A todos vosotros, los dirigentes que fuisteis y los que ahora sois. A todos vosotros que tuvisteis y tenéis el poder de la política y de la religión, el poder de la empresa y el poder de los más grandes y mejores ejércitos. A todos vosotros quisiera deciros que habéis fracasado, antes y ahora, ayer y hoy.
El mundo que tenemos está más enfermo y en peligro que nunca antes, y no porque los que han trabajado duro lo hayan hecho mal, sino porque vosotros, los que habéis estado ostentando el poder habéis estado más en la defensa de vuestros privilegios y los de aquellos a quienes rendís servidumbre, que en la defensa de los trabajadores, de sus entornos, de sus naturalezas y de sus verdaderas necesidades para una vida digna, sin boatos, ni superfluas, ni ostentosas riquezas.
El mundo que nos habéis traído hasta aquí, está hoy más perdido que nunca, ya no sois líderes de nada ni de nadie. Nunca lo fuisteis, en verdad. Ya esos trabajadores, los nuevos esclavos de este siglo XXI, están hartos y cansados de vuestros engaños y no encuentran en vosotros a ninguna voz autorizada para representarles con la dignidad que ellos siempre han merecido.
Esos trabajadores maltratados no entienden lo que habéis hecho con este mundo y tampoco entienden por qué aún hacéis la guerra, donde solo mueren los inocentes que vosotros habéis decido que mueran. Ni tampoco entienden que cerréis las fronteras a los que consiguen escapar de vuestros circos romanos. No entienden que vengáis ahora con aumentos exorbitados de los gastos de la defensa, que se detraen de los gastos del bienestar, y que solo provocaran más muertes y sufrimientos en seres humanos que son iguales a vosotros.
¡Hartos estamos de tanto agravio! Y quizá todo sea porque, de alguna forma nosotros, el pueblo, también tengamos parte de responsabilidad en todo este desaguisado que nos envuelve y que, tan bien, resumía Víctor Hugo al decir: “Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”
Para vuestra tranquilidad y refugio, apeláis a las reglas, a las normas y a las leyes como escusa a vuestra indecencia, obviando que esas reglas, esas normas y esas leyes, las cambiáis cuando no os vienen bien a vuestros intereses y a los de aquellos a quienes, en verdad, servís. Los ciudadanos de hoy no son más libres que ayer, ni son más sostenibles y solventes, sino, todo lo contrario. La esclavitud y la pobreza avanzan de forma exponencial por todo el orbe y es muy posible que estemos ya inmersos en la más absoluta de las decadencias. La precariedad en la que todo se desenvuelve roza el punto de ruptura y eso lo habéis provocado vosotros, dirigentes de nada y fieles servidores de esa banca propietaria en exclusiva de todo cuanto se mueve en este desgraciado mundo.
No habéis conducido al mundo en la dirección más adecuada y, por eso, este mundo está como está: Hecho trizas y sin visos de mejora porque todo apunta al empeoramiento. Privatizasteis y nos globalizasteis con el solo objetivo de vuestro enriquecimiento más usurero y ahora que vuestra esquilmación ha llegado al extremo, replegáis y queréis haceros fuertes frente a los esquilmados de fuera y de dentro de vuestras artificiales fronteras. ¡Demasiado vuestro cinismo!
No solo habéis acabado, gratuitamente, con el equilibrio de toda ecología, habéis acabado con la esperanza de millones y millones de seres humanos que aspiraban a un mundo más humano, más habitable y razonable. El engaño no será sostenible por mucho más tiempo y comenzarán a resquebrajarse todas vuestras arquitecturas porque no estaban dirigidas a conseguir la felicidad de todos vuestros administrados, sino, únicamente, la vuestra y la de aquellos que os mandan en verdad.
Tantas disquisiciones, tantas apreciaciones, tantas cautelas solo buscaban la confusión y la consecución de un entramado, donde esconder vuestros verdaderos intereses de parte. Habéis construido la mayor estafa posible a este pequeño mundo llamado Tierra.
El mundo que habéis traído hasta aquí está lleno de contradicciones y de crímenes contra todo tipo de vida. Hicisteis de lo falso verdad y, de la verdad, la más absoluta falsedad.
No sois dirigentes ni líderes de nada, sois los peleles reptilianos que continúan practicando los sacrificios y las ofrendas más ominosas y primitivas con el fin de mantenernos encerrados en esta granja de ignorancia y servidumbre.
A todos vosotros, los dirigentes
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