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¿Por qué no se puede criticar a los periodistas?

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-Por Francisco Cambronero

No entiendo por qué los periodistas han decidido que no se les puede criticar. Ni que fueran seres de luz. A ver, hasta donde yo sé, los periodistas no defienden la verdad, ni tienen intención de poner luz allí donde los poderosos quieren que haya oscuridad. Ni de coña. 


Revel, que además de liberal era periodista, decía que solo unos pocos plumillas se dedicaban a escarbar en la tierra para hacer aflorar la verdad; y que la mayoría se dedicaba, como quien no quiere la cosa, a empujar con el pie un poquito de la tierra al hoyo. Así, lo que había siempre era una lucha entre una minoría que luchaba por que la verdad saliera a la luz, y una mayoría empeñada en impedirlo. Curiosamente, la minoría suele ir por libre, mientras que la mayoría acostumbra a estar a sueldo de grandes empresas de comunicación.

Los periodistas defienden el derecho a informar en la medida en que ello le haga ganar dinero a la empresa que les paga. Si no es así, defenderán otra cosa, que llamarán ‘la verdad’, pero que no lo es. Además, es muy fácil hacerlo: basta una coma, un adjetivo, o un ‘pero’ en el lugar adecuado del titular para que la manipulación se convierta en realidad.

Por otro lado, la mayoría de los periodistas españoles son socialistas, lo que añade un plus de mentira a lo que cuentan (ya sabéis que la mentira también es un arma revolucionaria).

En fin, lo que quiero decir, por si no ha quedado claro, es que me parece muy bien que PI, o quien sea, critique a Vicente Vallés, si lo considera oportuno. Eso, en un país civilizado, no debería ser un problema.

Del mismo modo, me parece genial que Espinosa de los Monteros haga lo propio con el socialista metido a periodista, Papell.
[Solo como apunte, la diferencia entre la crítica de Pi a Vallés y la de Espinosa de los Monteros a Papell es que al primero lo han criticado por decir la verdad de PI; mientras que al segundo, por mentir sobre VOX]

El problema no es la crítica a los periodistas. El problema es la capacidad que tienen los poderosos de acallar a los que disienten. En España es enorme, por eso es tan peligroso que PI critique a los periodistas (NO, que Espinosa de los Monteros haga lo propio con Papell no es peligroso: VOX quiere crear una ley que liberalice la creación de medios de comunicación; que la existencia de estos no dependa del capricho del gobernante). En Estados Unidos, con Trump, que es el ejemplo que se pone en España para criticar a PI, no puede pasar nada. La 1ª enmienda protege a los periodistas de los posible abusos de los gobernantes. Curiosamente, lo que está sucediendo en USA es lo contrario: son los propios medios los que están despidiendo a todo aquel que disienta, u opine de manera diferente a lo políticamente correcto. El desprecio a la libertad de información en USA está en los propios medios.

Por eso, a mí me parece genial que se critique a Vallés, aunque sea por decir la verdad; a Ferreras, por inventarse que había terroristas suicidas en los trenes de la muerte; a Papell, por mentir sobre VOX; o cualquiera de tve, por tergiversarlo todo. Y, por eso mismo, me parece patético que la Asociación de la Prensa de Madrid salga en tromba a defender a su chico, como si Espinosa de los Monteros no tuviera derecho a decirle lo que le ha dicho.

Como decía Revel: «La confusión entre la libertad de expresión, que debe ser reconocida incluso a los embusteros y a los locos, y el oficio de informar, que conlleva sus propias obligaciones, se sitúa en los mismos orígenes de la civilización liberal. Antes de la segunda mitad del siglo XIX, es decir, antes del nacimiento de las agencias de prensa, de los reporteros, del telégrafo eléctrico, todas las consideraciones sobre la libertad de la prensa, desde Milton hasta Tocqueville, pasando por Voltaire, se refieren exclusivamente a la libertad de opinión. A medida que se elabora la democracia moderna, aparece como evidente que uno de sus componentes consiste en la libertad de cada uno, como dice Voltaire, de «pensar por escrito». Debemos defender, nos dice, el derecho de cada uno a hacer conocer al público su punto de vista, incluso si tal punto de vista nos horroriza, y nosotros mismos no debemos combatirlo más que con la palabra y la argumentación, jamás con la fuerza o con la calumnia: así surge entonces el principio de la tolerancia. Pero ese derecho de razonar o de disparatar a su guisa no tiene nada que ver con el derecho a imprimir informaciones falsas, lo que es muy diferente.»
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En otra ocasión podremos recordar todo lo que el PP y la PSOE han hecho en España para controlar la libertad de expresión de los medios, con el silencio cómplice de las asociaciones de prensa…
En fin.

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