Las fronteras de La Rioja
Antonino González Blanco
Los árabes no son partidarios de llevar la guerra a las zonas montañosas. Viven la conquista como señores de la guerra. Se aíslan en sus castillos o fortalezas que pretenden controlar el territorio confiscado y si es verdad que es un tópico que los árabes viven en castillos, también lo es que tales castillos ocupan los lugares que ocupan, en función del control de la tierra rica y poblada.
Las ciudades hispano-romano-visigóticas seguían vivas cuando aquí llegan los árabes. Y es su control el que más condiciona la política de conquista, por eso y a pesar de la feudalización incipiente del mundo visigodo, el período árabe se define por una fuerte dosis de vida urbana y por el control de las tierras bajas (27. Esto lo ha visto bien MANZANO MORENO, E., La frontera de Al-Andalus en época de los Omeyas, Madrid, C.S.I.C, 1991, p. 107ss: Siguiendo el orden que aparece en el texto de al-Razi, los siguientes centros fronterizos de importancia que encontramos en el tagr andalusi son Zaragoza y Tudela. El territorio que estas dos ciudades controlan es fundamentalmente el curso medio del valle del Ebro, una región cuya importancia económica se remontaba a épocas muy anteriores. Del mismo modo que en las zonas que hasta aquí hemos examinado, pensamos que la mejor manera de estudiar la pauta de los asentamientos musulmanes en este área es considerar previamente el trazado de las antiguas vías romanas. En el sector occidental de la «Frontera Superior» la red de calzadas romanas que tienen por centro Zaragoza desempeña asimismo un papel de primer orden…. A partir de Zaragoza, la vía que discurría entre Astorga y Tarragona rentaba el valle del Ebro a través de una serie de mansiones tales como Allobane (Alagón), Balsione cerca de Cortes o Mallén), y otras estaciones cuya localización exacta es algo más problemática – pero que indudablemente se ubicaban a orillas del río -, para dirigirse a continuación por Nájera y Santo Domingo de la Cazada hasta Briviesca. Por esta última ciudad transitaba asimismo la vía que iba de Astorga a Burdeos, que es también citada en el «Itinerario Antonino», y que atravesaba el desfiladero de Pancorvo, la ciudad de Velegia (Iruña), Araceli y Pamplona, dirigiéndose desde allí a los pasos pirenaicos. Por otra parte, ampliamente documentada por la evidencia epigráfica se encuentra en esta misma zona una vía a través del río Iregua que pasaba por Viguera, Almarza y Albelda con dirección a Vareia (Logroño).). Y así ocurre con las tierras de La Rioja donde los Banu Qasi, visigodos convertidos políticamente al islam crean aquí un feudo que durará casi todo el tiempo que dura el dominio árabe en el valle medio del Ebro. Y precisamente por esa tendencia al control de las tierras urbanas las tierras del valle medio del Ebro basculan hacia Aragón y el condado de los Banu Qasi abarca toda la Rioja y las tierras limítrofes de Navarra y Aragón».
Se ha afirmado que el conde Casio, el fundador del linaje de los Banu Qasi estaba en la frontera de los godos con los vascones (28. MANZANO MORENO, E., La Frontera de Al-Andalus en época de los Omeyas, p. 112: «Lo que más nos interesa de momento es conocer cuales eran las zonas fronterizas sobre las que originariamente se asentaba el linaje de los Banu Qasi. Ibn Hazm en su Yamhara afirma textualmente que Cassius era «el conde de la frontera en tiempo de los godos» (qumis al-tgr fi ayyam al-qut), lo cual no puede ser interpretado de otra forma más que en el sentido de que el antepasado de los Banu Qasi estaba al mando de las guarniciones visigodas establecidas frente a los pueblos vascones. En otro pasaje de su obra, este mismo autor señala que los Banu- Qasi estaban establecidos en Tudela, Arnedo y Wunat.»). Nosotros, por pura coherencia lógica pensamos que el conde Casio debía ser Duque de Cantabria y como tal, Duque también de los vascones, no precisamente contra ellos, dado que estaban dominados y sometidos (29. El mismo autor que venimos citando sigue: «recientemente A. Cañada Juste ha propuesto la sugestiva hipótesis de corregir la grafía de este topónimo de tal manera que pueda leerse Wulat, nombre fácilmente reducible a Olite. De confirmarse esta localización quedaría aún más claro el papel de este Casius como jefe militar del «limes» visigodo contra los vascones: las fuentes visigodas señalan que Olite fue fortificada por Suintila hacia el año 621 después de haber derrotado a estos pueblos, y este dato puede interpretarse como una muestra más del sistema fronterizo establecido por los visigodos para contener la pertinaz amenaza de los vascones»).
