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Reivindicación del hispanismo

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La Leyenda Negra heriría grave y permanentemente la identidad cultural española hasta el tiempo actual

 

En este artículo se pretende dar una panorámica lo más clara posible sobre la historia de la Hispanidad, con el objetivo de desterrar malos entendidos, interpretaciones incorrectas y datos desconocidos.

Orígenes y cénit

En un sentido estricto, se entiende por Hispanismo la corriente de pensamiento surgida del estudio de las diversas manifestaciones, caracteres y realidades que componen la cultura hispánica. Hoy en día hablamos de cultura hispánica, que no española, debido a la enormidad, variedad y trascendencia de todas las culturas herederas de la propiamente española. Mucho más tardío al de Hispanismo es el concepto de Hispanidad, que hace referencia al carácter sociocultural común de todos los pueblos de origen total o parcialmente hispánico. Se puede decir, por tanto, que Hispanismo e Hispanidad son un binomio indisoluble: la segunda es consecuencia del primero, y el primero es causa de la segunda. Consecuentemente, en adelante hablaremos indistintamente de Hispanidad e Hispanismo, como de paisaje y mapa.

Aunque no siempre ha ostentado ese nombre, el Hispanismo, como corriente filosófica y sociopolítica, es una de las más antiguas, mal empleadas y denostadas de la historia del pensamiento europeo.

En este artículo se pretende dar una panorámica lo más clara posible sobre la historia de la Hispanidad, con el objetivo de desterrar malos entendidos, interpretaciones incorrectas y datos desconocidos.
El primer origen del pensamiento patriótico hispánico hay que buscarlo en la apología de unidad cultural y popular (aunque podría ya hablarse prudentemente de unidad nacional) que desde la unificación del reino visigodo de Hispania, allá por los tiempos de Leovigildo (mediados del siglo VI d. C.), se vino produciendo en la literatura medieval hispánica.
Con los Laus Spaniae de San Isidoro de Sevilla (624) como punto inicial, se sucedió una nutrida tradición de apología hispánica a lo largo de toda la Edad Media, con una infinidad de referencias como el Chronicon mundi de Lucas de Tuy (1236), el Poema de Fernán González (c. 1250), o la Estoria de España del rey Alfonso X el Sabio (1274), sin mencionar otras muchísimas como el propio Cantar de Mio Cid (1027). Esta exaltación de España como una realidad y los sentimientos reflejados en ella evidencian un sentir hispánico casi mil años anterior a la unificación de los reinos peninsulares en la Monarquía Hispánica que marca el inicio formalmente aceptado de la Nación Española.
En estas obras de lo que podríamos llamar “Primera Hispanidad” rebosan de una nostalgia histórica de un pasado de unidad entre todos los pueblos hispánicos, primero contra la invasión romana y después dentro del imperio como provincia. Con los datos en la mano y la definición actual de Hispanidad, esto sin duda fue Hispanidad. Y lo fue debido a que se establecía una defensa (más o menos argumentada) del carácter sociocultural común de los pueblos hispánicos antes de la unificación política de España, es decir, se establecía una Apología Nacional.
Si el primer hispanismo constituyó una reivindicación de la unidad cultural hispánica, así como la exhortación de la unidad política conocida en épocas pasadas, el “Segundo Hispanismo” se desarrolla durante la Edad de Oro del Imperio Español, momento en el que el concepto mismo de Hispanidad  (aunque, recordémoslo, aún no se llamaba así) se desarrolla amplísimamente en varias direcciones. Autores como Antonio de Nebrija, Francisco de Quevedo, Juan Luis Vives y sobre todo Juan de Mariana entre tantos otros desarrollaron el hispanismo imperial, que transformó para siempre la identidad cultural y nacional de España.
Por un lado, el ámbito de aplicación del pensamiento hispanista pasa a ser el Imperio como unidad supranacional, esto es, España con los territorios de Ultramar, así como el resto de reinos europeos en manos de la Monarquía hispánica (Flandes, Nápoles, etc.). En el orden religioso, se produjo un giro copernicano que comenzó con la expulsión de los moriscos y de los judíos de España, y que debido a necesidades políticas del Imperio y del poder de los Estados Pontificios en aquella época derivó en el establecimiento de un carácter católico entroncado en lo más profundo de la identidad hispánica que permanecería invariable prácticamente hasta nuestros días. Por último, cabe destacar el surgimiento de un condicionante que heriría grave y permanentemente la identidad cultural española hasta el tiempo actual: la Leyenda Negra.
Originariamente difundida con testimonios falsos en Flandes e Italia para debilitar el gobierno imperial en aquellas zonas que pretendían independizarse, la mecha prendió rápidamente por todo el imperio al calor de la decadencia económica y militar. Prácticamente, el sentimiento patriótico español no volvería a recuperarse de la severa e interminable agonía imperial. Con todo, no fue una época completamente estéril, ya que El Siglo de Oro español y la Ilustración en el s. XVIII florecieron en esta época y otorgaron muchísimas luces al pensamiento hispánico.
 

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