos internos, surge una constelación de publicaciones alternativas, festivales y bienales a menudo independientes. La voz de la disidencia, especialmente activa en la literatura, la poesía y el teatro, se difunde mediante la revista Souffles hasta su prohibición en 1972 y, a partir de entonces, en Intégral y Lamalif. Durante este periodo aparece también un arte no académico, no intelectualizado, cuyos representantes son hombres y mujeres autodidactas vinculados a una dinámica artística viva, como es el caso de Chaïbia Talal y Fatima Hassan.

A finales de la década de 1980, una nueva corriente contemporánea empieza a asentarse en el panorama artístico marroquí con nuevos planteamientos artísticos. Esta dinámica cristalizará durante los años noventa con artistas como Mohamed El Baz, Mounir Fatmi e Yto Barrada, entre otros. En los últimos años de la década de 1990, Marruecos vive su transición democrática, durante la cual se manifiestan algunos signos de apertura en el panorama mediático.

La última etapa de la exposición, que abarca de 2000 a 2020, muestra la obra de una generación de jóvenes artistas que rompen con el pasado en el plano formal, técnico, simbólico y político del arte. Esta generación frecuenta espacios alternativos donde los creadores entablan contacto al margen de los circuitos convencionales. En ella hay, además, una importante presencia de mujeres artistas que en sus obras plantean, a menudo, una reflexión crítica en torno a la identidad femenina en el contexto específico de la sociedad marroquí.

Cada uno de estos periodos, con sus tendencias formales, sus cuestiones ideológicas y sus accidentes históricos, ha propiciado el surgimiento de gestos significativos para las siguientes generaciones. La exposición Trilogía marroquí 1950-2020 representa un estudio del patrimonio artístico de Marruecos desde la posindependencia y un análisis de la producción contemporánea. A través de la diversidad de formas de representación se afirma el papel activo del arte, en sus múltiples manifestaciones, con respecto al individuo y a la sociedad, más allá de cualquier idea de centralidad ideológica o moralizante. Lo que el arte nos enseña es la posibilidad de dar sentido, de imaginar la justicia, en busca del progreso cultural, social y humano contemporáneo. Este segmento de la historia de Marruecos puede ayudar a comprender su presente y a reflexionar sobre su futuro.

La muestra incluye obras de los siguientes artistas y cineastas: Mohamed Abouelouakar, Etel Adnan, Mohamed Afifi, Malika Agueznay, Mustapha Akrim, Ahmed Amrani, Mohamed Ataallah, Yassine Balbzioui, Yto Barrada, Farid Belkahia, Fouad Bellamine, Baghdad Benas, Hicham Benohoud, Ahmed Bouanani, Mustapha Boujemaoui, Mohamed Chabâa, Ahmed Cherkaoui, Mohamed Choukri, Hassan Darsi, Bachir Demnati, Mostafa Derkaoui, Mohamed Drissi, Moulay Ahmed Drissi, André Elbaz, Mohamed El Baz, Khalil El Ghrib, Badr El Hammami, Touhami Ennadre, Safaa Erruas, Ali Essafi, Ymane Fakhir, Mounir Fatmi, Jilali Gharbaoui, Souad Guennoun, Mustapha Hafid, Mohamed Hamidi, Mohssin Harraki, Fatima Hassan, Soukaina Joual, Mohamed Kacimi, Maria Karim, Leila Kilani, Abdellatif Laâbi, Faouzi Laatiris, Miloud Labied, Mohammed Laouli, Randa Maroufi, Najia Mehadji, Mohamed Melehi, Abderrahman Meliani, Houssein Miloudi, Mohamed Mrabet, Sara Ouhaddou, Bernard Plossu, Rachid Ouettassi, Karim Rafi, Mohamed Larbi Rahhali, Younes Rahmoun, Abbas Saladi, Tayeb Saddiki, Chaïbia Talal y Latifa Toujani.

Tras la independencia

El recorrido de la exposición comienza con una primera parte centrada en los años 1950-1969, en la etapa pre y postcolonial de Marruecos, un país que, desde 1912 hasta 1956, estuvo dividido en un protectorado francés y otro español. Después de cuarenta y cuatro años, cuando se declaró un estado independiente, se abrió en la nación un periodo de esperanza. La generación de artistas marroquíes nacidos entre 1930 y 1940 se empapó del espíritu de la lucha por la independencia y, tras ella, se situó en la vanguardia de la apertura cultural.

