InicioFirmasMartirologio revolucionario

Martirologio revolucionario

Date:

Del autor

Isabel de Bobadilla, Capitana general de la Isla de Cuba

Durante la conquista y colonización de América, muchas mujeres...

La expulsión de los jesuitas: Antecedentes y consecuencias

-Por Emilio Acosta Ramos Un tema que genera debate es...

Gracias a Alejandro Toledo, el globalismo se infiltró en el Perú

-Por Mar Mounier 'Gracias' a Alejandro Toledo, el globalismo se...

José Gabriel Barrenechea.

Agapito Jiménez es un mártir de la Revolución.

El otro día, perdido por el Vedado, encontré una lápida dedicada a él en una calle paralela a Línea, en otros tiempos Avenida General Batista.

Resulta que Agapito solía beber mucho, y una madrugada de fines de 1957, bastante jumado, fue a cruzar la citada calle secundaria. Por lo regular no muy transitada, mucho menos a aquellas horas.

Pero resulta también que esa noche en especial el General Batista andaba corriéndosele a su esposa, la gigantesca Marta, con par de pirujas a las que había levantado en casa de su padrino de religión, Chacumbele “Ñañango” Martínez. Y como casi siempre que andaba en aquellos menesteres secretos le había pedido a su chofer que tomara por una calle más discreta. Pasaban por la cuadra del hecho, a toda velocidad y en aquellos tiempos en que las calles secundarias del Vedado todavía estaban en buen estado, en el preciso instante en que Agapito atinaba a hacer que su zigzagueo interceptara con la infausta vía.

No hay que decir que por más que el chofer del General aplicó los frenos, con todo y sus excelentes reflejos, en cuanto vio al bulto vacilante salir de entre la fila de máquinas parqueadas al borde de la calle, así y todo el cuerpo de lo que fuera Agapito voló más de veinte metros… para entrar en la historia nacional.

Se había levantado por esos días la censura de prensa, y el hecho fue colocado en primera plana por media docena de diarios oposicionistas.

Mas fue Bohemia, en su sección En Cuba, quien sacó a relucir la militancia opositora de Agapito. Todo gracias a lo que un repórter del semanario logró sonsacarle a un agente del SIM, algo dado a que le pagaran los tragos, tras el registro de rigor al cuartucho en que habitaba Agapito, tras ser expulsado de su casa por su señora esposa. Resulta que allí la policía había descubierto, bajo el camastro, uno de esos bonos que el 26 de julio usaba para recolectar fondos.

Pero el caso es que el reportaje no quedó ahí, porque ya en la mesa de Enrique de la Osa aparecieron como por arte de magia una pistola calibre 45, que supuestamente luego había sido hecha desaparecer por la propia policía, y hasta un par de vecinos, que convenientemente prefirieron no revelar sus identidades, quienes dijeron haber escuchado gritar a Agapito: ¡Abajo el Tirano!, un segundo antes del frenazo… Por cierto, estos mismos dos vecinos al parecer fueron quienes unos años antes habían advertido a Enrique y al senador Chibás de la compra, por el ex presidente Prío, del Empire State de New York.

Debo aclarar aquí que el tal bono había llegado a manos de Agapito… o más exactamente a la suela de su zapato derecho, cuando un par de días antes se llevó prendido de un chicle una de los papelitos que un grupo de muchachones se apresuraron a botar de sus bolsillos ante la súbita aparición de una patrulla de la radio-motorizada cinco cuadras más arriba. Agapito pasó solo medio minuto después, como siempre, en juma y zigzagueante, y con el chicle que a su vez había recogido a la salida del bar recogió uno de los papelitos que los policías se empeñaban en reunir a pesar de la brisa vespertina.

No obstante, la historia del Agapito oposicionista prendió: Esos dos que allí ven, en la tribuna y detrás de Armando Hart y el Gallego Fernández, son sus dos hijos. Tenían diez y ocho años, respectivamente, el día en que su esposa le lanzó la ropa a la calle a Agapito, por borracho, tras uno de esos escándalos que en su momento hicieron época en el barrio, pero que más tarde todos tuvimos a bien olvidar.

Los muchachos, casi al entrar en los cuarentas, dirigen hoy sendos planes de la Revolución, como cualquiera adivinará al ver sus prominentes barrigas, sus guayaberas y las llaves de los respectivos autos ladas 2107 que se abultan en sus pantalones.

Como de seguro ustedes sabrán, compañeros, este acto de mediados de los ochentas que ahora miramos en las desvaídas páginas de la revista Bohemia es para inaugurar la Secundaria Agapito Jiménez…

Subscribe

- Never miss a story with notifications

- Gain full access to our premium content

- Browse free from up to 5 devices at once

Firmas

Deja un comentario