“Ya desde México se ve el problema de las acusaciones a Castro y a algunos de su grupo de que son comunistas”, dices en tu libro. ¿Hay un designio de Fidel Castro de irse al comunismo soviético desde el principio? “Como bien dices, el libro expone cómo el debate sobre el comunismo aparece desde muy pronto entre las filas revolucionarias, tal vez desde que el gobierno de Batista acusó a los ‘moncadistas’ [asaltantes del Cuartel Moncada] de agentes soviéticos. Pero no creo que haya habido tal designio comunista sino que, a juzgar por los documentos y programas del Movimiento 26 de Julio, el Directorio y otros grupos revolucionarios provenientes del autenticismo y la ortodoxia, hasta 1960, predominó un nacionalismo democrático entre los líderes de la Revolución”.
¿Por qué los cubanos tenían esa fijación con la palabra y el concepto “Revolución”, tanto Batista, como Grau, como Fidel Castro, todos se referían a la Revolución como los católicos a su fe? “En efecto, la palabra Revolución es recurrente en la historia política de Cuba, desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la caída de Batista. Pero habría que decir que eso no es privativo o excepcional en la historia de Cuba. En toda América Latina, desde la Revolución Mexicana de 1910 hasta la sandinista de 1979, pasando por los grandes populismos de la región, el peronismo y el varguismo, el concepto de Revolución ocupó el centro de la esfera pública y casi todos los actores políticos, de derecha, centro o izquierda, se presentaron como ‘revolucionarios’”.
Destacas las diferencias entre el Llano y la Sierra en la lucha, la de la oposición violenta y la pacífica. Esto es muy importante para el exilio, adonde partieron muchos del Llano. “Las diferencias entre la Sierra y el Llano, que se manifiestan desde un principio, pero que estallan en los días posteriores a la huelga del 9 de abril de 1958 y la reunión de Altos de Mompié, no fueron únicamente tácticas, como sostiene la historia oficial. Fueron diferencias de fondo, que enfrentaron a la jefatura militar de la Sierra, donde ascendía un fuerte caudillismo, con la corriente más claramente republicana y democrática del 26 de Julio urbano”.
¿Cómo se explica el Escambray antes, frente a Batista, y después, frente a Fidel Castro. “El Escambray es el microcosmos de la guerra civil cubana, si aplicamos este concepto al período que va de la formación de las guerrillas antibatistianas en 1958 a la caída de los últimos grupos armados anticastristas en 1967. Hay razones geográficas y sociales detrás de esa localización del conflicto, que comento en el libro, y que tienen que ver con el hecho de que en esa zona se creó una tradición guerrillera prolongada que, desde discursos y prácticas similares, se enfrentó primero a Batista y luego a Castro”.
La transformación de la economía y la sociedad cubanas sucedió de un tirón. ¿Cómo pudieron hacer esto? ¿Fusilamientos, presidio político, UMAP, etc., influyó ese aspecto del terror? “Fueron varios elementos a la vez. En primer lugar, la enorme popularidad de los comandantes de la Revolución, que fueron recibidos en La Habana como dioses. El conflicto con Estados Unidos, que estalla en el verano de 1960, también contribuyó a la cohesión del pueblo en torno al gobierno revolucionario y facilitó a este el giro al comunismo. Pero a la vez, como se sostiene en el libro, pesaron los nuevos mecanismos de control social y político creados por las nuevas organizaciones de masas, la represión, los fusilamientos, el exilio o el cuantioso presidio”.
Nos das un ejemplo contundente de la organización de masas, versus el modelo democrático representativo, una de las mejores descripciones sociológicas que pintas en tu historia. “Las nuevas organizaciones de masas, CDR, FMC, ANAP, milicias, brigadas alfabetizadoras…, nuevas instituciones como el INRA, y el propio gobierno revolucionario crearon un primer sistema político, que por 17 años careció de mecanismos representativos, ya que la Asamblea Nacional del Poder Popular se instaló en 1976. No habría que subestimar el legado autoritario de esa ausencia de gobierno representativo en la cultura política fundada por el orden socialista”.
La política de lanzar guerrillas contra los gobiernos en las Américas central y del sur, extenderse al África, etc. ¿Fidel Castro quería ser Alejandro Magno del Caribe o eran pactos con los soviéticos? “En el libro sigo la interpretación de historiadores como Piero Gleijeses y Juan Benemelis que, desde distintas perspectivas ideológicas, convergen en que el apoyo a guerrillas latinoamericanas y movimientos descolonizadores en el Tercer Mundo fueron políticas autónomamente trazadas y promovidas por el gobierno cubano, aunque abastecidas por el subsidio y la colaboración militar con los soviéticos y, a veces, debatidas o negociadas con Moscú”.
¿Cómo se llegarán a unir las dos culturas, isla y exilio? “No estoy seguro de que las culturas producidas por la Revolución en la isla –entendiendo por período revolucionario las dos décadas que van de 1959 a 1976– y por el exilio, fuera de la isla pero principalmente en Miami, se unan. Más bien pienso que ambas culturas están desapareciendo, sobre todo, desde los 90, y que las que podrían coexistir, más que unirse, son culturas posrevolucionarias y posexiliadas como las que ya observamos en ambas orillas. El contacto entre esas culturas vive un momento de intensificación, como consecuencia de la reforma migratoria del gobierno de Raúl Castro y las recientes medidas anunciadas por el presidente Barack Obama.