Es precisamente así y sólo así como se puede entender el hecho de que Casius pueda dejar su feudo a sus descendientes (30. No estamos de acuerdo con MANZANO MORENO en su concepción que expresa así: «Como se sabe Casius se convirtió al Islam, pactando con los conquistadores, y asegurando de esta forma para su progenie el dominio sobre los territorios fronterizos sobre los que previamente había ejercido su jefatura militar. Esta continuidad nos parece absolutamente fundamental, no sólo para explicar la propia configuración del tagr en estos territorios sobre los que se asienta el predominio de los Banu Qasi en esta región durante buena parte de la época omeya; en este sentido, nunca se insistirá lo suficiente en el hecho de que, con anterioridad al año 711, Casius ocupaba ya un sector del limes visigodo contra los vascones, y que por entonces había ya alcanzado una preeminencia tal que no sólo pudo pactar con los invasores, sino que también fue capaz de legar sus dominios a sus descendientes». Y cita en su apoyo a BARBERO Y VIGIL en sus conocidos estudios sobre los orígenes sociales de la reconquista. Las concepciones de Barbero y Vigil son interesantes pero en absoluto evidentes. Dependen de presupuestos muy discutibles y admiten y requieren revisión. En concreto de los vascones no sabemos nada para esta época. Y lo que imaginamos de ellos depende de que admitamos determinadas concepciones de toda índole para sacar conclusiones. Uno de los tópicos más grandes de todas las reconstrucciones históricas antiguas y tardoantiguas es el tema del limes. Admitiendo que el control del territorio hasta la primera guerra mundial nunca fue más que control y no dominio exhaustivo y por tanto que donde había un soldado había un limes no es tan fácil aceptar que hubiera zonas no dominadas que necesitaran de un limes en sentido estricto. Dentro del poder visigodo controlaba una tierra el que comandaba en ella. Y esa tierra tenía sus fronteras igual hacia el norte que hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. Eran también frontera con tal tierra otras tierras visigodas con mayor o menor riesgo de conflictos. Pero en cualquier caso no se puede hablar de que el conde Casio dominara puestos fronterizos. y tenía fronteras es porque mandaba en una determinada región y en este caso la región no puede ser otra que el ducado de Cantabria.).
Por otra parte es más que curioso que las plazas fuertes del dominio de los Banu Qasi sean precisamente las del sur de la región y no las del norte que serían precisamente las que se opondrían a los vascones. Es que las ciudades que dominan los Banu Qasi son las ciudades fuertes que existen en el territorio del susodicho ducado de Cantabria y que además eran ciudades romanas supervivientes y mejor preparadas para subsistir y controlar el conjunto de la tierra.
Que esto era así lo expresa muy bien el mismo Manzano Moreno en las páginas que siguen. Tras de hacer un estudio de las fuentes prosigue: «Una lectura detallada de estos pasajes revela, sin embargo, interesantes paralelismos. El primero de ellos resulta ser que, según los tres textos, Abd al-Rahman I no entró inmediatamente en el país de los vascones. Las tres fuentes señalan expresamente que primero se dirigió contra un territorio al que Fath llama «país de los infieles»- en el cual se encontraba Pamplona -, Ibn al-Atir «pais de los francos»- donde el texto parece indicar que se encontraban Calahorra y Viguera -, mientras que el Ajbar señala que el emir marchó contra Pamplona y Qalanira, precisando que después entró en el país de los vascones».
