Mundo y koiné de la Hispanidad a través de los toros

Comoquiera que un servidor tiene una familia y unos amigos que no merece, conté entre este privilegio con el regalo de un par de entradas para rematar la Feria de Abril en la Real Maestranza de Sevilla al socaire de la miurada y allí que me planté con mi criolla señora, buscando los aires del Baratillo, del Arenal que siempre suspira por los barcos que desde la orilla trianera anunciaban nuestra América.

Con mi guayabera y mi medallita de San Martín de Porres (lo cual ya forma parte de mi atuendo taurino), por el Paseo Colón encontré de casualidad un lugar de estos dizque de moda con muchas cachimbas (que están descubriendo la pólvora con esto), pero hete ahí que tenían caipiriñas y no estaba de más refrescarse el gaznate antes de ir a los toros, con la saudade de los buenos amigos brasileños por delante.

El cartel no era malo: Sebastián Castella, Octavio Chacón, Pepe Moral. No estaba lleno. Pero es que hacía un calor de verano adelantado que acobardaba al más pintado. Buen ambiente. Entre los aficionados locales se mezclan como siempre y en perfecta armonía los aficionados franceses e hispanoamericanos.

Castella no tuvo suerte. Hechura de buen torero, pero los Miuras no le respondieron.

Chacón fue muy empeñado y currante, pero tanto buscar la faena llegó a alargar más de la cuenta, especialmente en su segundo toro.

Pepe Moral, muy bien en el primero. El que más me gustó. Recordé que tuve la suerte de verlo el año pasado. Sin embargo, en el segundo toro no tuvo suerte. A tal punto que tuvo que volver a los corrales y esperar a un segundo para el cual ya estaba más cansado que un borrico en un concierto, evocando las comparaciones de Paco Gandía QEPD.

No hubo orejas. A la hora de entrar a matar estuvo la cosa sin suerte. Los Miuras, ejemplares bellísimos, musculosos, totémicos; con una fuerza descomunal de culto antiguo; estuvieron bien plantados ante el capote, las picas y las banderillas. Pero para el arte y parte final, eché de menos la intensidad del año pasado.

Y el toreo tiene mucho de eso, de lotería. Esto no es una fábrica de producción en serie, como bien recordaba con otras palabras el maestro Curro Romero (1).

Entre una cosa y otra, nos decidimos a probar las caras, fritas y saladas almendras servidas en cartucho. Supieron a gloria. Y en la vecindad del respetable, unos aficionados de México, concretamente de Aguascalientes, que me recordaron a la biografía que hizo Chaves Nogales de Belmonte; una de tantas lecturas pendientes que tengo, pero que en el bicheo, supe que el Pasmo de Triana se quedó maravillado al llegar a Lima por el enorme parecido humano-arquitectónico con Sevilla, a tal punto de que le daban ganas de saludar a gente por la calle, en especial cuando pasaba por la zona del Rímac, tan paralela a la mentada Triana. En un momento, todo ello se me vino a la mente como una ráfaga luminosa cuando vi a los mexicanos, cuya entusiasmada idiosincrasia nos venía como anillo al dedo a base de cartuchos de almendras y bebidas espirituosas.

Estábamos en familia y a mí se me venían a la mente muy claras rancheras de Jorge Negrete y Vicente Fernández, entre otros; pero felizmente aquello se quedó en un estado mental/emocional…

Inspirado en todo ello junto y revuelto, válgannos estos versos en el agradecimiento de un regalo familiar y en la entrañable vivencia que deja huella como un pasado en marcha que anhela un futuro ilusionante.

Del puerto de Sevilla,
al puerto de Veracruz,
pasando por Cádiz y Cuba,
con canaria luz,

un mundo-koiné se renueva,
con colorido y creatividad,
con la continuidad que supone,
la lógica de la Hispanidad.

Fandangos, zapateados, peteneras,
y sombreros de alas anchas,
y ponchos, habanos y toros,
y patios y flores, ¡qué estampas,

para una familia que siente,
el sol sobre el mar como camino,
para una tierra prometida que llama,
hacia una comunión en el destino!

Así, sean esas estampas empujones,
para cumplir objetivos de carne y hueso,
ante los desafíos de esta… modernidad,
¿habremos de darnos por muertos?

¡Jamás! Adelante, con decisión y alegría,
con aires andaluces y novohispanos,
que contagien a nuestro mundo-koiné…
¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!

Antonio Moreno Ruiz

NOTAS

(1) Sobre Curro Romero:

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