Inicio Historia Sólo los EE.UU. pueden salvar a los cubanos de sus miserias

Sólo los EE.UU. pueden salvar a los cubanos de sus miserias

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¿Qué se decía en Madrid en 1870 sobre las soluciones que se ofrecían a los residentes en Cuba dadas las circunstancias?

No: el Gobierno de España no puede nada en Cuba. El mediador y pacificador de Cuba ha de ser otro. Otro ha de ser el que impida que aquellos partidos enconados se destrocen y devoren mutuamente, y salve las vidas y los intereses de nuestros compatriotas.
Afortunadamente ese otro también conoce que sólo él puede ser el salvador de la desgraciada Antilla, y se ha apresurado a ofrecer su mediación para conseguirlo. Afortunadamente ese otro, que es la república de los Estados-Unidos, tiene interés en que Cuba no acabe de arruinarse y en que sea próspera y feliz; y como ese interés es el de España y el de todos los habitantes de Cuba, de aquí es que esos intereses combinados sean el elemento de donde se ha de producir la solución que salva a aquellos amenazados países.
Afortunadamente, esta no es una solución nueva y desconocida. La prensa la ha defendido: el general Prim y otros hombres de Estado nuestros la han conocido y aceptado desde el principio: sólo se ha creído que era cuestión de tiempo, y ya ha llegado el momento oportuno.
La solución es necesaria, urgente, hoy no hay otra posible quo sea conveniente y satisfactoria. Con la cesión, la anexión o la mediación de los Estados-Unidos, viene ese poder fuerte y regulador que se imponga a los partidos; que los obligue a respetarse, que evite venganzas y luchas futuras; la única que puede salvar los intereses de nuestra compatriota; que encarrile a la isla en la senda de la prosperidad y engrandecimiento, por la que llegaría en breve a un término fabuloso de riqueza y bienandanza, que le permitiera satisfacer la inmensa deuda que pesa sobre aquel Tesoro; y que de otro modo quedaría sin solución con amenaza de una bancarrota; y por último, que fundiendo los intereses de criollos y peninsulares, fundiría también las voluntades en esos intereses, a fin de que un día, no lejano, pudieran bendecir juntos a la madre patria que les salvó de un abismo y les proporcionó un porvenir tan magnífico como inesperado, y que apenas se atreverán a columbrar en las densas y sangrientas tinieblas que hoy las rodean por todas partes.
Dos Banderas: Anónimo.

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