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Las repúblicas iberoaméricanas

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Tienen a su favor, una a una, todas las repúblicas Iberoamericanas, resultantes supervivientes de aquellos grandes genocidios cometidos por los países orientales a ellas y del abuso actual sobre la propiedad de sus suelos y sus recursos, que son Repúblicas, y la república siempre es un escalón fundamental de partida para que el hombre se empareje con el hombre en libertad de respeto mutuo pleno.

Las monarquías, como los dioses, hay que sujetarlos a los dos porque tienen el equilibrio inestable. Y aunque  el paso del tiempo, el devenir de los acontecimientos, ha servido y mucho en favor a los sustentadores de las monarquías y de los dioses para saber definir perfectamente cuales son los métodos a seguir, sean los que sean, para lograr que no se caigan redondos en el suelo conceptos arcaicos que no nos dejan sacar los pies del plato, nada es eterno; y menos lo que no aporta recursos de ninguna tipología.

Defender a ultranza la civilización madre: la Griega, la Helénica, la única cultura y civilización que realmente levantó al hombre, y lo alzó del suelo para dejar de comer pasto, tuvo un inconveniente grave, quizás muy grave, fruto precisamente de su propia grandeza novedosa. Y algo que es obvio, que se divisa a simple vista, el hecho de que un pueblo siempre saldrá derrotado ante una ciudad, actuó, a pesar de ser algo tan obvio, como una maldición en el mundo griego; Algo semejante a lo que está pasando ahora mismo en las jóvenes repúblicas iberoamericanas que, a pesar de tantas fuerzas ajenas, extrañas, poderosísimas, de extremada capacidad de corrupción sobre las instituciones, por su propia estructura republicana, los territorios de la América Morena, ya se están alzado y comienzan a mirar hacia el horizonte y sólo les falta la unión.

Lo que siempre se ha admitido como una forma de vida espartana: buena, honesta y cabal, en realidad todos sabemos que los espartanos, los habitantes de la ciudad de Esparta en Grecia, eran los peores y más corruptos políticos que han existido en el mundo conocido. Y para  alcanzar semejante categoría de máximos corruptos con tanta competencia habida y por haber, no es ni ha sido tarea fácil. Pero, no obstante, nuestros políticos siempre presumen de llevar una vida espartana, quizá porque en mayoría la llevan.

Si las ciudades griegas se hubieran unido, si las jóvenes repúblicas iberoamericanas se unieran, como disponer disponen como en su día disponían los griegos de ciencia suficiente del momento para que unidos generar fuerza disuasoria, los demás pueblos extraños a ellos, no lo hubieran tenido tan fácil para que el mundo helénico se convirtiera en referente cultural, pero, al fin y al cabo los griegos trabajando sin papeles en el mundo de las bárbaras sociedades germánicas. Lo mismico que pasa actualmente en las jóvenes repúblicas Iberoamericanas gobernadas, o entregadas a los barbaros del norte, bajo criterios monárquicos y religiosos antiguos, cuando ellas son repúblicas frescas, con un tremendo poder de entendimiento cultural entre ellas único en el orbe.

En ocasiones, en conversaciones de este tipo, ha salido a colación el hecho de que en la vieja Europa hemos llegado a un cierto periodo de paz, después de despanzurrarnos continuamente y en cantidades de asombro, en luchas y guerras de una envergadura de número desconocidas, que, afortunadamente, a pesar de la locura de abuso sobre el Chaco, no se han dado en Iberoamérica. Y puede que sea así. Pero eso no quita fundamento alguno a una necesidad imperiosa que evite el deshonor, la falta de ética necesaria para que todas las repúblicas iberoamericanas estén de pie esperando que venga el yanqui a segarle la yerba bajo su pies, y por arriba a que les echen una rociada de agua bendita o a que le lean un pasaje de un libro corregido y aumentado según interese.

Lo primero de todo es la concienciación y el conocimiento. Y lo positivo que puede tener la maldición de la emigración, es que el emigrante piensa de continuo en su tierra, y mentalmente se preocupa por encontrar soluciones sociales que ataquen aquellos fatales absurdos que lo han llevado a él a ser emigrante.

Esperemos que todo cuaje; y que cuaje pronto.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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  1. PERDIDA
    Por Cuba
    un día
    perdí un beso
    y cien amores
    que se los di
    a los vientos.
    Por Cuba,
    otro día,
    perdí el aliento
    y guardé un minuto
    dos, tres…
    doscientos
    minutos de silencio
    cuando
    verdeando
    vinieron
    cañales
    y vientos mojados
    por las palmas,
    por los hombres
    hombres,
    por las hembras
    hembras,
    por los campos
    campos,
    y por los horizontes
    de las sierras
    que me hablaron
    de hechuras
    y hombrías
    de cubanos
    y guerrilleros
    de otros tiempos.
    Por Cuba y en Cuba,
    estrujé,
    casi con vergüenza
    la nada de mi tiempo,
    las horas perdidas,
    los días muertos
    uno tras otro
    detrás
    de algo
    que tiene que estar
    detrás,
    mientras tiemble
    encadenado
    un solo hombre,
    que deberá ser
    primero de lo primero.
    La vida:
    tu risa
    y la mía
    cuando te veo
    alegre y feliz
    Cuba,
    es porque tu,
    a diferencia de mi,
    has escrito
    con honor
    tu libreta
    y tu plana,
    en la calle,
    en el valle,
    en el monte,
    en la escuela,
    y en cada casa
    y bajo cualquier
    techo de palma
    o tejado.
    Yo, si no tengo
    perdida mi vida,
    tampoco puedo
    escribir
    que tengo mi tiempo
    saboreado,
    ni en lo más remoto
    parecido
    a lo cubano.

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