La resignación es un producto que, como cualquier droga, duerme a la gente
- Cuando ya se acude a hablar de lo mal que le va al resto de Hispano América es porque ya no se tienen razones, y hay que decir «mira que mal le fueron a aquellos», porque es la única justificación.
Duerme su conciencia. La resignación es como la morfina, la cocaína o la heroína. La resignación es producto de muchas causas: El discurso oficial, que baja desde muchos sitios: baja desde los poderes públicos, baja desde las sentencias de los tribunales, desde las cátedras, desde las clases de donde los maestros de escuela van inyectando ya unas determinadas ideas. Baja desde la televisión y de los medios de comunicación, el discurso de que no hay otra salida: esto es lo único posible, y si no, fijaros: estamos mal, pero peor están en el resto de Hispano América. Cuando ya se acude a hablar de lo mal que le va al resto de Hispano América es porque ya no se tienen razones, y hay que decir «mira que mal le fueron a aquellos», porque es la única justificación.
Resignación porque los pueblos, cuando tienen problemas, no son rebeldes. El que tiene que comer todos los días, no puede permitirse el lujo de perder, por un acto de rebeldía, un puesto de trabajo. La rebeldía siempre ha surgido de aquellos que comían todos los días. De aquí la gran culpabilidad de muchos intelectuales puertorriqueños, que comiendo todos los días, bien del pesebre, bien de su trabajo, no han sido capaces de decir «Basta» a esta situación de degradación. Resignación que cae sobre un pueblo que se da cuenta, además, o no se da cuenta porque no le gusta o no quiere verlo, o no dejan verlo, que están yendo hacia atrás, que están llegando a cotas propias del siglo XIX, en contra de la declaración universal de los derechos humanos está la situación en Puerto Rico desde hace mucho tiempo, nadie habla todos callan.
Resignación que surge de la culpabilidad del propio parado puertorriqueño que tiene que emigrar de su propia tierra. Uno de los éxitos entre comillas del sistema americano es conseguir que el pobre, el miserable, se sienta culpable de su situación. Es la filosofía calvinista, hija del protestantismo. Tú eres culpable de tu situación. No has sido capaz de triunfar, esa es la filosofía de las sociedad americana. Y si no has triunfado es porque tú eres el responsable: esta sociedad da oportunidades a todo el mundo, si tu no has podido hacerlo así, tú eres el culpable, y entonces el oprimido, el pobrecito, el esclavo, se echa él la responsabilidad de su situación. Es perfecto el dominio del poder. Un dominio del poder que ya no se basa en la fuerza, en la coacción, en la utilización de la policía o del ejercito: se basa en un dominio mucho más terrible, más duro: el dominio de la mente. Ese opio que cae desde los aparatos de televisión, ese opio que cae desde las sentencias de los tribunales, desde los discursos políticos que va empapando la mentalidad de la gente, y va diciendo «calla, calla, calla, porque si no callas puede ser peor»
Se busca ya, no al ser humano pensante, capaz de la reflexión, de la duda, de la inquietud: se buscan esclavos sin pensamiento. Y por eso no se quiere la historia. Y por eso se desdeña la memoria. Porque los seres humanos somos hijos de la memoria. Escapismo, droga: igual que la heroína, igual que la cocaína. Droga, escapismo. Sedar el pensamiento, aniquilar el espíritu crítico. Y por tanto fomentar la resignación.
A pesar de todo somos muchos los que compartimos y sentimos como propia la rebeldía que es un grito de la inteligencia y la voluntad que dice: ¡No me da la gana de decirle que sí a esta actual situación! ¿Por qué? ¡¡Porque no quiero!! Y me niego a decirle que sí, porque entiendo que pueda haber otra situación, y por tanto no asumo esta podredumbre, y no participo de ella, y lucho contra ella. Es un posicionamiento que nace de la mente y del corazón, del fuego de querer cambiar. Nosotros no queremos gente dormida, drogada. Queremos gente que inquieta. Venimos a perturbar, a agitar cerebros, a mover conciencias, existimos en la medida en que movilicemos el pensamiento.