¡Yo sí reconozco a la República Catalana!

Lo que sigo sin reconocer y me produce hartura de miedo, tanta o más que la forma de envenenar y engañar los medios a la opinión pública española, es a esa masa amorfa, inculta: un impresentable amasijo social para esta época y para el futuro, que en algo capitanean esos dos palos de fregona del capitalismo más obsceno que son el coletas San Pablo, y el guapetón de San Pedro.
La forma de gobierno bajo el democrático sistema de república, que en el caso catalán no va a ser una república de izquierdas, ni mucho menos, ni, incluso, tiene visos algunos de ser una república democrática con plenas garantías por presiones de España, no obstante, para cualquier izquierdoso, toda forma de gobierno que no conlleve tener al frente del estado un rey por la gracia de dios, los curas y los casinos, tenía que ser apoyada desde la izquierda a tope. Pero, claro, para eso hay que ser de izquierdas, y ni el santo coletas ni el otro santo el engañabobos de Pedro, que solo hacen lo que les mandan desde cualquier club derechón o, por el contrario, les recortan ese pienso en el que han demostrado que les gusta hocicar mucho más, o en parejo, con los señoritos del pio pio.
Lo que está pasando en Cataluña le vendría muy bien a un pueblo diferente del español, que sigue en sus trece de que la lluvia la traen las vírgenes sacándolas en procesión, que las cosechas son buenas en función de las misas cantadas y las novenas, y que la obligación social de vivir todos juntos, acaba y empieza con votar cuando los políticos lo demanden, y, en el caso español con un porcentaje de arranque del voto cautivo hacia el catolicismo franquista que, como mínimo, sin abrir las urnas, goza de más de un veinticinco por ciento de los votos emitidos.
Lo que da juntamente con asco y rabia, es el miedo de no saber absolutamente nada de a dónde va a ir todo este proceso iniciado en España, en Cataluña, donde el sistema sabe que dispone de un caldo de cultivo muy apropiado para hacer lo que le venga en gana y se le antoje porque la dignidad se fue exiliada de este país hace años, y nos ha quedado un combinado de conveniencia social que está robando a manos llenas ante la impunidad más absoluta, ampara por los palacios de todo tipo y una masa popular que hasta que no pongan la caña de cerveza a doce euros sin tapa, no va a reaccionar, salvo que una plaga de carcoma asole todos los palos secos con o sin peluca, de sus idolatrías inyectada y heredadas potenciadas de la generación franquista.
Los catalanes, el pueblo catalán no tiene ni idea de dónde va a ir a parar con su república, aunque la idea de abandonar España sea una idea que más que idea es un sueño, puesto que a nadie le gusta vivir en un muladar y España es un gigantesco muladar que apesta de uno a otro confín geográfico ibérico; pero lo ideal sería que la voluntad catalana realmente fuera popular y no estuviera teledirigida desde oscuridades que ni tan siquiera son la llamada burguesía catalana, que esa ya tiene que mirar y preguntarle a la Trilateral si lo va haciendo bien o regular.
Pero dentro de este amasijo desconocido hasta para el propio gobierno español que tiene que recibir instrucciones a cada minuto de la Trilateral respecto a lo que tiene que hacer y decir, no parece que se barrunten buenos tiempos para nosotros los pueblos, supuesto que algo así, algo tan ilógico como lo que está pasando en Cataluña solo se puede dar en España, y ningún país con un pueblo serio, con unos medios de comunicación serios, permitiría esta tremenda burla informativa, esta mentira gigantesca que se ha apoderado de las conversaciones españolas antes de hablar del fútbol y de no saber a dónde vamos a ir a parar, pero seguimos con las manos metidas en los bolsillos, y solo las sacamos cuando nos ordenan que aplaudamos.
España en la Trilateral, también llamada el Club de Bilderberg no tiene ningún miembro con voz ni voto, y a lo más que ha accedido en ocasiones es a permitir en sala aparte el pavoneo de la presencia (sin televisor plasma) de algún representante español que, paradojas del destino, todos los que han asistido como son la flor y nata de la política y el poder patrio español, hoy están señalados por esa parte de la poca justicia española que queda.
El grano en el culo que le ha salido a los padres y madres patrios españoles todos durmiendo en cama caliente con el fascismos más involutivo europeo, en razón de la mayor inteligencia política, ministro a ministro, presidente a presidente entre Cataluña y España que nos ganan por goleada de cultura y saber estar democrático, no es algo que lleguen a alcanzar los tertulianos españoles incapaces de otra cosa que no sea contar el jornal que se están ganando con la lengua, aplicándola donde sea menester según caso.
Yo si reconozco la república independiente de Cataluña, lo que no reconozco ni mirándola con lupa es a esta España inmoral,  inculta y ladrona, sin dignidad, que está volviendo tan tranquila al franquismo más horrible que ya sufrimos.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

Salir de la versión móvil