Prohibido olvidar en Venezuela

PROHIBIDO OLVIDAR

El 29 de septiembre se cumplen 57 años de uno de los más crueles y sanguinarios actos terroristas cometidos por la extrema izquierda castrocomunista en Venezuela. El asalto y masacre del tren de El Encanto.

Este hecho ha sido olvidado, o peor aún, se ha convertido en un acontecimiento desconocido para una gran mayoría de los venezolanos.

Es bien conocido que una de las estrategias del comunismo internacional para mantenerse en el poder, ha sido la manipulación del lenguaje: glorifican, tergiversan o eliminan hechos históricos de acuerdo a su conveniencia política.

Ya George Orwell en su novela 1984, escrita en 1949, había descrito la forma en que los gobiernos totalitarios y de partido único, como son y han sido los regímenes comunistas, podían controlar a una población a través de la mentira.

El Ministerio de la Verdad de la novela de Orwell se ocupaba de destruir o manipular los documentos históricos de todo tipo, para conseguir que las evidencias del pasado coincidieran con la versión oficial de la historia, sostenida por el Estado.

Para nadie es un secreto la forma como la revolución bolivariana ha ido reescribiendo nuestra historia a su manera. En la enseñanza pública y en los medios de comunicación oficial se glorifica el Caracazo, la insurgencia guerrillera de los 60, las intentonas militares contra la democracia, se acusa al puntofijismo de haber privatizado los servicios de salud y de educación, de haber entregado PDVSA a las transnacionales, de que el asesinato y la tortura fue una política de Estado durante esos 40 años, de que el pueblo fue abandonado y excluido…, por el contrario, muchos de los hechos abominables cometidos por la extrema izquierda insurgente, han sido desaparecidos de los textos escolares o de cualquiera otra información oficial.

Por esta razón, he creído conveniente escribir lo que realmente sucedió aquel día, y cuál era el escenario político que nos llevaría en aquel entonces a semejante acto de crueldad y barbarie.

Transcurría el año 1963, días difíciles para la recién nacida democracia venezolana que hacía frente a la insurgencia armada dirigida y financiada desde La Habana por el dictador cubano Fidel Castro.

La extrema izquierda trabajaba arduamente para derrocar al presidente Rómulo Betancourt, bajo las directrices del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Ambos movimientos coincidían en el mismo objetivo, aunque no se lograban poner de acuerdo en la estrategia a seguir. Mientras el PCV vacilaba en seguir la ruta violenta, aunque la aupaba, el MIR en su mayoría, era creyente de que la lucha armada era la vía más expedita para derrocar a Betancourt, quien según ellos, presidía un gobierno con muchas debilidades (“el gobiernito”), entregado a la burguesía criolla, a los gorilas militares y al imperio norteamericano.

La exclusión del Partido Comunista del Pacto de Punto Fijo creó cierto resentimiento en los camaradas, sensación que fue agravada por el discurso de Betancourt durante su toma de posesión el 14 de febrero de 1959 –“de ese Pacto fue excluido el Partido Comunista, por posición razonada de las organizaciones que lo firmaron. En el transcurso de mi campaña electoral fui explícito en el sentido de que no consultaría al Partido Comunista para la integración del gobierno y en el de que, miembros suyos no serían llamados por mi para desempeñar cargos administrativos…se fundamentó en el hecho de que la filosofía política comunista no se compagina con la estructura democrática del Estado venezolano, ni el enjuiciamiento por ese partido de la política internacional que deba seguir Venezuela, concuerda con los mejores intereses del país”-.

Se vivían los días de la guerra fría; dos bloques se disputaban la hegemonía del planeta, Estados Unidos y la Unión Soviética, mientras China emergía como una nueva potencia militar y en Vietnam se desarrollaba una espantosa guerra en la que intervenían todas las potencias militares de la época.

Fidel Castro y su ejército rebelde había conquistado Cuba, luego de haber derrocado al dictador Fulgencio Batista, el 01 de enero de1959.

El recién llegado comandante cubano realizó su primer viaje fuera de Cuba, a Venezuela, con motivo de la celebración del primer aniversario del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez. Su corta estadía en la capital provocó una locura colectiva, los caraqueños se volcaron a las calles para aclamar al nuevo héroe continental. Los jóvenes de Acción Democrática y del Partido Comunista lo veían como el faro que iluminaría la lucha por la independencia y la justicia social de América Latina y los pueblos oprimidos del mundo.

En una agenda apretada, Fidel habló en el aula magna de la UCV donde fue recibido por el rector Francisco De Venanzi y demás autoridades ucevistas.

