Foto: Al recibir el Premio Internacional de Periodismo en el Renaissance Ballroom de Miami.
“Distinguidos Señores miembros del Honorable Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio.
Damas y caballeros:
Una inefable emoción llena mi pensamiento permeando mis palabras, al leer estas líneas de gratitud por el alto honor que se me confiere luego de más de treinta años de exilio que no bastarán nunca para borrar en mí los sentimientos que me unen a nuestra Patria.
Las tristes circunstancias que sacudieron nuestra tierra con lo peor que podía ocurrirnos a causa de la instauración de la dictadura más larga que conozca el planeta, me alejaron de nuestro pueblo natal, siguiendo junto a mi hermano, los pasos de nuestros padres hacia La Habana, dando inicio a un desgarro inevitable en nosotros. Atrás quedó lo más hermoso de mi infancia. Quien no lo haya vivido, no sabe lo que sufre el ser humano cuando emigra, cuando tras de sí se cierra quizás para siempre una puerta y se abre la de un mundo desconocido.
Agradeceré siempre a mi padre su ejemplo imperecedero, la vocación profunda por la Libertad y la dignidad del ser humano. La Habana fue para mis padres el exilio forzado en la “otra Cuba” que comenzaba a radicalizarse día a día en intolerancias y desmanes. Aquel exilio debió prolongarse hacia las tierras generosas de los Estados Unidos de América, donde hoy por gracia de Dios nos encontramos reunidos, pero con la llegada de la llamada “edad militar”, el salto hacia la Libertad se vio frustrado.
Los pasos de mis padres se detuvieron en La Habana, pero su pensamiento voló conmigo junto a mi esposa y a mi hijo de 4 años, cuando el 21 de mayo de 1981, Dios permitió que pudiera nacer de nuevo, esta vez en la Libertad que nos ofreció Francia, a la cual debemos gratitud eterna por ello. La nueva tierra que nos abría los brazos lo hacía en otra lengua, con códigos culturales y clima muy diferentes a los nuestros, pero no nos importaba, la sensación de ser libres se imponía por encima de todas las dificultades iniciales que podían alzarse en nuestro camino.
Con el paso de los años aprendí a repetir con Víctor Hugo, Gran Maestro de las letras galas que también sufrió el exilio: “La liberté! Sauvons la liberté! La liberté sauve le reste.” (¡La libertad! ¡Salvemos la libertad! La libertad salva lo demás).
Semana tras semana escribí una Carta a Ofelia, mi adorada madre. Estas cartas resumían la esencia inicial de contar a mis padres todo lo que el mundo presentaba ante mis ojos y que ellos nunca habían podido imaginar.
Cuando ellos se marcharon por siempre a la Casa del Señor, las cartas continuaron volando hacia el mundo gracias a la “magia” de Internet y en ediciones impresas, como justo homenaje póstumo a quienes guiaron nuestros primeros pasos por el mundo.
Por estas razones deseo expresar mi especial gratitud a los distinguidos directores de los medios de prensa: Roberto Solera de Cuba en el Mundo en Miami, que fue el primero en publicarlas; al Mayor General Erneido A. Oliva de Camco Cuba en Washington; a Carlos Manuel Estefanía de Cuba Nuestra en Estocolmo; a Miguel Ángel García Puñales de Cuba Matinal en Madrid; a Fernánd Díaz de la Asociación Sociocultural “Europa 93”, de Islas Canarias que publica el Boletín Europa Actualidad en sus talleres de formación a discapacitados y que con tanto empeño ha hecho posible la edición impresa de las Cartas a Ofelia en 16 volúmenes; a Miguel García del Club Camajuaní y de la Revista de nuestro querido pueblo natal en Miami, a una gran dama francesa, Madame Geneviève Escande por su comprensión y generosidad; y al ingeniero Leonel Mena Valdés, por la creación de nuestro sitio web cartasaofelia.com.
Hoy día 27 de octubre se cumplen 38 años desde el día en que Marta y yo, unimos nuestras vidas ante Dios y los hombres. A ella va mi reconocimiento por todo su apoyo, ayuda y paciencia en todos estos años, sin los cuales no me hubiera sido posible hacer realidad el sueño de las Cartas a Ofelia.
La vocación de difundir todo lo nuevo, espíritu inicial de las CARTAS se traduce hoy día en el compromiso moral de todo el que se ocupa de estos menesteres, de transmitir los más preciados valores que inspiran la vida del ser humano y la exaltación de la Libertad como máxima aspiración del hombre. Parafraseando a nuestro José Martí, Apóstol de nuestra Independencia e insigne Maestro de nuestras letras, me atrevo a decir que: “Sin aire, la tierra muere. Sin libertad, como sin aire propio y esencial, nada vive. Es la libertad la esencia de la vida”
El tercer milenio ha comenzado para Cuba con una agudización de la pérdida de valores en la sociedad civil que comenzó con el macabro intento de neutralizar la existencia de los valores cristianos, de la familia cubana, de la unidad nacional de nuestro pueblo, para terminar en el puerto al que Cuba ha llegado a atracar, en el callejón sin salida de la creación del llamado “hombre nuevo”, engendro de los años sesenta orquestado por la más intolerante ideología que haya volado sobre los cielos de la América Latina en el siglo XX con el “socialismo real” cubano.
Tras más de cinco décadas de destrucción, la reconstrucción de la Nación Cubana será muy dura, muy difícil, y será un noble objetivo de la prensa cubana, el inculcar “a los que en Cuba sólo vivieron bajo el comunismo”, qué significa ser libre, qué significa poder pensar, hablar, opinar, disentir, discutir, existir y vivir plenamente sin temor a las consecuencias de un determinado discurso.
La prensa, la radio, el cine y la televisión en Cuba – hoy conformistas y justificantes –, tendrán entonces ante sí la misión de abrir los ojos y devolver estos valores a nuestras jóvenes generaciones que no conocen otro mundo sino aquel, y entonces pediremos a Dios que nos ilumine y ayude a recuperar el camino recorrido por nuestros próceres, por nuestros intelectuales, por quienes inspiraron la vida de la Nación Cubana en el alba del siglo XX.
Mi gran sueño es poder un día recorrer nuestra Cuba, libre y sin mordazas, junto a mi esposa, hijo, su esposa y mis nietos.
Queridos compatriotas, durante un recorrido por Croacia vi esculpida sobre la puerta principal de la muralla de la ciudad de Dubrovnik, la frase en latín NON BENE PRO TOTO LIBERTAS VENDITUR AURO, (La libertad no se vende ni por todo el oro del mundo). Desde entonces esa frase camina junto a mí como mi más preciada divisa.
Valga la ocasión para expresar mi gratitud al Sr. Abelardo García Berry, decano del Honorable Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio, al Sr. Sergio Galán Pino, Presidente de la Comisión de Cultura, al Sr. Orestes A. Pérez, Secretario Ejecutivo y a los miembros de La Junta de Gobierno, por tan alto honor.
Dedico este importante premio a la memoria de la que me enseñó a leer y escribir… ¡A mi madre!
¡Muchas gracias a todos!”
Palabras pronunciadas por Félix José Hernández Valdés al recibir el Premio Internacional de Periodismo el 27 de octubre 2012, en el Renaissance Ballroom de Miami, durante el Banquete Anual del Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio, con motivo del Día del Periodista.