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Reivindicación de Carlos II "el Hechizado"

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-Por el filósofo Manuel Fernández Espinosa

Hay dos formas de acercarse al reinado de Carlos II «El Hechizado»:

1) LA SENSACIONALISTA (dependiente de la Leyenda Negra) y que se hace desde la estúpida frivolidad, despreciando al Monarca por su fealdad física (su enfermedad y su aspecto eran consecuencia muy probablemente del Síndrome de Klinefelter) y pintando aquella época como una tenebrosa procesión de hechiceros, exorcistas… La leyenda negra que propaló y le interesaba a Luis XIV, le Roi Soleil, para sentar en el trono de España a uno de su estirpe. Con harta frecuencia, ésta injusticia histórica se convierte en un falso argumento para desacreditar el sistema monárquico por completo, no sólo a la Casa de Austria.

2) LA CIENTÍFICA: Y hay otra forma de comprender mejor aquella época que, contra la opinión generalizada, no fue tan oscura como la pintan los irresponsables de arriba y que no fue ni mucho menos la extrema decadencia de España, sino la recuperación económica que permitió a la siguiente dinastía borbónica seguir por todo el siglo XVIII con el Imperio y, con Carlos III, llegar a la mayor plenitud de poderío. El reinado de Carlos II rindió cuentas, saneando la Hacienda y ello gracias al equipo de economistas españoles que se encargó del asunto poniendo toda su inteligencia y patriótico empeño en reflotar a España. El Rey no podía, estaba bastante limitado por su enfermedad, pero mantuvo siempre una convicción: reconociendo humildemente su incapacidad, se rodeó de los mejores hombres de sus Reinos.

Pero para saber eso hay que tirar a la basura los panfletos difamatorios y sensacionalistas que no tienen solvencia científica ninguna: ni histórica, ni económica ni médica. Y sentarse a leer el libro de Carmen Sanz Ayan: «Los Banqueros de Carlos II» o los libros del británico Christopher Storrs. Este artículo que enlazo, no obstante, es de índole científico-médica y no indaga en el reinado. Pero revisar ese reinado podría ser inspiración para los economistas serios, no para los utopistas de la izquierda ni los lacayos del liberalismo.

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