«La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en las costas de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él. Con una explicación de cómo al final fue insólitamente liberado por piratas. Escrito por él mismo».
Robinson Crusoe. Daniel Defoe.
A Pedro Serrano le cupo en suerte perderse en ellos y llegar nadando a la isla, donde se halló desconsoladísimo, porque no halló en ella agua ni leña ni aun yerba que poder pacer, ni otra cosa alguna con que entretener la vida mientras pasase algún navío que de allí lo sacase, para que no pereciese de hambre y de sed, que le parecían muerte más cruel que haber muerto ahogado, porque es más breve. Así pasó la primera noche llorando su desventura, tan afligido como se puede imaginar que estaría un hombre puesto en tal extremo.
Garcilaso de la Vega. Siglo XVI.
Al pensar en un naufragio pueden sobrevenir diversas ideas a nuestra mente; Robinson Crusoe o la película de Tom Hamks “naúfragos”, fijo . Para los arqueólogos e historiadores naúticos, los naufragios están repletos de connotaciones y hechos que nos demuestran que la historia se repite una y otra vez; es lo que tiene navegar. Las redes marítimas se amplían a lo largo de la modernidad, en una España cuya savia viajaba y regresaba, por esas nuevas rutas en paralelo el desarrollo como nación y al cambio de era como nos preconiza John Elliott. Junto a este cambio en los tiempos, en la geografía y en las artes, a los protagonistas de ese giro “científico y geopolítico mundial” que lídera España, a sus principales actores se les hundían irremediablemente los barcos aquí y allí. Y junto a los impresionantes descubrimientos, irremediablemente íbamos dejando un reguero de naúfragos. Emprendedores de la historia que morirían o intentarían sobrevir aquí y allí, desde el Caribe a Filipinas, de norte a sur. Naúfragos en lugares siempre exóticos, distantes y desconocidos.
Tres siglos de trasiegos de barcos hispanos por todos los rincones del mundo, dan para mucho. La presente historia, trata de recordarles. En esta ocasión, la desconocida fábula del naúfrago Pedro Serrano merece ser contada y nos sirve a las mil maravillas para ello. Si bien ha pasado a la historia el naúfrago universal del señor Defoe, que por cierto tiene una biografía apasionante, la del marino de la nao de Pedro Cifuentes es casi desconocida. Si bien su historia ha sido divulgada para nuestro deleite por varios autores; en especial la del gran historiador Cesáreo Fernández Duro, que precisamente su”relación del naufragio de maestre Juan, ocurrido en 1528″, inspira el siguiente post de espejo de navegantes…
Como no. No podía ser de otra forma. Resulta que la conocídisima historia que escribio Defoe, sobre el naúfrago más ilustre universalmente tuvo unos antecedentes previos en la figura de un capitán de navío castellano y Español llamado Pedro Serrano. La cronología manda y está se produjo en 1528, precisamente 189 años antes de la publicación de Defoe en 1719, que por cierto, es un escritor de lo más interesante. The Fortunes and Misfortunes of the Famous Moll Flanders, más conocida simplemente como Moll Flanders, uno de sus principales títulos. Novela picaresca narrada en primera persona que trata acerca de la caída y de la eventual redención de una mujer solitaria en el siglo XVII en Inglaterra, así como, un viaje por toda la “Isla de Gran Bretaña ,”A tour to the Whole Island of Great Britain”, junto a la conocídisima “Robinson Crusoe”, son el reflejo de buena parte de su obra.
Defoe tenía interesantes registros, su vida es cuando poco atractivísima, para un lector del 2016 en plena canícula de verano. Entre otras cuestiones ostentó la experiencia que iba de empresario arruinado, a seminarista o incluso espía. En septiembre de 1706, Harley lo mandaba a Edimburgo como agente secreto. Gracias a libros tales como, “las cartas de Daniel Defoe”, (editado por G. H. Healy, Oxford 1955), que se dispusieron para la lectura, se ha podido saber mucho más acerca de sus actividades como agente secreto. Y de ahí, algunas de las historias más complejas e increíbles del periodismo y la literatura, muchas de ellas inspiradas en sucesos reales. Se le considera también el precursor de la prensa en inglaterra con su obra “the storm”, la descripción pura y dura de una gran tormenta que dío al traste con media Gran Bretaña. Daniel Defoe, falleció en 1731, malviviendo en la clandestinidad y huyendo de sus acreedores. Su vida dió para mucho, para conocer esa faceta pícara del ser humano en aquellas urbes que crecían paralelas al resurgir de las naciones en el XVIII. También le dió para viajar y conocer España. Visitar con el pretexto de vender vinos, que mejor tierra que esa Cádiz marinera y vinícola, para así conocer las historias de naúfragos que jalonan el litoral español, un litoral lleno de hundimientos y relatos…
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Robinson Crusoe era español y se llamaba Pedro Serrano
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