En sesión extraordinaria del Congreso Nacional fue recibido por los congresistas, siendo el diputado de Acción Democrática, Domingo Alberto Rangel el escogido para pronunciar el discurso de bienvenida. De inmediato el elocuente orador comienza a desbocarse en halagos hacia el visitante –“estamos recibiendo a un hijo de Venezuela, porque Fidel Castro tiene carta de naturaleza en nuestro país…la figura que hoy nos visita y quiero decirlo sin incurrir en el pecado de sacrilegio, tiene rasgos que lo asemejan de manera notoria, con aquel joven Simón Bolívar…Castro es hoy un héroe, quizás el único héroe que ha producido América Latina desde que terminó la gesta de los libertadores”.

En el Consejo Municipal presidido por el doctor Tamayo Gascue, lo declararon hijo ilustre de Caracas. En el mitin del 23 de enero en la plaza O’leary de EL Silencio, toma la palabra para clausurar el evento. Más de dos horas de verborrea sobre la gesta gloriosa de la Sierra Maestra y la promesa a los venezolanos, de que contáramos con el pueblo cubano y su revolución para lograr nuestra independencia. La masa agradecida lo vitoreó durante todo el evento. Fidel, Fidel… ¡Cuba si, Yanquis no!

El presidente electo Betancourt, no asistió a ninguno de los eventos en honor al ilustre invitado.

Los intelectuales, los estudiantes y la gran mayoría de los venezolanos vivimos 4 días en un orgasmo colectivo, viendo deambular a los barbudos armados por toda Caracas.

En dos ocasiones tuve la oportunidad de estar cerca de algunos de ellos. La primera fue en el Hotel Pinar de la urbanización El Paraíso. Unos gallegos que eran como de la familia, el señor Enrique y su esposa Plácida, eran los encargados del hotel, propiedad del señor Pedro Jesús Muñoz. Ese día había mucho movimiento en los alrededores del hotel, lo que me causó mucha curiosidad y me acerqué para hablar con Enrique. Le pregunté qué pasaba, y me respondió que algunos milicianos se iban a hospedar en el hotel. En la tarde llegaron algunos barbudos (tres o cuatro), había mucha seguridad y no dejaban pasar a ninguno de los arremolinados en la avenida Páez. Como yo tenía mis influencias con el gallego, pude entrar, y hasta me di el lujo de conseguir el autógrafo de uno de ellos.

La otra ocasión, fue en el estadio universitario durante un juego entre Oriente (Magallanes) y Caracas. Desgraciadamente esa noche Oriente nos ganó 4 por 1. Jimmy Owens, uno de los mejores lanzadores importados que ha venido a Venezuela en toda nuestra historia beisbolera derrotó a los Leones que contaron esa noche con Warner (el Toro) Birrer, en la lomita. En medio del juego, anunciaron por los parlantes la llegada de unos barbudos que entraban con sus armas largas saludando al público. El estadio se vino abajo, Fidel, Fidel, Fidel…la lluvia de cerveza apagó el fogoso cántico. Hoy recuerdo con amargura esos hechos que semejan mucho, guardando la distancia, la entrada de Hitler en Viena, cuando cientos de miles de vieneses aclamaban con su mano derecha extendida, al invasor de Austria.

A pesar de toda esta tremolina, el presidente electo Betancourt, cuyo olfato político le fallaba poco, parecía un solitario desadaptado que no lo veía con buenos ojos. En un primer momento lo esquivó, trasladándose a Valencia durante esa tormentosa pernocta capitalina del comandante.

El 26 de enero, Betancourt recibe a Castro en la Quinta Maritmar cerca de Mi Vaca y Yo, en el municipio Baruta de Caracas. Al fin Castro logra reunirse con el presidente electo, quizás el objetivo más importante de su visita. ¡Venía por lana!

Fidel Castro -presidente, préstele al gobierno de Cuba 300 millones de dólares y entre los dos le haremos una jugada los gringos.

Betancourt -Le contesto no, doctor Castro. Por cien razones. La primera que no hay campanas. Como le dijo el sacristán al cura. En la Tesorería Nacional dejaron escaso dinero Pérez Jiménez y su pandilla desfalcadora. Esos bolívares salvados de milagro son para atender las necesidades de los venezolanos y no para financiar planes de gobiernos ajenos.

Betancourt diría años después – esta explicación la hice una y otra vez, ante la impresión que tenía de que el interlocutor o no la entendía bien o se hacía el leso como dicen los chilenos.

