Lo que haría si fuera Cuba

De  la posible herencia española en toda Iberoamérica, por culpa de la mala traza mandamás española, no quedará ni rastro

Si yo fuera Cuba o un mandamás cubano, como mucho de lo dicho queda grabado y registrado, a partir de ahora, supuesto que yo no sería un piadoso cristiano ni pondría lo que según ellos dicen poner de la otra mejilla, cuando es el otro bolsillo para llenar cuando ya tienen uno lleno, a cuantos siendo de profesión informadores han contado y cuentan mentiras sobre Cuba y sus gentes, les prohibiría la entrada en la isla de por vida, porque una cosa es opinar, y otra cosa muy diferente es hablar mintiendo por boca vendida al sistema.
Cuba, hasta hoy mismito, es la niña bonita que todo el mundo quiere pasar la noche con ella, pero nadie le lleva ni le preocupa lo que ella sienta o prefiera, y, a lo más, se le dice algún piropo en la esperanza de que la niña ceda y por la mañana amanezca preñada y si te vi ni me acuerdo.
No deja de ser un placer ver como los comemieldas de los tertulianos y demás medios de comunicación españoles, que llevan años y años rasgándose las vestiduras cara a la galería por mandato de sus amos y señores, hablando mal, hasta echar espumarajos de odio por la boca, de Cuba, sin respeto alguno al pueblo isleño, y sin pararse ni exponer su punto de vista al respecto, sino aquel que desde sus cajas fuertes les obligan a decir, ahora siguen jodidos porque las muchas empresas española establecidas en la isla, que querían, exhibiendo paisanajes y amores filiales inexistentes, respetos inexistentes, quedarse con toda la obra pública de Cuba, y enseñar, porque tienen experiencia sobrada en ello, aún más de la posible existente en Cuba, de que una obra que vale cinco, la conviertan en cinco mil por arte de su cara dura comercial en un país, España, donde el poder judicial va tan despacio, que en muchas comunidades se ha quedado parado intencionadamente, caso de Murcia, Andalucía, Valencia y un largo etcétera.
A nivel institucional y de estamentos que están adosados al poder y le limpian las letrinas con la lengua por dinero al imperio, en un algo muy habitual en esta España que perdió su dignidad especialmente ahora que podía votar y echar de una vez del sillón del poder a los nietos del franquismo y seguir la premisa europea de que el que quiera cura que se lo pague de su bolsillo, y dejar de lado tanta hipocresía acumulada que inunda de agua bendita probablemente la sociedad menos solidaria de las conocidas a lo largo de la historia.
Por tanto, la involución que nos está disminuyendo y arrugando, no nos permite hablar de tú a tú, con un país digno como lo es Cuba, en la generalidad de un pueblo, de una sociedad, que pese a quién pese o lo que pueda pesar un cerco económico provocado y mantenido por gentes desleales a los principios más elementales de honestidad, España no tiene altura moral ni ética salvo para circular por las calles haciendo sonar fanfarrias de caballería entre idolatrías iconodulas.
Limpiado por la censura, que permitirá el recreo literario con todo lujo de detalles del degüello y del descuartizamiento humano, pero prohibirá tajantemente el que se vea una teta, o a una pareja procreando, según un viejo y ancestral canto a la muerte y odio a la esperanza y a la vida, los cuentos de las Mil y Una Noche del abasida Harús al-Rashid, ese infinito más un día más, más una noche más, se ajusta todo perfectamente al cuento de vida español, empezando por Simbad el Marino, siguiendo por Aladino y la Lámpara Maravillosa, y terminando, porque así lo quiere la sociedad española mayoritariamente, con Alí Babá y los Cuarenta ministerios ladrones, según la realidad que impera en la partida ganada por el corrupto sistema hacia una masa laboral que relincha de felicidad cuando la ponen a comer en el pesebre.
Los anuncios en los medios que nos están continuamente indicando que hasta que los grandes almacenes no pongan en sus estanterías el fin de las existencias, hay que seguir abusando de ellas porque los pobres están para eso, para ser pobres y si no que no hubieran nacido, da un ancho margen social para que se cuelen por las rendijas de las puertas los vientos helados de la insolidaridad global, con sones celestiales de trompetas que los publicitan en la necesidad de la competencia, aunque uno sea cojo y el otro tenga dos piernas.
España, por tanto, está perfectamente capacitada y alineada, fruto de una campaña feroz, para ser la reserva económica y espiritual donde descansan formas de gobierno ineficaces que jamás han recibido tantos aplausos de la colectividad, mientras Cuba es de otra mezcla impelente diferente, que lo malo que riega sus campos es un solaje colonial español que, del mismo modo que del pueblo godo pasados los siglos no queda nada en la Península porque eran gentes que no estaban en su lugar ni en su sitio en el momento adecuado, pasados los años, la posible herencia española en toda Iberoamérica, por culpa de la mala traza mandamás española, no quedará, para mi dolor personal, pero para bien de ellos, ni rastro de ella.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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