Lo que Puerto Rico tiene que agradecer a los Estados Unidos.

Los cupones, esa beneficencia desinteresada, esa obra de caridad y filantrópica que los americanos le dan a los puertorriqueños, que gracias a las Leyes de Cabotaje los Estados Unidos recuperan completamente junto con la ganancia de mi sueldo y el de todos los que trabajan.

Suena gracioso cuando alguien nos hace creer que Estados Unidos es un imperio porque está en el negocio de la caridad y le anda regalando el dinero a todo el mundo, con el extra de la «libertad y democracia» a todas las naciones, a fuerza de tiros y bombas. Así son los buenos, Hollywood me lo enseñó.
Libertad y democracia, siempre pienso en ella cada vez que los verdaderos ciudadanos americanos votan por su Presidente, el mismo que nos impone leyes como un dictador porque yo no vote por él. Igual que los congresistas, no voto por ustedes y; ¿cómo hacerlo? si yo no puedo pagarles donativos para sus campañas políticas como lo hacen las grandes farmacéuticas foráneas que los aconsejan a que dejen el estatus político subordinado así como está. ¿Porque los millonarios gringos tendrían que pagar por tener sus fábricas, Wall-Marts y McDonald’s aquí cuando los puertorriqueños ya pagamos esas contribuciones?
Libertad y democracia, pienso en ella cuando veo que a Detroit y Nueva York les aprobaron sus quiebras y a mí me van a aumentar un IVA en un 11% más porque para Puerto Rico la quiebra es inconstitucional.
Inconstitucional, una constitución de los Estados Unidos que no aplica en Puerto Rico de forma plena, solo a conveniencia de los intereses momentáneos, y una constitución de Puerto Rico que no tiene ciudadanos por naturaleza; ¿A alguien le han dado su ciudadanía puertorriqueña cuando nace para que celebren la constitución del ELA de 1952? Ciudadanos de una constitución que no aplica sobre el territorio y residentes de un territorio sobre el cual aplica una constitución de la cual no son ciudadanos.
Les agradecemos por ser unos apátridas. También les agradezco el mantener viva una ilusión de ser ciudadano de primer mundo, lo hago porque pago por la gasolina $1.00 cuando en Venezuela está a 0.5¢ Otra vez agradezco a las Leyes de cabotaje por eso. Les agradezco también el tener una moneda que vale menos que el dólar australiano, el dólar canadiense, la libra esterlina y el euro. Así aparecen más ceros en mi cuenta y me creo que es tanto como los ciudadanos de primer mundo de verdad.
Tengo mucho que agradecer: la crisis económica perpetua nos mantiene en una burbuja de ignorancia, así no podemos ver el resto del mundo y al aspirar a ser turistas vamos al único sitio que podemos pagar, vamos a otro Reino de Fantasía, vamos a Disney, así podemos sentirnos como en casa al visitar otra realidad igual que ésta pero sin boquetes en la calle, pero es igual de irreal que esta y así nos sentimos que no somos los únicos.
Les agradezco sobre todas las cosas nuestra falta de identidad, aquí fue donde más se empeñaron. 117 años de emigraciones masivas hacía los Estados Unidos mezcladas con los miles de dominicanos que llegan todos los años, los cubanos escapando de Fidel Castro, los miles y miles de haitianos que nos metieron en los 80s a vender biombos en las Fiestas Patronales, los venezolanos de Hugo Chávez que ahora venden arepas por la Vieja de Caguas sin contar con los mexicanos haciéndoles competencia y mis favoritos, los americanos «white trash» pedófilos que nos reubican los tribunales de Estados Unidos hasta acá, junto con los newyoricans que no saben hablar español y nunca han estado en Puerto Rico, pero como sus certificados de nacimiento racistas dicen «origen puertorriqueño» cuando los cogen con una bolsa de marihuana nos los envían hacia Puerto Rico listos con sus atuendos de afroamericanos con gorritas, tenis Jordan y prestos a hacer grafitis en nuestros monumentos nacionales.

Esa falta de identidad reforzada con todas las religiones ajenas a nosotros nos da la libertad de creernos americanos, o negros, o hasta indios en taparrabos si nos van a declarar Reserva Indígena y nos van a dar más cupones, hacemos lo que sea con tal de no trabajar.

Hasta somos capaces de olvidarnos de que hablamos español, tenemos un apellido español y tenemos sangre española. Gracias Estados Unidos, si los niños pueden creer en Santa Claus los penepes pueden creer que un día les darás la estadidad, los populares que tienen un país de verdad y los independentistas que un día votaremos por ellos.

No hay nada más lindo en la vida que soñar, mientras tanto otro día yo le agradeceré a España por siempre hablar de Filipinas y Cuba para que nadie se dé cuenta que nos regalaron en el proceso aunque NO les teníamos una guerra de independencia puesta.

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