InicioCartas a OfeliaLupe lleva aún hoy día en sus hermosos ojos el cielo y...

Lupe lleva aún hoy día en sus hermosos ojos el cielo y la luz de Cuba

Date:

Del autor

La Hispanidad empieza en Cuba

entre otros valores, Cuba encabeza el sentimiento de Hispanidad, porque se lo ha ganado

IV – Trasfondo histórico de la cuestión puertorriqueña

En 1897 el movimiento autonomista en Puerto Rico pudo lograr que España finalmente le concediera a la isla una Constitución propia, la Carta Autonómica

Descolonizar Cuba

los pueblos como el cubano son en esencia sociedades europeas trasplantadas a otro clima, otra latitud y longitud

El Museo Nacional del Prado celebra su 203 aniversario

Foto: Trampantojo creado por el grafitero DiegoAS. Foto ©...

Fernando Zóbel y su mirada sobre el arte de los grandes maestros en el Museo del Prado

Ilustración: Alegoría de la Castidad, 1505 Lorenzo Lotto Óleo...

Foto: Lupe, La Habana, 1973.

París, 10 de junio de 2020.

Querida Ofelia:

Ayer salí de la universidad a las seis de la tarde con mi colega y amigo cubano Jorge.  Como siempre, tomamos el metro para regresar a casa. Habían pasado sólo dos paradas, cuando una espléndida muchacha se sentó frente a nosotros del lado de la ventanilla. Carlos se puso pálido y me susurró: -¡No es posible… es ella, es idéntica a ella!

Yo no lograba comprender y sólo atiné a preguntarle: – ¿A quién?

– A Lupe, me respondió.

La chica, de unos 18 ó 19 años, abrió un libro y se puso a leer. Deslizaba sus dedos sobre las páginas como si las acariciara. Nosotros nos manteníamos en silencio total. Pero Carlos pasaba su vista sobre ella y la admiraba con poco disimulo por medio del cristal de la ventanilla – que como estábamos pasando por un túnel oscuro-, reflejaba perfectamente el hermoso rostro de la joven. Ella se levantó y se dirigió hacia la puerta del vagón cuando estábamos llegando a la estación de Saint Michel. Antes de bajar miró a mi amigo y le sonrió, lo cual le perturbó más aún.  Nos quedamos como de costumbre en la estación de Champ de Mars-Tour Eiffel y, como siempre he sido un gran curioso, lo invité a un café a tomar algo, para que me contara qué había pasado con la chica parecida a la que acabábamos de encontrar en el metro.

Fuimos al Bar Suffren  y allí Carlos me mostró una foto que lleva en su billetera desde hace 40 años, estaba gastada por los bordes. Es una copia de la original que puedes ver al inicio de esta carta y que me envió hoy por correo electrónico. Le pregunté si podía leer la dedicatoria. Me autorizó, pero me dijo que lo había escrito él mismo en esa foto, que ella le había regalado en el 1973. Quedé sorprendido con lo que estaba escrito, ya que no lo imaginaba tan romántico:

 “Querida Lupe: antes de conocerte, no sabía la grandeza del sentimiento que encierra la palabra Amor. Tuyo, Jorge”.

El barman se acercó y le pedimos dos piñas coladas. Estábamos sentados en cómodos butacones de ese bar inglés, del que fuera hasta hace poco el lujoso International Paris Hilton.

Como me autorizó a hacerlo, te voy a reproducir lo que me narró mi amigo.

 “Conocí a Lupe en La Habana siendo muy joven, era bella, su sonrisa era radiante y sobre todo tenía unos ojos espléndidos. Comenzó una historia de amor entre adolescentes que como todas las historias de amor de aquella época consistían en: ensayos y Fiestas de Quince, cines, Coppelia, paseos por La Rampa y sus alrededores. Pero poco a poco me enamoré de ella como nunca lo había estado. Recuerdo el día en que nos cayó un aguacero y nos empapamos en la acera detrás de la Compañía de Electricidad de Carlos III y no nos importaba pues estábamos juntos.

Yo pasaba infinidad de veces por la acera de su casa para ver si ella estaba sentada en uno de los sillones de la sala, hasta que me veía y se apoyaba en la reja. Por medio de señas nos dábamos citas en el Ten Cent de Galiano o en el Coppelita de Malecón.

Gracias a una prima de ella, logré entrar a su casa y conversar con su mamá, la cual fue amabilísima. Era una señora bella que parecía interrogarme con su mirada. Fue la primera vez en mi vida que tuve ganas de decirle: ¡Señora me quiero casar con su hija! Sin embargo no osé decirlo; ya que yo, como todos los jóvenes de aquella época, vivía agregado en casa de mis padres.

Cada despedida era como un desgarramiento, nuestra historia de amor fue intensa, profunda… hasta que un día me enamoré de otra chica también muy bella. No quise mentirle a Lupe y le confesé que me iba a casar con la otra muchacha.

Durante todos estos años he pensado innumerables veces cómo habría sido mi vida si me hubiera casado con ella. No lo sé. Sólo Dios lo podría saber.

Hace dos años ella me encontró por Facebook y desde entonces hemos intercambiado fotos y mensajes. Cuando estuve el año pasado en los EE.UU. pude verla y conversar con ella en un restaurante. Hablamos de todo salvo de nuestra vieja historia de amor. Ella sigue siendo una belleza cubana y aún hoy día lleva en sus hermosos ojos el cielo y la luz de Cuba”.

Mientras el monólogo de mi amigo se extendía, en varias oportunidades vi que sus ojos se humedecían. Se ve bien que Jorge ha superado las vicisitudes de su existencia, logrando conservar la más exquisita y hermosa virtud que podemos poseer los seres humanos: ¡La capacidad de amar!

Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.

Nota bene: Esta crónica aparece en mi libro «Memorias de Exilio». 370 páginas. Les Éditions du Net, 2019.  ISBN: 978-2-312-06902-9

Subscribe

- Never miss a story with notifications

- Gain full access to our premium content

- Browse free from up to 5 devices at once

Firmas

Deja un comentario