Recibí en Aranjuez el Premio a la Cultura

Foto: Aranjuez, Auditorio Joaquín Rodrigo. Don Miguel García Puñales me entregó el Premio a la Cultura.

París, 25 de julio de 2020.

Querida Ofelia :

Tomamos el avión de Iberia en el parisino aeropuerto de Orly rumbo a Madrid. En el aeropuerto de Barajas estaba nuestro gran  amigo Miguel Ángel esperándonos, el cual nos llevó en su coche hasta el hotel en Aranjuez. Dedicamos la tarde a pasear por el castillo y sus jardines. Fue un placer recorrer el Palacio Real del siglo XVIII, subir por la escalinata construida por Giacomo Bonavia, recorrer las habitaciones de la reina María Luisa decorada con cuadros de Lucas Jordán. El Salón del Trono está tapizado con terciopelo rojo y sus muebles son de estilo rococó. El Salón de porcelana es el más espectacular, pues está compuesto por piezas de porcelana de la fábrica del Buen Retiro de Madrid de 1763, con decoraciones de guirnaldas y escenas chinas en relieve.

Fuimos al Jardín del Príncipe, el cual fue sembrado a orillas del Tajo. Se llega por cuatro puertas monumentales y al pasarlas uno queda en medio de un bellísimo y romántico jardín inglés. Alrededor de la fuente de Hércules se alzan cedros y magnolios.

En La Casa del Labrador, construida por Carlos IV hay veinte bustos de personajes de la Antigüedad en mármol de Carrara.  La decoración interior del siglo XVIII es suntuosa: techos de estilo pompeyano, puertas de caoba, pisos de mármol, tapicerías de sedas bordadas, porcelanas, relojes espectaculares, etc.

Esta visita nos trajo muchos bellos recuerdos, pues Aranjuez fue el primer lugar que deseamos visitar al llegar a La Libertad en Madrid en el ya lejano 21 de mayo de 1981. Así lo hice saber al público que asistió al Auditorio Joaquín Rodrigo, cuando esa misma noche Don Miguel Ángel García Puñales, presidente del Centro de Información y Documentación de Estudios Cubanos, me entregó El Premio a la Cultura. Se lo dedico a Las Damas de Blanco, símbolo actual de la Dignidad de la mujer cubana y a ti, que fuiste una Dama de Blanco en 1959.

La Noche Cubana comenzó con un recital de bellas canciones interpretadas por el cantautor cubano Boris Larramendis, acompañado por un percusionista que tocaba sobre un cajón de madera sobre el cual estaba sentado.

Al terminar de interpretar sus canciones, se pasó a  la entrega de los premios, entre ellos el de Fotoreportaje a Guillermo Miyares Cruz.

El cuarteto Los Matanceros cerró la soirée con un recital de bellas canciones tradicionales cubanas, que al ser conocidas por el público presente, provocó fuertes aplausos.

Los asistentes a la Noche Cubana fueron invitados a un bufé en un salón  del Auditorio, que consistió en tapas típicamente españolas acompañadas por un excelente vino tinto de Rioja.

A las 11 y 30 p.m. nos sentamos en una de las numerosas mesas de los cafés que llenan el centro el paseo que conduce al célebre Palacio de Aranjuez. Había un magnífico ambiente.  Numerosos jóvenes y familias ocupaban las mesas o paseaban entre ellas. Recordé cuando en mi infancia el parque de mi terruño  camajuanense  y los cafés de sus alrededores se llenaban de jóvenes y familias que paseaban sanamente, hasta que un día un “compañero”  símbolo del Mal, llegó a destruir todo lo que nos  había hecho  ser como éramos hasta entonces.

Al mediodía del 1° de octubre Miguel Ángel vino a buscarnos al hotel para llevarnos al hotel de Madrid, en donde pasamos tres días excelentes, que ya  contaré en mi próxima carta. Almorzamos en El Palacio del Jamón, restaurante en el que los jamones parecen caer en cascadas desde el techo.

Un gran abrazo con gran cariño y simpatía desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.

Nota bene: Esta crónica aparece en mi libro «Memorias de Exilio». 370 páginas. Les Éditions du Net, 2019.  ISBN: 978-2-312-06902-9

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