París, 26 de mayo de 2021.
Querida Ofelia,
Acabo de leer el bello poemario “Pedazos de mi corazón” de esa gran dama cubana que es Doña Matilde L. Álvarez. Ya había leído sus anteriores poemarios: “Perfumes del mar y mis recuerdos”, “Encuéntrate conmigo en las estrellas”, “El cofre de mis recuerdos”, “Con mis blancas gaviotas” y “Al atardecer con mis recuerdos”. En todos ellos Matilde plasma su gran amor por la tierra natal perdida, por ese mar que la separa de ella. Matilde desearía volar con las blancas gaviotas desde las arenas de las playas de esas Tierras de Libertad en las cuales vive las penas de su destierro, hacia la amada Patria.
Te reproduzco algunos de los poemas de “Pedazos de mi corazón”:
Al caer la tarde frente a ese mar que adoro,
lleno de paz mi corazón y de salitre mis venas,
converso con las olas y en las cálidas arenas,
escondo mis suspiros y mis calladas penas,
porque sé que pronto ese mar que adoro,
vendrá muy suave a acariciarme toda,
porque soy suya y su amante marinera.
Mis amadas gaviotas marineras,
volemos juntas hasta mi patria lejana,
para con el corazón herido decirle un secreto,
que cruzamos ese mar de amarguras lleno,
por hermanos que entre sus olas perecieron,
que ni con lágrimas sobre ellas habrá consuelo,
porque los perdimos a ellos, nos sangra el alma,
a los que si pudimos llegar al destierro.
Patria mía, mi Cuba tan amada,
¿Cómo es posible que no se mitigue mi dolor,
este lacerante dolor al estar de ti tan alejada?
¿Cómo es posible que tanto me duela el corazón,
al recordar los tiempos tan felices que viví,
cuando con mis padres, en mi patria yo estaba?
¿Cómo es posible que después de tanto tiempo,
en el destierro, mis lágrimas sigan tan amargas,
y que solo con tus recuerdos sigo viva,
pero con mi alma totalmente desgarrada?
Cuando sola me encuentro converso con ella,
le repito una y mil veces cuánto la quiero,
mi patria, mi Cuba, mi tan amado suelo.
Yo no sé cuántas lágrimas me cuesta creerlo,
que no volveré aunque sea para allí morir.
Solo los que adoramos nuestra patria,
sabemos el gran dolor de haber vivido,
y también de morir en el destierro.
Mi mariposa blanca, mi flor amada,
que siempre vienes callada,
a mi vida como el dulce recuerdo,
de los días felices vividos en mi patria.
Cierro los ojos y tu perfume me embriaga,
y en silencio toco y beso tus pétalos,
suaves como de otras mariposas, alas,
y entonces me siento feliz y en calma,
pues eres mi símbolo del amor a mi patria.
He encontrado un manantial de sorpresas,
de tesoros y de paz que mi alma llena.
De romper en unas líneas mis cadenas.
¡Si! Tengo alas entonces al escribir,
y eso es un manantial de tesoros y sorpresas.
Puedo convertir mis lágrimas y tristezas,
en aretes de gardenias, en sortijas de azucenas,
y si quiero en collares para las estrellas.
Soy feliz al hablarle al mar y a sus arenas,
y puedo convertir mis penas en blancas perlas.
Así al escribir rompo en unas líneas mis cadenas.
Soy feliz pues al escribir hasta alas tengo,
nada me para, ni tristezas me matan ni me llegan.
Sí, tengo alas entonces y soy feliz al escribir,
pues he encontrado ese manantial de tesoros y
sorpresas.
Doña Matilde tuvo el privilegio de ser una de los 10 seleccionados por el PEN de los Escritores Cubanos en el Exilio para aparecer en esa Antología de Poesía Latinoamericana con el siguiente poema.
Resistir
¿Cómo podré vivir con un puñal en el pecho clavado?
¿Cómo sonreír si eso es, lo que siente un desterrado?
Solo puedo porque hermosos recuerdos yo guardo,
viajo con ellos en sueños al pasado,
y vuelvo allí a mi patria, a ese suelo tan amado.
¿Cómo sentirme en paz al andar por senderos extraños,
en la tierra que albergue me ha dado?
¿Cómo sonreír a pesar del puñal en el pecho clavado?
Si no paro de soñar con mi patria y su azul cielo
si ansío besar su tierra mojada y oler su caria y café.
Solo en Dios puedo apoyarme para este dolor resistir,
pero si en tierra extraña me toca partir,
mi cuerpo se quedará en el suelo que me ha albergado,
pero mi corazón partirá a mi patria, para quedarse,
por siempre besando su suelo y no ser ya un desterrado.
El Sr. Kiko Arocha, editor del poemario escribió:
“Pienso en Matilde y aparece una dama alegre, animosa y divertida que se distingue por su buen trato y bondad. ¿Saben por qué? Es que lleva muy bien su religión. Católica, vive los mandamientos, que es justo la norma de conducta que no ha podido superarse en veinte siglos.
¿Cómo es que escribe en este libro ‘ver mi vida llena de quebrantos’, ‘soy triste canción, soy triste roca’? A causa del amor. Sí, por el dolor de ver extinguirse hasta desaparecer quien compartió su vida desde joven.
Llora, Matilde y date tiempo. Tu mundo íntimo de salitre, olas, veleros y gaviotas te aliviarán; las personas a las que dispensaste amor te lo devolverán al confortarte; y tu Dios te dirá que hay tiempo para ti. Te llevará de la mano para que cuentes en verso, en tu próximo libro, tu experiencia de resignación.”
Doña Matilde L. Álvarez, se graduó en la Universidad de La Habana de Doctora en Filosofía y Letras. Ya en el exilio ha tenido una larga carrera desempeñando diversos cargos en el Mundo Cultural. Actualmente es miembro del Comité Ejecutivo (Comité de Escritoras) del Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio.
Pedazos de mi corazón
© Matilde L. Álvarez, 2020.
Alexandria Library Publishing House.Miami. U.S.A.
ISBN:9798583525263
En cuanto tenga una oportunidad, te lo enviaré por la vía que suelo hacerlo, para que disfrutes con su lectura y después lo hagas circular entre los familiares y amigos.
Un gran abrazo desde estas lejanas tierras allende los mares,
Félix José Hernández.