Aunque el PCV era un minúsculo partido, su acción en las barriadas populares y en las universidades era muy efectiva. Sus células venían trabajando profundamente desde los años de dictadura perezjimenista, hecho que explicaría las acciones violentas que se sucedieron en Caracas como consecuencia de la visita de Richard Nixon en 1958 (ese salvajismo no fue espontaneo como tampoco lo fue el Caracazo años más tarde), y el apoteósico recibimiento popular de Fidel Castro, el cual, tampoco fue celestialmente espontáneo.

En 1959, apenas iniciado el período constitucional, comienza a funcionar la Escuela de Entrenamiento Guerrillero en el estado Yaracuy bajo la tutela del Flaco Vásquez.

El guerrillero Emilio Salazar, nos relata – reclutábamos jóvenes campesinos analfabetos a quienes les enseñábamos las primeras letras y junto a ellas los íbamos instruyendo desde el punto de vista ideológico.

En mayo de 1960 se crea el Directorio Revolucionario Venezolano (DIREVE) y las primeras Unidades Tácticas de Combate (UTC): 21 de noviembre y Ricardo Navarro.

El gobierno de Betancourt apenas llevaba un año, cuando ya se comenzaba a estructurar la maquinaria de violencia que provocaría miles de muertos y heridos durante los años siguientes.

Según lo expresado por la alta dirigencia del PCV, el partido venía haciendo contacto con jóvenes oficiales del ejército y la marina desde hacía mucho tiempo, lo que a mí juicio, es una afirmación que parece estar bastante ajustada a la verdad. Corroborado por los hechos que más tarde se van a ir sucediendo.

El 07 de septiembre de 1958 se produce una intentona militar contra el gobierno de Wolfgang Larrazábal. El alzamiento estaba dirigido por Juan de Dios Moncada Vidal, padre del inefable embajador Samuel Moncada, y otros oficiales entre los que se encontraban los tenientes Nicolás Hurtado Barrios y Manuel Azuaje. El alzamiento fue etiquetado como un levantamiento de fuerzas reaccionarias leales a Pérez Jiménez, que todavía permanecían en el seno de las FAV.

Luego de varias horas de negociación con los alzados, Moncada Vidal decide entregarse, con la sorpresa de que solo aceptaría la intermediación de Gustavo Machado para finiquitar su rendición.

Años más tarde el Teniente Coronel Mocada Vidal pasaría a formar parte del Movimiento Unión Cívica Radical junto a su compañero de aventura Manuel Azuaje, y más tarde se convertiría en el segundo comandante de las FALN. El teniente Nicolás Hurtado, oriundo de Calabozo, y amigo de la familia, terminaría como un prominente guerrillero que moriría en combate en 1967.

¿Las FAV estaban infiltradas desde mucho tiempo antes de 1959?

En la asonada de Carúpano de 1962, los líderes del alzamiento fueron: el capitán de corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas (Chuchú), el mayor Pedro Vegas Castejón y el teniente Héctor Fleming Mendoza, mientras que, en alzamiento de Puerto Cabello, los líderes de la rebelión fueron: el capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez, el capitán de corbeta Víctor Hugo Morales y el capitán de fragata Pedro Medina Silva.

Molinas Villegas y Castejón terminaron en el Movimiento 4 de mayo, Medina Silva y Ponte Rodriguez organizarían el Movimiento 2 de junio. Todos estos movimientos se consolidaron para crear las FALN.

¿Sería que se volvieron comunistas entre 1959 y 1962? No, no lo creo.

Me parece que Gustavo Machado estaba diciendo la verdad.

La juventud de Acción Democrática había sido permeada ideológicamente por el PCV durante la lucha clandestina contra Marcos Pérez Jiménez. Simón Sáez Mérida, dirigente del ala izquierda de Acción Democrática, era el secretario general en la clandestinidad, y uno de los más rancios opositores a la candidatura de Betancourt.

Internamente dentro de Acción Democrática se gestaba un movimiento contra Betancourt y la vieja dirigencia, a quienes llamaban despectivamente “vieja guardia” o “bueyes cansados”, para cerrarle el paso a su candidatura en 1958. Finalmente, Rómulo triunfa apoyándose en el movimiento sindical y campesino del partido (Convención Nacional, octubre 1958).

Las medidas económicas tomadas en su primer año de mandato provocan el descontento en las calles, y se van a convertir en el catalizador que va a generar la protesta interna contra Betancourt y la vieja dirigencia del partido, argumentándose que las medidas implementadas por el gobierno eran hambreadoras del pueblo (cierre del Plan de Emergencia y rebaja del 10% de sueldos y salarios).