«Esta distinción que se plantea en los tres textos (31. Se refiere al Ajbar Mayumu’a, al Fath al-Andalus (compilación anónima del siglo XI/V H.) y al compilador Ibn al-Atir, cuyas referencias da cumplidamente en las notas.) entre lo que es una región en la que se comprenden Viguera, Calahorra y Pamplona de lo que es propiamente la tierra de los vascones, creemos que es muy importante. El hecho de que las tres crónicas coincidan en este detalle casi insignificante viene a otorgar credibilidad a estos relatos, pese a que alguno de ellos sea bastante tardío. Parece incluso lícito preguntarse si el topónimo Qalanira que aparece en el Ajbar (y que desde luego no es Colliure como sugiere el editor de esta obra), puede ser el mismo Calahurra (esto es, Calahorra) que recoge Ibn al-Atir: la grafía árabe de estas dos palabras es prácticamente idéntica, y la diferencia puede ser fácilmente explicada por un error del copista del texto el Ajbar. Otra similitud adicional puede venir dada por la sugerencia que M. J. Viguera ha planteado sobre la posibilidad de que el Maladtun b. Atlal que aparece en el texto del autor oriental sea tal vez una deformación del nombre «Balaskut» con lo que tendríamos que tanto Ibn al-Atir como Ajbar estarían refiriéndose, al mismo linaje».
«Queda, por consiguiente, bastante claro que los tres textos con los que contamos para la reconstrucción de la expedición emiral del año 781/164-165 H. coinciden en la apreciación de que ‘Abd al- Rahman dirigió primero su campaña hacia Calahorra – según Ibn al-Atir y, tal vez, el Ajbar -, Viguera -Según Ibnal-Atir – y Pamplona – según el Ajbar y el Fath, siendo consideradas todas estas fortalezas como ubicadas en un territorio distinto al de los vascones. En este sentido, las apreciaciones de los cronistas árabes son de una minuciosidad sorprendente: Calahorra había sido obispado en época visigoda, y en ella habían acuñado moneda los monarcas toledanos que condujeron campañas contra los vascones; Viguera por su parte, era uno de los pasos que controlaban el acceso desde el sur (32. Aquí hemos cambiado la formulación del párrafo del Sr. MANZANO MORENO que parece decir que desde Viguera se controlaban las tierras de norte del valle del Ebro, cosa que no es verdad. No sabemos si el error es de este autor o estaba en las fuentes que cita ) al valle del Ebro, y tiene documentados restos visigodos correspondientes al siglo VII que han arrojado evidencia sobre la realidad de las relaciones de los pueblos septentrionales con las fronteras del reino visigodo».
«Es evidente, por lo tanto, que Pamplona, Calahorra y Viguera se encontraban todas ellas en territorios distintos a los vascones tanto en época visigoda como en la época en que el emir lleva a cabo su campaña. La pregunta que esta constatación plantea es obvia: ¿quiénes son estos ‘infieles’ que ocupan fortalezas situadas dentro del antiguo territorio fronterizo visigodo, y a los que las fuentes distinguen con gran precisión de los vascones?»
«Creemos que los candidatos más verosímiles a haber sido el objetivo de la campaña del emir son, precisamente, los Banu Qasi…»
«De todo ello es posible extraer la idea de que, pese a eventuales tomas de Zaragoza u otras zonas fronterizas más orientales, las ciudades de Viguera, Arnedo, Calahorra y Tudela jugaron siempre un papel muy importante en la historia de esta familia, y constituyeron el núcleo principal de sus dominios hasta la extinción definitiva del linaje»
Arnedo parece haber sido una localidad especialmente importante en los territorios de los Banu Qasi. Situado junto al río Cidacos, este castillo se encuentra en un punto central con respecto a las plazas sobre las que los Banu Qasi van a ejercer su dominio durante buena parte del período que aquí consideramos. Así, Musa b. Musa se encontraba en este castillo cuando el hijo del emir ‘Abd al-Rahman II realizó una aceifa contra tierras de Pamplona en el año 841-842/227 H., mientras que la rebelión subsiguiente de este caudillo contra el emir tan sólo finalizó cuando éste le otorgó el nombramiento como gobernador de esta plaza. Del mismo modo una sesión de duelo a la que asisten todos los ‘ummal y las mujeres de los Banu Qasi tiene lugar en Arnedo, y, en fin, Lubb b. Musa aparece gobernando este mismo castillo entorno a mediados del siglo IX / III H.
