Sacro imperio Americavaticano

Si por estas mis tierras levantinas de España que están tirando hacia el sur, y pienso que en cualquier parte de esta piel de toro que perdió los cuernos de su virilidad desde que el amasijo pepé-pesoe-sectas religiosas compraron con dinero la democracia y la indiferencia patria; si por estas viejas tierras de tránsito de gentes que se van y no vuelve ni una, un ecuatoriano, un panameño, o cualquiera que lleve pasaporte y nacimiento en una república de laa de la América Morena, la que empieza un poquico más arriba del Río Bravo del Norte y acaba hundiéndose en las frías aguas oceanas antárticas, dice que es americano, que tiene y goza del gentilicio americano, inmediatamente su interlocutor español lo corregirá y le dirá que no, que él es panameño o colombiano, o peruano, porque lo de americano, se lo han reservado, se lo están reservando en exclusiva para ellos solitos los gringos, los yanquis: los usa en general.
Y algo tan absurdo que empezó siendo corregido y diferenciado, ahora, los aventajados en limpiaculos medios de comunicación españoles (gentilicio que se quieren apoderar de él, de lo de español, el pancismo sectario de sacristía español) ya dan por entendido para ellos y sus jefes, que diciendo americanos están solamente adjetivando a los estadounidenses que, en su día, no tuvieron cojones ni se pusieron de acuerdo para encontrar un gentilicio que adjetivara sus varios estados unidos al norte de Méjico, que éstos sí son los estados unidos mejicanos, brasileños, argentinos, etc.etc.
Tal asunto que parece algo inocentón y que está hecho sin mala leche, lleva en el trasfondo una aplicación, unos resultados que dieron su fruto en tiempos como los actuales de altísima cultura de aplicaciones de teléfono móvil, pero inquietud cero por sentar las bases reales del conocimiento y de saber quienes somos, de donde venimos y a donde coño vamos.
En silencio, a la chita callando, todo el ladinismo judeocristiano del Vaticano, que ya le importa muy poco seguir adelante con el juego de que ellos se encargan de echarle de comer a los pobres y vestirlos y darle educación y formación, y desde la segunda guerra mundial para acá en compañía del sacro imperio usa, unas veces con accionariado común y otras por separado, al Vaticano ya nadie le puede toser con las tremendas posesiones financieras en bancos, empresas de seguros y reaseguros, fábricas de todo lo que sea rentable (parece ser que los condones cada vez menos), fincas, y un santo amén a lo largo y ancho de un planeta que, para que no decaigan sus resultados contables, no se paran ya en el canto de milongas camperas; se han remangado las sotanas y ni se preocupan de las apariencias de extrema riqueza y de amistad con beso con lengua, con los lanzamisiles matarifes de gente inocente.
En tiempos del nieto de los reyes españoles que los vaticanos no hicieron santos porque eso conlleva su papeleo, pero sí los hicieron católicos, un imperio con un nombre que en realidad se debió de llamar el Primer Reich, los medios de entonces y los que estudian y escriben la historia con la minúscula de servir al príncipe y no a la verdad, lo adjetivaron y la adjetivan todavía como Sacro Imperio Romano Germánico, porque queda más diluido que si dice que lo que fue: Un Imperio Alemán, con tropas mercenarias de reinos extranjeros debidamente pagadas.
Por aquel mayo corriendo el año de mil quinientos veintisiete, por aquellos largos ocho días para los romanos que dicen las crónicas que duró el saco, sacco di Roma, los soldados, las gentes germánicas y mercenarias, aunque estaban encuadradas en un imperio romano, ninguno (bueno; pudo haber algún mercenario o mercenaria de Roma) era de aquella ciudad italiana; pero a los efectos de poderío, para la historia con hache minúscula, lo de romano parece que otorga continuidad de la otra mentira extendida de que Roma nos enseñó a los ibéricos y a los de la América Morena todo lo que sabemos.
Florencia, Milán, Venecia, Francia, el Papado, en aquel mayo que las gentes europeas encabezadas por lo que puso al descubierto y al conocimiento el fraile Lutero, pensaron que ya estaba bien lo de utilizar el dinero de los pobres en guerras y trajes de seda natural por el clero y los suyos (igualico que ahora en España, y por ahí) se unieron bajo el gentilicio de la Liga Cogñac, y de 1.526 se tiraron dos o tres años sabiendo lo que valen y las púas que tiene un peine, cuando los soldados alemanes, españoles, franceses y los sin papeles que quisieron, se metieron en la ciudad de Roma y, particularidades aparte de que algunos cardenales disfrutaron lo suyo, fueron días de vino, oro, plata, comida y sexo en la ciudad que más tenía de ello en todo el mundo de aquellos años.
El imperio actual americano, en razón del mismo prestigio de continuidad que tuvo el Sacro Imperio Romano Germánico, ya se ve perfectamente que su nombre es el de Americavaticano.
Porque el Vaticano le ha echado la pata a Roma.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.
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