Luego de algunos enfrentamientos internos, Domingo Alberto Rangel y un grupo de dirigentes, entre los que se encontraban: Jesús María Casal, Jesús Villavicencio, Jorge Dáger, Américo Chacón, Héctor Pérez Marcano, Américo Martín, Celso Fortoul, Isabel Carmona, Rómulo Henríquez, Gumersindo Rodríguez, Moisés Moleiro, Simón Sáez Mérida, Fernando Soto Rojas, Carlos Betancourt, Marcos Gómez…y la mayor parte de la dirigencia juvenil, abandona el partido para formar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en mayo de 1960.

La dirigencia comunista integrada por Gustavo Machado, Eduardo Machado, Jesús Farias, Pompeyo Márquez, Eloy Torres, Freddy Muñoz, Pedro Ortega Díaz, Teodoro Petkoff, Luben Petkoff, Douglas Bravo, Argimiro Gabaldón, Guillermo García Ponce…ve una oportunidad para construir un frente común con el nuevo partido de izquierda desprendido de AD.

En URD había un espolón liderado por Fabricio Ojeda, José Vicente Rangel y Luis Miquelena que se adhirieron a la estrategia del PCV y del MIR. Fabricio renunció a su curul de diputado y se fue a las montañas de Trujillo (1961), y José Vicente que nunca ha tenido un pelo de pendejo creó junto a Miquelena y otros disidentes de URD, un partido llamado Vanguardia Popular, que estaba, pero no estaba.

La conclusión de esta nueva alianza fue –“si Fidel lo logró, nosotros también lo podemos lograr”.

Los viajes a La Habana se intensificaron. Entre los más asiduos visitantes a la isla, descollaban: Héctor Pérez Marcano, Simón Sáez Mérida y Américo Martín. Luego de varias reuniones logran la bendición de Fidel Castro, quien promete ayuda financiera y militar para acabar con el gobierno de Betancourt.

Los grupos de irregulares se habían comenzado a organizar desde el mismo año 1959.

El “Flaco” Jesús Vásquez fue el encargado de organizar las Brigadas Armadas Universitarias (BAU), que años más tarde, serían conocidas como las Unidades Tácticas de Combate (UTC).

El tercer Congreso del PCV se reúne entre el 10 y el 16 de marzo de 1961, decidiendo la lucha armada como fórmula para lograr la instauración del socialismo, la justicia social y la emancipación de la patria.

Resolución del III Congreso: No se pueden adelantar transformaciones revolucionarias si las clases progresistas no toman el poder, para lo cual es objetivo fundamental la derrota del imperio norteamericano. Abre un paréntesis en la vía para ascender al poder dejando abierta la posibilidad de que sea pacífica o armada, cruenta o incruenta, lo que depende de la agresividad con que actúe el enemigo. Por eso hace un llamado a dominar todas las formas de lucha, sean legales o ilegales, clandestinas o armadas, para repelerlo y derrotarlo en el terreno que las circunstancias lo coloquen.

Una pequeña isla nos está enseñando el camino que habremos de recorrer los pueblos latinoamericanos para derrotar la política capituladora del gobierno.

Cierra la lista de oradores, Argimiro Gabaldón con su célebre frase: “vamos a echarle pichón”.

Una gran confusión se apodera de la dirigencia del PCV. Algunos dirigentes no estaban de acuerdo con lo aprobado (Gustavo Machado, Jesús Farías, Pedro Ortega Díaz…), ellos preferían la vía pacífica o el golpe militar, para el cual venían trabajando desde hacía tiempo con el mencionado plan de infiltración militar.

Para comprender la posición de algunos líderes de PCV, hay que señalar que la URSS había convenido con Kennedy, después de la crisis de los misiles, en mantener lo que se llamó la coexistencia pacífica, y Estados Unidos le había advertido a los soviéticos de que se abstuvieran de ayudar a la lucha armada en Venezuela. Este grupo de camaradas, eran comunistas disciplinados y muy obedientes a las directrices de la Tercera Internacional con sede en Moscú.

En el MIR también se producen diferencias, aunque la mayoría de sus dirigentes estaban de acuerdo (siguiendo la estrategia maoísta) con la lucha prolongada que provocase el desgaste del gobierno y el estallido social. Domingo Alberto Rangel fue uno de los dirigentes que no estuvo de acuerdo con la vía violenta.

Algunos piensan que hubo una gran intoxicación de manuales guerrilleros, unos aupaban la guerra de guerrillas y el foquismo del Che Guevara, otros la guerra de Mao Tse Tung, mientras otros leían a Ho Chi Minh.