Frente a otros analistas fuera de Cuba tú das una opinión favorable hacia el deshielo actual entre Estados Unidos y Cuba. ¿Por qué? “Creo que el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba y la eventual aunque conflictiva normalización diplomática que vendrá favorecen la profundización de las reformas económicas en curso, que los propios economistas de la isla consideran insuficientes, y crea mejores condiciones para que los actores políticos interesados en una democratización de la isla planteen sus demandas e interactúen con la ciudadanía. Sabemos que la represión continúa, pero la autonomía de la sociedad civil es cada vez mayor y la mentalidad de plaza sitiada, que siempre ha justificado el totalitarismo, se desgasta día con día”.
¿Por qué los cubanos tenían esa fijación con la palabra y el concepto “Revolución”, tanto Batista, como Grau, como Fidel Castro, todos se referían a la Revolución como los católicos a su fe? “En efecto, la palabra Revolución es recurrente en la historia política de Cuba, desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la caída de Batista. Pero habría que decir que eso no es privativo o excepcional en la historia de Cuba. En toda América Latina, desde la Revolución Mexicana de 1910 hasta la sandinista de 1979, pasando por los grandes populismos de la región, el peronismo y el varguismo, el concepto de Revolución ocupó el centro de la esfera pública y casi todos los actores políticos, de derecha, centro o izquierda, se presentaron como ‘revolucionarios’”.
Destacas las diferencias entre el Llano y la Sierra en la lucha, la de la oposición violenta y la pacífica. Esto es muy importante para el exilio, adonde partieron muchos del Llano. “Las diferencias entre la Sierra y el Llano, que se manifiestan desde un principio, pero que estallan en los días posteriores a la huelga del 9 de abril de 1958 y la reunión de Altos de Mompié, no fueron únicamente tácticas, como sostiene la historia oficial. Fueron diferencias de fondo, que enfrentaron a la jefatura militar de la Sierra, donde ascendía un fuerte caudillismo, con la corriente más claramente republicana y democrática del 26 de Julio urbano”.
¿Cómo se explica el Escambray antes, frente a Batista, y después, frente a Fidel Castro. “El Escambray es el microcosmos de la guerra civil cubana, si aplicamos este concepto al período que va de la formación de las guerrillas antibatistianas en 1958 a la caída de los últimos grupos armados anticastristas en 1967. Hay razones geográficas y sociales detrás de esa localización del conflicto, que comento en el libro, y que tienen que ver con el hecho de que en esa zona se creó una tradición guerrillera prolongada que, desde discursos y prácticas similares, se enfrentó primero a Batista y luego a Castro”.
La transformación de la economía y la sociedad cubanas sucedió de un tirón. ¿Cómo pudieron hacer esto? ¿Fusilamientos, presidio político, UMAP, etc., influyó ese aspecto del terror? “Fueron varios elementos a la vez. En primer lugar, la enorme popularidad de los comandantes de la Revolución, que fueron recibidos en La Habana como dioses. El conflicto con Estados Unidos, que estalla en el verano de 1960, también contribuyó a la cohesión del pueblo en torno al gobierno revolucionario y facilitó a este el giro al comunismo. Pero a la vez, como se sostiene en el libro, pesaron los nuevos mecanismos de control social y político creados por las nuevas organizaciones de masas, la represión, los fusilamientos, el exilio o el cuantioso presidio”.
Nos das un ejemplo contundente de la organización de masas, versus el modelo democrático representativo, una de las mejores descripciones sociológicas que pintas en tu historia. “Las nuevas organizaciones de masas, CDR, FMC, ANAP, milicias, brigadas alfabetizadoras…, nuevas instituciones como el INRA, y el propio gobierno revolucionario crearon un primer sistema político, que por 17 años careció de mecanismos representativos, ya que la Asamblea Nacional del Poder Popular se instaló en 1976. No habría que subestimar el legado autoritario de esa ausencia de gobierno representativo en la cultura política fundada por el orden socialista”.
La política de lanzar guerrillas contra los gobiernos en las Américas central y del sur, extenderse al África, etc. ¿Fidel Castro quería ser Alejandro Magno del Caribe o eran pactos con los soviéticos? “En el libro sigo la interpretación de historiadores como Piero Gleijeses y Juan Benemelis que, desde distintas perspectivas ideológicas, convergen en que el apoyo a guerrillas latinoamericanas y movimientos descolonizadores en el Tercer Mundo fueron políticas autónomamente trazadas y promovidas por el gobierno cubano, aunque abastecidas por el subsidio y la colaboración militar con los soviéticos y, a veces, debatidas o negociadas con Moscú”.
¿Cómo se llegarán a unir las dos culturas, isla y exilio? “No estoy seguro de que las culturas producidas por la Revolución en la isla –entendiendo por período revolucionario las dos décadas que van de 1959 a 1976– y por el exilio, fuera de la isla pero principalmente en Miami, se unan. Más bien pienso que ambas culturas están desapareciendo, sobre todo, desde los 90, y que las que podrían coexistir, más que unirse, son culturas posrevolucionarias y posexiliadas como las que ya observamos en ambas orillas. El contacto entre esas culturas vive un momento de intensificación, como consecuencia de la reforma migratoria del gobierno de Raúl Castro y las recientes medidas anunciadas por el presidente Barack Obama.
Frente a otros analistas fuera de Cuba tú das una opinión favorable hacia el deshielo actual entre Estados Unidos y Cuba. ¿Por qué? “Creo que el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba y la eventual aunque conflictiva normalización diplomática que vendrá favorecen la profundización de las reformas económicas en curso, que los propios economistas de la isla consideran insuficientes, y crea mejores condiciones para que los actores políticos interesados en una democratización de la isla planteen sus demandas e interactúen con la ciudadanía. Sabemos que la represión continúa, pero la autonomía de la sociedad civil es cada vez mayor y la mentalidad de plaza sitiada, que siempre ha justificado el totalitarismo, se desgasta día con día”.
olconnor@bellsouth.net