¿Memoria histórica en España?

DE FAMILIA E HISTORIA

Con los datos que tengo en la mano, si bien no los doy como ciencia cierta porque hay lagunas, me atrevo con una peregrina hipótesis:

Una parte significativa de mi rama Becerril perteneció, por así decirlo, a la «izquierda de la restauración», esto es, el partido liberal, aunque probablemente mi bisabuelo sería una excepción. Con todo, llegando el año 1931, hay notables partidarios de la II República, a tal punto que el primer alcalde republicano de Pilas (Sevilla) era pariente de mi abuela paterna. Pocos días duraría este hombre en el cargo, pues dejó claro que él era republicano, que no comunista, y que veía cómo determinados elementos estaban secuestrando al nuevo régimen que él había saludado como partidario (y conste que dicho nuevo régimen jamás llegó por la mayoría de los votos, pero bueno…).

Esta rama familiar sufrió dos asesinatos por parte del Frente Popular: El cabo Anguas Becerril, asesinado en la sierra (cuando no le dio tiempo ni a exhibir su posición frente al 18 de julio), y el hijo de un militar que no se había mostrado antirrepublicano, muerto en una «cheka», esto es, un campo de concentración y tortura a imagen de la Unión Soviética. 

Pasados los años, muchos miembros de esta rama, salvo alguna que otra excepción, o bien se mostraron indiferentes ante el franquismo pero no le impidieron el paso, o bien incluso lo vieron con buenos ojos.

¿Fueron casos aislados?

No lo parece. El intelectual republicano Gregorio Marañón, introductor de las ideas freudianas en España, tuvo una actitud parecida e incluso más allá, porque su hijo combatió en el bando nacional. José Ortega y Gasset, así como Alejandro Lerroux, hicieron declaraciones, cuanto menos, polémicas. Y hasta en Azaña y Negrín podremos encontrar cosas que no gustarán nada a nuestra oficialidad progre; pues ambos vieron (aunque no actuaron en consecuencia) cómo la II República se estaba perdiendo tanto por el entreguismo a Stalin como por las continuas traiciones de los separatistas; estos últimos, con sus cobardías, canalladas y robos, unos de los máximos culpables de la caída de un proyecto que nunca supo ni quiso ser enteramente nacional, tal y como sí hubieran deseado seguramente los republicanos radicales/lerrouxistas, premarxistas, que iban a reventar actos separatistas en Cataluña y que llegaron a prohibir la farsa dizque austracista de la «Diada». 

Así, desde una parte de mi familia, puedo ir por un camino histórico cuasi universal, tan complejo como apasionante, en un momento muy determinado de la historia de España; que no padeció una «única guerra civil», sino un proceso rupturista que venía desde la invasión napoleónica. Por ello, cuando los políticos quieren meterle mano a la Historia por decretazos, como dijo un paisano mío hace muchos años, «malo, malo, hay que tapiar». ¿Quién coño se creen politicuchos (y sus esbirros) cuya vida y obra da vergüenza ajena para imponer criterios por medio de la violencia estatal; cuando la Historia siempre es mucho más rica, compleja y contundente que el sectarismo propio de corruptos y tarados? Y de todas formas, ¿acaso no se sabe que por mucho que diga un papel, la realidad puede ser muy otra?

Antonio Moreno Ruiz

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