Picarasca cubana : Yilsis Baba-rita

Foto: El Parque de Morón, Cuba.

París, 20 de agosto de 2019.

Querida Ofelia:

Conocí a Yilsys Bárbara, una compañera jinetera, que se casó con un francés que le lleva unos 30 años, bajito, gordito, de nariz roja, de carácter entretenido (como diríamos en Cuba). Ella es una mulata exuberantísima. Tuvieron un bebé el año pasado, al cual pusieron Ernesto Fidel. ¡Qué heroico! La compañera Yilsys Bárbara quiso inscribirlo en el consulado cubano como ciudadano isleño, así lo hizo por una bella suma en dólares contantes y sonantes. El Consulado no acepta ni cheques ni tarjetas de crédito.

Hasta aquí la historia puede ser banal, pero decidieron llevar al retoño para que la familia de la Isla lo conociera. Al llegar al aeropuerto de San Cristóbal de La Habana, mostraron orgullosamente el pasaporte flamantemente nuevo del cubanito, pero el compañero policía les hizo saber que tenía que tener visa de entrada al Primer Territorio Libre de América, pues el bebé era cubano. El francés entretenido comenzó a hablar de derechos (algo surrealista en la Perla de las Antillas), y al fin todo se solucionó mediante el pago de los preciosos billetes verdes. No sé si sabes que los franceses no necesitan visa para ir a Cuba.

Pero ahí no termina la cosa, un hermano del entretenido, se enamoró y se casó con una doctora hermana de Yilsys Barbarita, pronunciar «Baba-rita», así dice ella que se llama. Como a la compañera Dra. por ser Dra., no le dan permiso para salir de la Perla para unirse con el cón­yuge galo, éste va cada tres meses, cargado como Papá Noël (el Santa Claus made in France), para la Dra. Yuleysa Caridad  y su retoño, que dice ella que es de él.

Al llegar a Morón, no puede hospedarse en la casa de Yuleysa Caridad, pues ésta se lleva mal con los compañeros del C.D.R. Entonces pasa los días con ella y el niño en casa, pero no puede comer allí ni tampoco dormir, pues para eso tendría que pagar el impuesto mensual, para poder albergar a extranjeros.

Al francés lo dejan cada tres meses como al Gallo de Morón, sin plumas y cacareando, lo cual le viene muy bien, pues el símbolo de Francia es El Gallo.

Ahora la compañera   Yilsys Baba-rita, anda recogiendo firmas para que le dejen salir de Cuba a su hermana y también para defender los Derechos Humanos de las jineteras en el extranjero; yo le propuse que llamara a la asociación: «Jineteras sin Fronteras». Cuando se lo dije me respondió: «Ay este niño, ¡qué cosas se te ocurren!».

Un gran abrazo desde estas lejanas tierras allende los mares,

Félix José Hernández.

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