Ser cubano

En EE.UU. ser estadounidense del norte, y morir en la calle por falta de asistencia sanitaria, o de rico pasar a pobre de necesidad por culpa de una intervención quirúrgica que no te la cubra el seguro privado para los pudientes económicos, es una libertada constitucional aplaudida y defendida por todos los medios de comunicación al servicio del que le compra la tinta y el papel.

Pero si naces en Cuba, y quieres formar parte de un estado solidario, moderno, adelantado, sin ir más lejos en la historia moderna o contemporánea, desde que el ejército cubano (nativos, españoles y criollos), derrotaron al ejército español (españoles pobres, sin poder pagar el cupo militar que los librara de la guerra), y los yanquis utilizando la técnica del buitre esperaron a picotear los despojos militares imperiales españoles, tienes, desde la primera constitución de 1.901, que pedirle permiso a los EE.UU. incluido qué mano tienes que usar para sacarte la churra para orinar.

Porque en toda la historia de las injerencias políticas de un país, generalmente llamado imperial, sobre otro, generalmente lo más benévolo denominado colonia, ningún colonialismo ha tenido la mala leche y la humillación que para la gente cubana tuvo la llamada Enmienda Platt, o tiene la injerencia actual.

Por señalar al país más avanzado constitucionalmente y solidario de todo el continente Indiano, Uruguay, su primera Constitución, promulgada y puesta en vigor (curiosamente coincidiendo en la fecha y mes, 18 de julio, pero 106 años antes que los curas con el brazo armado del fascismo mundial, nos salvaran a los españoles), porque se dejó muy claro que el estado Uruguayo se establecía como un estado unitario, republicano y confesional, y que la religión oficial era la católica, sin más hostias que las suyas, y que la ciudadanía estaba restringida a los propietarios alfabetos, y se excluía a los asalariados y analfabetos, una constitución así, es una taza de caldo muy apetecible para el injerente capitalismo yanqui.

Pero, los cubanos, puede que obediente a sus raíces pacíficas y solidarias tainas, o revoltosas y justicieras caribes, la desigualdad no es ni un plato ni una taza que le guste degustar; y, es lógico que se sientan cabreados cuando una sociedad, la yanqui, que culturalmente no saben hacer la o con un canute, y lo único que hacen de maravilla es apuntar y disparar con el cañón de un arma de fuego, estén jodiendo desde aquel año de 1.901 hasta nuestra actualidad.

Mi experiencia personal, es que cuando sales de La Habana, ciudad con gente más picardeada que las provincias, aunque en La Habana un español se puede sentir más en España que en muchas ciudades con bandera española o peninsular, en las provincias cubanas, te tropiezas con una gente que, de inmediato, te despiertan una profunda admiración y tienes un sensación de seguridad y paz paseando, a la hora que sea, por sus ciudades provinciales, como no se experimenta en ninguna ciudad europea.

Y visto y contemplado toda esa armonía ciudadana, que por culpa de una sociedad brutal, la yanqui, que no es que sea una novedad como ellos publicitan a diario de que no les gusta el socialismo cubano, sino que, en la más triste realidad, llevan jodiendo la marrana a los cubanos desde el día primero de mil novecientos a cara descubierta, y, desde muchos años antes, a cara tapada.

Y utilizaron la cara tapada en su injerencia a Cuba y los cubanos desde el siglo XIX, porque en su lucha de independencia de sus primicos ingleses, Cuba hizo de centro logístico para suministrarle los aperos necesarios de utensilios y comida para su lucha independentista.

Pero como para ellos, para su insuperable cultura, las Islas Canarias están dentro del territorio peninsular, en la tierra adentro, Cuba y los cubanos son los que sus serviles comunicadores quieren que sean.

Salud y felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis.

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