Mitos y mentiras sobre José de San Martín

-Por Nicolás Duré

Los llamados «sanmartinianos católicos» argentinos, muy astutamente, para salvar a San Martín del fuego, dan una visión sesgada y parcializada sobre la vida del «prócer». Aprovechan algunos documentos, mientras ignoran otros; toman algunas cartas, y otras las desechan. Hay que alejar al «Libertador» de todo vínculo con los liberales, con los masones, con los ingleses. De eso se trata: buscan tomar únicamente «el lado católico» del personaje, soslayando todo lo demás. Y a cualquiera que busque denunciar la otra parte de la vida de San Martín, lo difaman afirmando que «repite el mito liberal» o “que es un españolista”. De esta manera, dirán que San Martín era anti-inglés porque «le donó su sable a Rosas por haber luchado contra el invasor anglosajón», pero no dirán que durante toda su campaña militar don José recibió ayuda de los ingleses, tanto naval, como económica y militar, y que su flota del Pacífico estaba compuesta prácticamente en su totalidad por oficiales británicos y norteamericanos; dirán que era anti-masón porque «se peleó con los masones Alvear y Rivadavia», pero nunca te hablarán de sus amigos masones, como Lord McDuff, el V Conde de Fife, alto masón escocés amigo de la familia real británica e interesado en la secesión de los Reinos de Indias, quien le brindó facilidades para salir de Cádiz hacia Londres (y en 1824 lo recibió en su burgo de Banff para nombrarlo ciudadano honorífico), o sus sospechosos vínculos con masones belgas como el liberal Van Halen durante la independencia de este país en 1830; dirán que era anti-liberal porque apoyó a Rosas que era conservador, pero nunca hablarán de su biblioteca repleta de autores liberales como Rousseau, Voltaire, Paine, etc., ni de las frases pro liberales que lo delatan, como «Los liberales del mundo son hermanos en todas partes» (al virrey La Serna), o «con la Revolución de Riego España finalmente conoció el siglo de las luces» (hacia 1820), o de cómo reivindicó a la figura del gran liberal que fue Robespierre; dirán que era tradicionalista católico, porque «el código del Ejército de los Andes castigaba severamente los insultos contra los curas», porque «en la Constitución de Perú solo los católicos podían tener cargos» y porque «le otorgó su bastón de mando a la Virgen en Mendoza», pero no hablarán de cómo expulsó a cuanto obispo se opusiera a sus designios, como el pobre Las Heras en Perú, ni de los cargos que otorgó a prominentes anglosajones y herejes, como Miller o Paroissien, o de sus cartas a Tomás Guido cargadas de anti-clericalismo y de críticas al Papado; dirán que era hispanista, porque «en Punchauca quiso pactar con La Serna para traer un infante español a reinar en Perú y sellar una alianza con España», pero no dirán que (como refirieron algunos testigos de la época) muy probablemente se trató de una artimaña para ganar tiempo y, en todo caso, jamás de los jamases hablarán de su misión diplomática enviada desde Perú a cargo del anglo-franco-hugonote Paroissien para firmar acuerdos comerciales con Gran Bretaña, solicitar un empréstito al capitalista inglés Thomas Kinder y traer a este lado del Atlántico príncipes de la familia real británica para reinar en Sudamérica (el duque de Sussex o el de Sajonia-Coburgo, alemán este último, pero naturalizado inglés y casado con una princesa británica); dirán asimismo (no todos, pero lo he escuchado más de una vez) que San Martín era enemigo de Bolívar (necesitan desvincularlo a como dé lugar del irrefutablemente ultra-anglófilo venezolano), pero omitirán que, durante su estadía en Londres en 1824, San Martín proyectó una nueva campaña a Sudamérica en socorro del otro «Libertador» cuando se enteró de la caída de Lima en manos realistas y de las dificultades que este atravesaba en el virreinato (todo financiado con el empréstito inglés de un millón doscientas mil libras esterlinas, por supuesto); y, por último, y como cereza del postre, como coronando una gloriosa e intachable actuación, dirán que «quiso unir a Hispanoamérica en contra de los intereses ingleses y liberales». ¿En serio les parece que San Martín quiso unir lo que, en realidad, ya estaba unido? Como dijera Sejean, apoyó la independencia de Chile, siendo que el gobierno de Buenos Aires le había dado órdenes de enviar un diputado al congreso del Río de la Plata para proyectar una unidad. Más bien, los «Libertadores» fueron los que provocaron la división y balcanización del continente unificado por Cortés y Pizarro. No logro entender cómo afirman que combatió los intereses ingleses cuando al pedir su ayuda naval no hizo más que propiciar el dominio británico del Pacífico, abriéndole los puertos de Chile y Perú al libre comercio, e incluso permitiendo el saqueo de las riquezas virreinales, como cuando Cochrane se apropió del tesoro de Lima resguardado en su flota. ¡Cuántas mentiras profieren los «sanmartinianos católicos», y luego se atreven a llamarnos a nosotros mentirosos, o a decir que repetimos «el mito liberal»! ¿En serio alguien cree que lo expuesto líneas más arriba es un «mito liberal», cuando se trata de hechos contrastados y perfectamente documentados? Nadie en su sano juicio y pleno uso de sus facultades mentales podrá responder con un «sí» a este interrogante.

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