Su deseo de dar un salto hacia adelante implicaba el cuestionamiento del academicismo, así como el replanteamiento de una innovación basada tanto en elementos autóctonos como en referencias internacionales. Algunos artistas eran autodidactas, pero las carreras de la mayoría de las figuras destacadas estaban vinculadas a uno de los dos centros artísticos fundamentales del país (y en algunos casos a ambos): las escuelas nacionales de Bellas Artes de Tetuán y de Casablanca.

 En la de Tetuán en concreto se formó a la primera generación de pintores marroquíes, como Ahmed Amrani, Mohamed Ataallah, Mohamed Chabaa y Mohamed Melehi, algunas de cuyas obras puedes apreciarse en esta primera sección de las tres que componen la exposición. Algunos de ellos prosiguieron su preparación en instituciones españolas como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid e incluso estudiaron también en Italia, Francia y los Estados Unidos.

Amrani, por ejemplo, durante sus estudios en España, pasaba horas en el Museo del Prado, donde estudió las obras de Goya y de Velázquez, y acabó desarrollando una expresividad que debe mucho a la influencia del pintor aragonés, como se observa en Protesta (1969). Por su parte, Mohamed Melehi, gracias a una beca que recibió de la Fundación Rockefeller en 1962, viajó a los Estados Unidos y estudió en la Universidad de Columbia, donde conoció a artistas locales como Jasper Johns y Frank Stella. Este fue el momento en que su práctica artística dio un giro estético caracterizado por la introducción del color, en un esfuerzo por equilibrar la expresión y el minimalismo. En IBM (1962), Alunizaje (1963) y Nostalgia solar (1962) trata de entablar un diálogo entre el arte, la ciencia y la tecnología.

Otro de los autores importantes de aquel momento es Ahmed Cherkaoui, que aunó las tradiciones iconográficas marroquíes y lo estético modernista, lo que lo convirtió en un precursor clave del Grupo de Casablanca, que estuvo activo a mediados de la década de 1960. En los lienzos de Cherkaoui, como Las tres hermanas (1963) y Talismán nº 3 (1966), están presentes los tatuajes amazigh, que adornan los rostros y cuerpos de las mujeres imazighen en Marruecos. Asimismo, pueden observarse en esta primera parte de la muestra la abstracción y la caligrafía árabe características del arte islámico que predominan en la obra de Jilali Gharbaoui o la neofiguración que se aleja de las representaciones clásicas del cuerpo que refleja Torturas (1961), una pintura de Farid Belkahia.

Se aborda aquí también un apartado que recoge el momento en el que los actores culturales marroquíes de diversos ámbitos trataron de utilizar las revistas como medio para descolonizar la historia y convencionalismos del país. Gracias a publicaciones señeras como Souffles (1966-1972), Lamalif (1966-1988) e lntégral (1971-1978), se crearon espacios en los que era posible debatir la modernidad, la construcción nacional y otras cuestiones fundamentales.

Desarrollo multidisciplinar de las artes

La segunda zona de la trilogía abarca un periodo complejo, conocido como los años de plomo (1970- 1999), marcado por los conflictos internos, la arabización gradual de la vida cultural, la anexión del Sáhara occidental y el incremento del control estatal. Se abre con la película Antes del ocaso (2019), de Ali Essafi, un documental sobre la vida cultural de los años setenta que reúne una importante selección de materiales de archivo -obras de arte, películas, música, voces, etc.- para recrear el ambiente de aquellos momentos de la historia de Marruecos.

La producción cultural marroquí de entonces experimentó un increíble desarrolló en todos los campos (arte, literatura, teatro, cine, música, etc.) que condujo a la colaboración entre actores clave. Nuevos festivales, bienales, exposiciones colectivas temporales y una constelación de publicaciones independientes y representaciones teatrales llenaron la región de efervescencia creativa. Las artes visuales contribuyeron a la integración del patrimonio popular y la artesanía, del arte figurativo y el arte abstracto, de la conformidad y el antagonismo.

