Manteros desencadenados

Dicen en «La Vanguardia», esto es, el periódico del conde de Godó (cuando eran pelotas del franquismo eran «La Vanguardia Española». Tan pelotas como el F.C. Barcelona que le daba medallas al general por haberlos salvado de la quiebra) que el turista agredido por los salvajes en Barcelona era «estadounidense de origen mexicano». Por el acento, se conoce a leguas que el hombre es de origen cubano, pero bueno, ese es el nivel de distinción, erudición e información del periodismo progre que domina cual tiranía mediática analfabetizadora nuestro país, al alimón de políticos tan analfabetos o más. Políticos que, desde el Hada Colacau a Casado máster del universo ni se han dignado en llamar al agredido, agredido por defender a una mujer de unos delincuentes africanos que la increpaban por querer pasar con el carrito de su bebé por un espacio donde ellos no deberían estar. Y a pegarle al turista diez contra uno, haciendo honor a la gallardía multicultural.
¿Y qué para nuestros progres, especialmente con los/les/las/l@s/lxs femigramscis? El turista norteamericano de origen cubano es el culpable racista/fascista/misógino/heteropatriarca mientras que los manteros son los pobres/refugiados/víctimas de guerra/neoproletarios/nous catalans. Por más que Lenin dijera que los hechos son muy tozudos, aquí los hechos no importan, sino los mantras. Y los de las mantas. Y al comerciante mala persona que es frito a impuestos que se joda por fascista, que para el comercio ya vienen del África tropical (como el Cola Cao) a pagarnos las pensiones y enriquecernos culturalmente; que según Pujol (ese que nos insultaba a los andaluces, como toda la puta oligarquía separatista) y sus palmeros de izquierda a derecha, como no hablan español, no tienen ese defecto de los hispanoamericanos, que no podían ser buenos nous catalans por hablar la malvada lengua de Cervantes. Y ahora miremos qué le pasa a un hispanoamericano con huevos. Ilustrativo, cuanto menos.
Pero lo dicho: Más dura será la caída.
Que hable, que cuente este hombre qué le ha pasado en Barcelona. Que diga de nuevo a las claras la verdad, que estamos entrando en el tercermundismo, que se quitan las ganas de venir. A ver si es verdad que se acaba el turismo de una buena vez. Y que nos perdone por huevones y cagados, por esta mutación extraña de un pueblo del que Napoleón dijo que le hizo perder.
Nota bene:
Al hilo de la agresión al estadounidense de origen cubano: Los progres hablan de «refugiados» y sin embargo no le conceden ese status a cubanos y venezolanos víctimas de tiranías que sus gurús (Monedero, Iglesias, Errejón y un largo etcétera, pues hasta la porcaracha que ahora anda por Suiza pasó por Caracas) han asesorado, viviendo a cuerpo de reyes mientras que muchos españoles emigrábamos con una mano delante y la otra detrás. Por lo tanto, todos esos gurús y quienes los apoyan también son responsables de la violencia y el hambre, de Cuba a Venezuela. En aquel valiente hombre que se rebeló en Barcelona (con razón decía Miguel de la Quadra Salcedo que los iberoamericanos nos recordarían a los españoles quiénes fuimos) sobre lo que los españoles callamos como putas mudas, consintiendo lo que no tenemos que consentir, se ha visto, cuanto menos, una visión alegórica; en una España que todavía niega la nacionalidad a buena parte de sus descendientes directos en América y se abre de piernas frente al salvajismo extraño.

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