La anarquía y el desorden se apoderó de la insurgencia armada.

Esas incongruencias, sin duda, favorecieron al gobierno de Betancourt, que si estaba bien claro de lo que tenía que hacer.

Fidel era la fuente de inspiración y el financista de la aventura. De acuerdo con Héctor Pérez Marcano el efectivo enviado por Castro se repartía, 60% para el PCV y 40% para el MIR.

Domingo Alberto Rangel le comenta a Agustín Blanco Muñoz –“muchos millones de dólares vinieron a Venezuela. No puedo decir cuántos, ni dar detalles…lo único que sí te puedo decir, es que una noche yo dormí sobre 150.000 dólares… no les digo de que país socialista venía”.

En una correspondencia de Gumersindo Rodríguez –“en uno de sus primeros viajes a Cuba, Simón Sáez Mérida trajo una maleta con 750.000 dólares; nosotros le propusimos fundar con eso un periódico, pero Simón nos respondió, que eso era para comprar armas”.

La mayoría de las armas provenían de Cuba, aunque existía una organización mundial comprometida con el traslado de armas a Venezuela. El boliviano Humberto Vásquez Viaña relata que el Che Guevara solicitó ayuda a Ahmed Ben Bella, primer presidente de la República Democrática de Argelia, para la introducción de armamento destinado a las FALN. Para esa tarea se instaló una empresa de maletín dirigida por los comunistas Pedro Duno y Oswaldo Barreto, de nombre Import-Export, con sede en la capital del país africano. Las armas provenían de Corea del Norte, y se trataba de armamento norteamericano capturado por los chinos y norcoreanos durante la guerra de Corea. Esas armas eran introducidas en toneles de aceite de oliva para ingresarlas a Venezuela en forma clandestina.

Castro enviaba armamento pesado para sostener a los Frentes Guerrilleros en las montañas y en el campo venezolano. Los de mayor importancia estratégica para el abastecimiento fueron 1) Frente José Leonardo Chirinos (1962), creado por Douglas Bravo, el Chema Saher y Domingo “Caraquita” Urbina, cuyo radio de acción era la Sierra de Falcón 2) Frente Ezequiel Zamora (1964) donde participaban Américo Martín, Fernando Soto Rojas y Moisés Moleiro, cuya actividad se desarrollaba en El Bachiller, montañas cercanas a la población de El Guapo, estado Miranda.

Eso nos explicaría el ingreso de armas por Paraguaná, y por Machurucuto años más tarde (1966). Simplemente se trataba de mantener la cadena de suministros, y así, poder apuntalar a la guerrilla desatada por las FALN en esos puntos de nuestra geografía.

El Frente de mayor envergadura era el Frente Simón Bolívar (1961) al sur de El Tocuyo, en la región de los Humocaros en el estado Lara. Fue fundado por Argimiro Gabaldón (comandante Carache) y donde participaban Argelia Laya (Jacinta), Carlos Betancourt y Alí Rodríguez Araque (Fausto), entre otros.

Otros Frentes: el Frente José Antonio Páez (1961) con Fabricio Ojeda, Juan Vicente Cabezas y Luben Petkoff a la cabeza, operando en Trujillo, Portuguesa y Barinas, el Frente Manuel Ponte Rodríguez (1963) en el Turimiquire, estado Sucre, dirigido por Alfredo Maneiro, Diego Salazar, Héctor Fleming y Wiston Bermudez, el Frente que operaba en el estado Yaracuy estaba dirigido por Teodoro Petkoff… La Azulita (Mérida), El Jaral en Portuguesa…

Los actos terroristas continuaban su escalada, bajo la consigna “hacer patria libre o morir por Venezuela”. El estallido de explosivos, secuestros, atracos a bancos, incendios provocados, asesinato de policías…se habían vuelto noticias del día a día.

Al fin llegamos al último año del período de Betancourt, año 1963.

El gobierno se impone como tarea fundamental llegar a las elecciones de diciembre de ese año, mientras que la insurgencia armada estaba decidida a impedirlas, bajo las consignas: “balas si, votos no” y “asesina a un policía diario y has patria”. Consideraban que, de haber elecciones, la victoria sería para gobierno.

La FALN organizan el Plan Caracas, que consistía en multiplicar los actos terroristas para evitar la jornada electoral. Los órganos periodísticos del PCV y del MIR (Tribuna Popular y Clarín) arreciaban su campaña contra el gobierno.