De aquella época se muestran aquí trabajos como La ceremonia del matrimonio (1983), de Chaïbia Talal, artista que retrata a las mujeres en muchas de sus obras. Con gruesas pinceladas de colores vivos, saca a la luz escenas de compromiso social. A Chaïbia no le gusta la expresión arte naíf, que a menudo se utiliza para describir la obra de artistas autodidactas, entre los que se encuentran muchas mujeres no occidentales. Algunas de sus colegas, como Fatima Hassan, cuya obra Escena (1992) se presenta en este espacio, comparten esa posición.

También se puede visualizar en este apartado la película Sobre algunos sucesos sin importancia (1974), de Mostafa Derkaoui, otro documental, en este caso de ficción, que solo llegó a proyectarse una vez, en París en 1975. En ella, la ciudad de Casablanca es el plató en el que Derkaoui y otros jóvenes cineastas entrevistan a poetas, artistas, actores y gente anónima por la calle. El cuestionario sobre cómo podría ser un cine nacional marroquí emergente pasa por muy diversos registros. Al tratar de encontrar la verdadera función del cine, la película reflexiona sobre una sociedad en construcción.

A finales de los años ochenta, las artes marroquíes empezaron a respirar los aires renovados de prácticas vanguardistas como la instalación artística y el uso de materiales modestos y objetos encontrados, que reforzaban la noción de proceso. Un ejemplo de ello que puede verse aquí es Mi vida (1984-2021), una obra autobiográfica de Mohamed Larbi, pescador, artista y ciudadano de Tetuán. Sus obras contienen mundos en miniatura que abordan cuestiones relativas a su vida personal, la cosmología y diversas preocupaciones sociales.

La generación 00

Tras los años noventa Marruecos experimentó una transición democrática y se observaron los primeros síntomas de una nueva actitud aperturista en los medios de comunicación. A principios de siglo, este primer resquicio se abrió hasta dar cabida a las artes visuales, un ámbito en el que pronto se produciría una ruptura radical con el pasado, no solo desde el punto de vista formal y técnico, sino también desde una perspectiva social y geopolítica.

La denominada Generación 00 -artistas en activo en la primera década del siglo- sería testigo del ascenso del populismo y de la aceleración de la innovación tecnológica, y también de los ataques terroristas de Casablanca y de la Primavera Árabe. Esta generación de artistas trabajaba tanto en Marruecos como en el extranjero, y se servía de internet y de los medios de alcance planetario para centrar la atención en las realidades sociales locales y globales, a través de proyectos inspirados en el deseo de cambio y de justicia social.

Así, en este tercer apartado de la exposición figuran obras como Al Jazeera (2007), de Mounir Fatmi quien trabaja con diversos medios, sobre todo la escultura y la instalación, a fin de cuestionar la información que transmiten las imágenes. Sus piezas, que abordan temas de actualidad presentes en los medios de comunicación mundiales y cuestiones de política contemporánea, el silencio y la censura, tratan de desarticular las promesas ideológicas y tecnológicas que formulan las imágenes.

Junto a otras obras, como la película Beau Geste (2009) de la artista Yto Barrada, que a través de fotografías, películas, esculturas e instalaciones explora las circunstancias sociales y políticas, junto a algunos acontecimientos históricos de su ciudad natal, Tánger, y otros lugares de Marruecos, la exposición muestra propuestas artísticas como El espectáculo ha terminado (2011) de Karim Rafi, uno de los intérpretes más creativos y visibles cuando empezaron a surgir grupos de poesía radical y música underground en Marruecos.

El recorrido de Trilogía Marroquí se cierra finalmente con la película Bab Sebta (Puerta de Ceuta -2019), de Randa Maroufi, producida en un “garaje” que la artista convirtió en estudio para captar los movimientos coreográficos de las personas que cruzan la frontera de Ceuta y plantear preguntas sobre la ambigüedad de las escenas que hay detrás.

FECHAS: 30 de marzo de 2021 – 27 de septiembre de 2021

LUGAR: Museo Reina Sofía (Madrid). Edificio Sabatini. 3ª Planta

ORGANIZACIÓN: Iniciativa de: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Ministerio de Cultura y Deporte del Gobierno de España y Fundación Nacional de Museos del Reino de Marruecos Con la colaboración de: Mathaf: Arab Museum of Modern Art – Qatar Museums y Qatar Foundation

COMISARIADO: Manuel Borja-Villel y Abdellah Karroum

COORDINACIÓN: Leticia Sastre.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

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