A una treintena de kilómetros al oeste de esta localidad se encontraba Viguera, emplazada en el valle del Iregua, y guardando un paso estratégico en la ruta hacia el valle del Ebro. El mismo Lubb b. Musa que aparece dominando Arnedo, ocupaba sin lugar a dudas este castillo, en el que murió y fue enterrado en 873-874 / 260 H.. De su hijo Muhammad b. Lubb (m. en 898 /285 H.), al -‘Udri nos dice que reforzó, entre otras, esta fortaleza, así como las de Nájera y Goitor. Pese a que el segundo de estos topónimos no tenga fácil localización, la mención a Nájera tiene sumo interés, dado que parece estar marcando el límite occidental de los dominios de la familia. Situada al oeste de la fortaleza de Albelda, en la que a mediados del siglo IX / III H. había tenido lugar la famosa batalla entre Musa b. .Musa y Ordoño I y emplazada en las inmediaciones de la vía que unía Tarazona con Briviesa, Nájera constituía con este último enclave un punto avanzado en la «Frontera Superior». Tal vez, incluso, sería posible añadir a estos puntos el castillo de Grañón, si se toma en consideración una noticia de Ibn ‘Idari en la que se señala que el año 903-904 / 291 H., Afonso III asedió este castillo, situado en el territorio de Lubb b Muhammad b. Lubb. Con esta noticia podría ponerse entonces en relación un escueto dato que figura en la nomina regia contenida en la crónica de Albelda, según la cual Alonso III destruyó la fortaleza de Ibrillos (Ebrellos), situada, precisamente, a poca distancia al oeste de Grañón».
«Vemos, por consiguiente, cómo los puestos fronterizos (33. Estamos citando al Sr. MANZANO MORENO cuyas ideas no compartimos en algunos puntos, según hemos indicado más arriba: una de ellas es la idea de que los Banu Qasi controlaran casi únicamente castillos o puestos fronterizos.) que controlaban los Banu Qasi, por lo menos a mediados del siglo IX / III H., e, incluso, es posible que antes, presentan una notoria coherencia. Todos ellos se ubican a lo largo de dos calzadas romanas que habían tenido una gran importancia con anterioridad a la conquista musulmana: por un lado, la antigua vía romana que atravesaba el valle del Iregua, y sobre la que se asentaban Viguera y Albelda, y, por el otro, la vía romana que llevaba desde Briviesca a Tarazona y Zaragoza, sobre la que se ubicaban Ibrillos, Grañón y Nájera»
Esta tierra tiene fronteras y puede cartogafiarse. Es lo que se atrevió a hacer el Prof. Ubieto y su estudio sigue siendo válido (34. UBIETO ARTETA, A., Las fronteras de Navarra», Príncipe de Viana XIV, 1953, 61-96, con 16 láminas de cartografía, en la primera de las cuales junto con la expedición de Carlomagno cartografía las plazas fuertes de los Banu-Qasi. ) Según todo este conjunto de considerandos las tierras de los Banu Qasi serían fundamentalmente las tierras de La Rioja en sus fronteras más amplias, que incluyen la baja Navarra y la Navarra Media y probablemente todas las tierras al oeste y al norte, que antes habían compuesto el ducado de Cantabria en cuanto contradistinto del mundo astur, pero que para los árabes no se hace dominio efectivo porque tan al norte las hordas musulmanas no se atreven a subir y los pocos que suben son fácilmente rechazados por la aspereza del terreno y por la fiereza de sus habitantes.
En cualquier caso las tierras de La Rioja, de nuevo aparecen como marco geográfico de una provincia dentro del islám y por tanto una unidad (35. En cualquier caso está por redactar una monografía sobre el tema que además del conocimiento de las fuentes lleve consigo un conocimiento exhaustivo de la geografía de la región).
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