Ese año se cometieron 1.243 actos terroristas, siendo algunos de los más notorios: asalto al Museo de Bellas Artes, sustrayendo cinco lienzos valiosísimos de Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, Paul Cézanne, Paul Gauguin y Georges Bracque, la voladura del oleoducto de Amuay, voladura de tres puentes que daban acceso a la ciudad de Barquisimeto, incendio en los depósitos de Sears Roebuck de Venezuela, incendio en la Dupont, incendio del estacionamiento del Ministerio de Relaciones Interiores, incendio en la Cámara de Comercio Venezolana Americana, secuestro del astro del futbol Alfredo Di Stefano, secuestro del buque Anzoátegui, incendio de los depósitos de Good Year, asesinato de 5 policías, estallido de bomba en Radio Tropical…consignas como “Rómulo Renuncia” (RR) y “nuevo gobierno ya”, aparecían pintoreteadas por todo el territorio nacional.

Mientras esto sucedía, José Vicente Rangel y Luis Miquelena en el Congreso Nacional, acusaban de represor al gobierno, porque Betancourt había dado la orden de disparar a los terroristas que fuesen encontrados en actos de flagrancia.

Llega el mes de septiembre de 1963, y el regreso a clases de miles de muchachos venezolanos. Primaria comenzaba el 16 de septiembre y secundaria a partir del primero de octubre. Las madres muy ajetreadas saltimbanqueaban entre La Agencia Musical, Las Novedades, El Palacio del Libro…

Cuando aparecía el libro de Moral y Cívica de Francisco Canestri, faltaba el de Física General de Humberto Parodi o el de Historia de Siso Martínez o del hermano Nectario María; el de Matemáticas de Boris Bossio Vivas se encontraba fijo en Las Novedades y el de matemáticas de Baldor, en todas partes…papel Contac, etiquetas, creyones, lápices, regla, compás y pare usted de contar. ¡Qué locura!

Muchas madres agotadas por la tarea realizada deciden darse un paseo con sus hijos al parque de El Encanto, sitio paradisíaco localizado a unos cuantos kilómetros de Los Teques. Para llegar a ese lugar hay que hacerlo por tren o a pie.

Ese trayecto había sido inaugurado por Antonio Guzmán Blanco en 1892 y desde ese entonces hacía ese trayecto turístico hacia el hermoso parque.

Era 29 de septiembre, como todos los domingos, la estación de Caño Amarillo comenzaba a recibir familias completas desde tempranas horas de la mañana. Era norma de seguridad, la custodia del tren por parte de la Guardia Nacional (GN), en cada uno de sus viajes.

A las 8 am llega el comando de la GN, conformado por nueve efectivos del destacamento 56 de Caricuao. El jefe del grupo, Sargento Saturnino Reyes da la orden de abordaje al comando, los guardias se fueron repartiendo entre los 10 vagones que se enganchaban a la locomotora No 7 conducida por José Rafael Lara y el maquinista Martín Rojas.

A las 8:30 am suena el silbato anunciando la salida, algunos adultos aplauden mientras algunos niños comienzan a corretear por los vagones. Una media hora después, otro silbato anuncia la parada en Palo Grande, luego el tren continuaría hacia la estación de Las Adjuntas donde haría una nueva parada, para finalmente continuar hacia la ciudad de Los Teques, y de allí al parque mirandino de El Encanto. Los vagones iban repletos de pasajeros, aproximadamente 270 entre adultos y niños.

Días previos a ese día, la Unidad Táctica de Combate de la brigada No 1 de las FALN, comandada por el posteriormente cineasta Luis Correa (productor de Ledezma, el caso Mamera y Se llamaba SN) había aprobado una acción terrorista bautizada con el nombre de operación Toribio García, enmarcada dentro del Plan Caracas.

Dos mujeres y cinco hombres abordan el tren en la estación de Las Adjuntas, con algunos maletines de equipaje se fueron colocando estratégicamente en los extremos de los vagones donde estaban ubicados los guardias nacionales.

A las 10 am el tren entró en el túnel No 10. En medio de la oscuridad se oyen unos disparos, pero lo ruidoso de la locomotora no permite a Rojas ni a Peña Lara entender lo que estaba sucediendo. En un primer momento pensaron que se trataba de algún atraco en la vía del tren, por lo que aceleraron la máquina. ¡Mientras tanto mujeres y niños gritaban despavoridos dentro de los vagones – es un asalto, es un asalto!

El grupo de bandoleros comienza a arengar a los pasajeros y a pintar consignas entre las que destacaban: Operación Ítalo Sardi y Operación Olga Luzardo en honor a una camarada zuliana.

La confusión y el tiroteo se mantuvo durante 20 minutos. Uno de los asaltantes se le acercó al Sargento Reyes y trató de desarmarlo, Reyes se resistió y con su subametralladora abrió fuego, con la mala suerte, que el arma no estaba en posición de ráfaga y apenas salió un solo tiro, lo que favoreció a los terroristas para acribillarlo en el acto. Mientras esto sucedía, en los otros vagones los guardias quedaron bajo el fuego cruzado que venía de los extremos de los vagones.

El Sargento Reyes muere en el acto, mientras otros guardias van cayendo heridos. En la balacera indiscriminada caen 8 mujeres y dos niños heridos.

El tren llega a El Encanto, los pasajeros se bajan como pueden tratando de proteger a los niños y ayudando a los heridos.

El jefe de los asaltantes a quien el maquinista Rojas, describe como un sujeto alto trigueño de lentes oscuros, portador de una boina negra con una insignia roja, lo encañona y obliga a desconectar 9 de los 10 vagones, obligándolo a retroceder de nuevo hacia Los Teques.

El comando terrorista aborda el único vagón disponible, y el tren retorna a su última pernocta. A la entrada del túnel No 10, obligan a detener la locomotora. De inmediato los bandoleros bajan del tren y abordan tres vehículos que los esperaban cerca de la vía.

Los heridos se estaban desangrando en El Encanto, Rojas y Lara aceleran la máquina al máximo para tratar de llegar lo antes posible a Los Teques y solicitar ayuda para los heridos.

El tren regresa de nuevo a Los Teques a las 12:30 pm, Rojas le reporta lo sucedido al jefe de la estación Remigio León, quien de inmediato le ordenó que regresara a El Encanto para ayudar a los heridos.

Muchos de los pasajeros tuvieron que hacer de enfermeros, tratando de parar las hemorragias de los heridos. Como pudieron los montaron de nuevo en el tren y los trasladaron al Policlínico de Los Teques.

El Sargento Saturnino Reyes llegó muerto, igual que los guardias Melecio Crespo y Cristóbal Velazco. Pocas horas después mueren los guardias Carlos Noguera y David Anzola. Quedaron heridos los guardias Oscar Evaristo, Hermes Parra y Salomón Viloria. Las ocho mujeres y los dos niños heridos quedaron a salvo.

Luis Correa en entrevista a El Nacional en 1997, relata los hechos -Guillermo García Ponce estaba en conocimiento de la acción. Ni Teodoro Petkoff ni Máximo Canales tuvieron nada que ver en esa operación. Habíamos recibido la información de que en ese tren se iba a transportar un lote de armas de las FAV, y eso fue lo que nos motivó. La Brigada planificó la operación de forma tal que hubiese el menor número de lesionados. Para tal efecto se colocaron hombres y mujeres combatientes en ambos extremos de los vagones, de manera de poder neutralizar la actividad de los guardias que también iban repartidos. Fue un lamentable error, al final no hubo ningún traslado de armas. Se tomaron 10 subametralladoras Madsen pertenecientes a los guardias. Fue una operación, desde el punto de vista militar, sencilla, de rutina como hubo tantas. El dispositivo se había colocado de manera que los guardias quedaran encerrados entre dos fuegos, y hombre entre dos fuegos o muere por delante o muere por detrás. Todo estaba preparado para que nadie cayera preso. Desde el punto de vista militar fue un éxito, aunque desde el punto de vista político haya sido un error.

Años después el presidente Hugo Rafael Chávez Frías le rendiría honores al camarada cineasta, designándolo Gerente de Seguridad de Petróleos de Venezuela. Correa muere en el año 2010 a causa de enfisema pulmonar.

No hay dudas de que esta acción terrorista fue la gota que rebozó el vaso.

Betancourt, no estaba en Caracas. Recibe la noticia en Puerto Hierro y ordena al alto mando que se reúna en el Palacio Blanco, mientras él regresa a la capital.

Rómulo Betancourt – la infausta y dramática noticia de que habían sido asesinados cinco miembros de la Guardia Nacional y heridos mujeres y niños, en el tren que semanalmente lleva personas de Caracas a pasar el fin de semana en Los Teques…fue un asesinato insólito y extraño a toda la historia política del país. Los miembros de la guardia nacional fueron asesinados por la espalda, disparando sus asesinos cuando el tren pasaba por uno de los túneles. Los victimarios pintaron consignas, alardosamente retadoras indicando que ese asesinato cobarde lo había realizado el PCV…en Venezuela la lucha contra el terrorismo ha entrado en una etapa definitiva. El gobierno no pedirá ni dará cuartel.

Betancourt aprovechó la oportunidad para atacar ferozmente a la extrema izquierda.

El 05 de octubre, el gobierno anunció que serían pasados a tribunales militares los parlamentarios de PCV y del MIR. La Corte Suprema de Justicia les allana la inmunidad parlamentaria, se les da casa por cárcel, y luego, son juzgados y enviados al Cuartel San Carlos.

La lista fue engrosada por Gustavo Machado, Jesús Farías, Pompeyo Márquez, Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez Mérida.

Llegó diciembre, y no solo hubo elecciones, sino que se realizaron con una participación de 92% del patrón electoral, y como si fuese poco, el nuevo presidente electo fue su amigo y compañero de toda la vida, “El Calvito” Raúl Leoni Otero.

La insurgencia armada fracasó porque hicieron un diagnóstico equivocado de la situación: 1) contaban con una supuesta debilidad del gobierno constitucional 2) creyeron que el manual del Che Guevara funcionaría en las montañas y campos de Venezuela, porque la supuesta revolución agraria guevarista atraería a los campesinos que terminarían enfrentando al gobierno 3) pensaron que el proletariado los iba a acompañar 4) que Betancourt estaba a merced de las FAV 5) que la población agotada y harta del clima de violencia se sumaría a cualquier aventura, viniese de donde viniese.

El tal gobiernito, no era tan débil como ellos pensaban.

Betancourt se les había adelantado promulgando la Ley de Reforma Agraria que le dio titularidad de tierra a más de 60.000 familias campesinas. Ellos fueron aliados por excelencia del gobierno y delataban a todo sujeto extraño que merodeara el conuco.

Los trabajadores apoyaron masivamente al gobierno a través de la CTV y sindicatos afines. La supuesta revolución del proletariado nunca ha existido en Venezuela.

Rómulo Betancourt no era prisionero de los militares como muchos de ellos pregonaban.

Simón Sáez Mérida, uno de los más enconados enemigos de Betancourt, años más tarde expresaría lo siguiente – …alguien podría suponer que Betancourt, como Frondisi en la Argentina y Janio Quadros en Brasil, era un prisionero del aparato militar y que, a través suyo, y acaso a su pesar, obraban las inducciones e imposiciones militaristas. Y no es que el aparato militar no ejerciera sus presiones, especialmente después del asalto al tren de El Encanto…pero puertas adentro, solo con sus gorilitas era el verdadero gallo y no era prisionero de ellos. De ese equipito que encabezaba Briceño Linares, Betancourt era el comandante en jefe. Sabía jefear más que ellos y sabía perrearlos…puertas adentro era el vértice de la cúpula militar. No era una farsa su jaquetonería de comandante en jefe.

El pueblo venezolano no se agotó, sucedió todo lo contrario. Todos los sectores de la sociedad se unieron en defensa activa del sistema democrático recién instaurado.

La pregunta que ahora yo me hago en estos días de encierro chino: ¿Qué hubiese pasado, si no hubiese existido el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez (MPJ), el 23 de enero de 1958?

Con una extrema izquierda beligerante apoyada desde La Habana y con unas Fuerzas Armadas infiltradas por el PCV, ¿hubiese podido Marcos Pérez Jiménez haber resistido el embate castrocomunista, sin contar con la sagacidad política, ni el apoyo popular con que contó Betancourt?

A lo mejor sí, a lo mejor no. De no haber resistido, lo más probable es que los Estados Unidos hubiese actuado como lo hizo en Santo Domingo o Grenada.

Quisiera terminar enviándole una nota de agradecimiento a los oficiales que expusieron su vida en la lucha contra la invasión castrocomunista durante esa década. En las narraciones encontradas se habla poco de ellos. Hasta los más imparciales machacan hasta el cansancio la osadía de los alzados derrotados ayer y vencedores de 1998, mientras poco se habla de los valerosos defensores de la libertad y la democracia: Desde aquí mi saludo donde quiera que estén, a esos héroes olvidados: Antonio Briceño Linares, Ramón Florencio Gómez, Pedro José Quevedo, Ricardo Sosa Ríos, Jesús Carbonell Izquierdo, Miguel de La Rosa, Alfredo Monch, Genarino Peña Peña, Ezequiel Zamora Conde, Francisco Miliani y otros tantos caídos en la nave del olvido venezolana.

GRAL. DIV. (EJ) HUMBERTO ALCALDE ALVAREZ

-Informado por Edgard Simón Rodríguez

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