Inicio Editorial La opinión de Claudina: ¿por qué he dicho basta?

La opinión de Claudina: ¿por qué he dicho basta?

0

Españoles de Cuba sigue con atención desde hace meses las opiniones de los especialistas franceses en infectología, pero también hemos hechos traducciones de filósofos, sin olvidar a los políticos. Nuestro objetivo es simple: brindar a sus lectores una información equilibrada sobre la epidemia de Covid. Entendemos que los medios en español consultados no han cubierto como se debe estos temas, observando además que con demasiada frecuencia se pliegan a los intereses de la doxa científica de turno, subordinada a intereses económicos. Muchos de estos grandes medios lo hacen sin siquiera darse cuenta, por pura pereza intelectual o por estar subordinados a criterios de autoridad emanando de revistas y medios en inglés.

Claudina Michal-Teitelbaum ( @MartinFierro769 ), es una doctora francesa de origen argentino. Su familia vino a Francia buscando libertad. Su manera de enfocar el tema de la pandemia intenta ser objetivo y documentado, no dudando a sostener posiciones que no van en el sentido de la mayoría. Por ejemplo, su opinión sobre Didier Raoult, es una de ellas, pero no la única.

En cualquier caso, como refugiados, como sobrevivientes de otra dictadura, la castrista, entendemos perfectamente, nos estremecemos con el hilo que acaba de publicar esta señora. Llevábamos días queriendo darla a conocer. Creemos que a unas horas de aprobarse un proyecto de ley liberticida en el país que fue capaz de imaginar la Declaración universal de los derechos del ciudadano en 1789, vale la pena dar a conocer su opinión.

¿Por qué he dicho basta?

Como muchos me he estado autoconvenciendo, poco a poco, para aceptar la idea de terminar vacunándome, más que nada para estar tranquila. Pero dos acontecimientos recientes me hicieron cambiar de opinión.

El primero de ellos fue la intervención de E. Macrón del pasado 12 de julio. Sus palabras lograron sacarme de mis casillas porque consiguieron sobrepasar mi límite de tolerancia a lo arbitrario. Todos tenemos límites y el mío de toda evidencia era ése.

En segundo lugar, tuvo mucho que ver el cambio de paradigma en lo que se relaciona con las políticas de lucha contra el Covid. Decisiones que como sabemos impactan ahora todos los aspectos de nuestra vida. De aquel discurso: “debemos aplanar la curva para evitar que los servicios de reanimación colapsen”, hemos pasado a otra política encaminada a erradicar completamente el virus, o sea de “cerocovid”. Lo cual implica que el carácter restrictivo de las medidas que se han adoptado quedará desconectado de la realidad epidémica y de las consecuencias que ésta genere.

Hace meses alerté sobre el cabildeo hecho por esta corriente (los cerocovid) y las posibilidades reales que esta tenía para acabar imponiéndose, ya que estas ideas encajaban perfectamente con los postulados en boga aceptados por la “comunidad científica”; también en perfecta simbiosis con los planes comerciales de las grandes empresas farmacéuticas, que como se sabe disponen de redes de influencia de mucho peso.

Llegué a Francia hace medio siglo, mi familia y yo escapamos de una dictadura militar en América del Sur, Argentina. Francia nos acordó la condición de refugiados políticos. Durante mi niñez no fui capaz de comprender cómo las personas podían seguir con sus vidas tan tranquilamente en un país donde las personas eran secuestradas, torturadas y asesinadas por los grupos paramilitares. Más adelante comprendí que se puede ser feliz en una dictadura autocensurándose, evitando los temas delicados cuando conversamos con los vecinos, escondiendo ciertos libros de la biblioteca del salón. Sin olvidar de cerrar los ojos cuando secuestran a un vecino, pensando que en el fondo “algo mal habría hecho” para que algo así pudiera pasarle. Dándole gracias Dios por no estar en su lugar. Por supuesto que todavía no hemos llegado hasta ahí, pero muchos empiezan a manifestar los mismos reflejos de “heterocensura” que pude observar en Argentina.

Todo régimen totalitario necesita un enemigo, un espantapájaros que represente el mal absoluto, en cuyo nombre se cometerán y permitirán todos los abusos. Ese el papel que le toca jugar a la Covid.

No necesito explicar que todas mis simpatías políticas no son de extrema derecha, que ha encontrado (¿con el gobioerno de Macron, con la mayoría parlamentaria?) un enemigo débil, cuya ideología se apoya en una lógica de exclusión y de discriminación. Discriminación que ella niega en lo que respecta al “Pase sanitario”, pero ese es otro tema.

Volviendo a lo nuestro. Las decisiones que se han tomado en Francia son arbitrarias porque se basan en conflictos de intereses, sin olvidar por supuesto, la simple incompetencia de quienes las promueven y aplican. He entendido como funciona E. Macron le “he cogido el tiempo” como dicen en Argentina. Ayudado por consejeros elabora políticas, se guía por los sondeos de opinión para establecer perfiles de actuación y de personas. Gracias a ello se conoce de antemano la cantidad de individuos que aceptarán las medidas que se tomen por acato a la autoridad del Estado; otras lo harán porque no tienen ganas de buscarse problemas y si les dicen: las vacunas funcionan, entonces se vacunan sin ir más lejos.

Quedan otros contra los cuales hará falta utilizar medidas de persuación que inicialmente pueden aparentarse a incitaciones “de sentido común”, pero no nos engañemos; ahora mismo estamos entrando en el reino de lo arbitrario, de las sanciones: si no te vacunas no tendrás derecho a tales o más cuales cosas.

Por último, están los verdaderamente refractarios. Contra ellos harán falta medidas realmente coercitivas. Algunos de ellos incluso, se han vacunado contra su voluntad, sabiendo que la relación entre beneficios y riesgos no les era favorable.

Toda la astucia radica en ir adaptando el nivel de presión a la resistencia que se oponga. Dicho de otra manera; de ponerte contra la pared. Esta es la técnica de persuasión preferida por E. Macron para obligarnos a tomar decisiones bajo presión. Pero esta manera de hacer las cosas no da resultados conmigo porque me trae muy malos recuerdos y, cuando alguien me pone contra la pared no me siento de humor como para darle un beso.

Los perfiles imaginados por E. Macron me recuerdan a los de los visitantes comerciales de los médicos. Ellos también clasifican a los doctores por perfiles para adaptar sus argumentos a cada caso. Sin duda yo debo formar parte de la categoría de los recalcitrantes rompe c… y estamos en vías de extinción.

Todos los discursos relacionados con la epidemia están sesgados. Me hacen pensar a los elementos discursivos de esos vendedores para médicos, encaminados a convencer, pero sin apoyarse en la realidad ni en la verdad. La lógica que consiste en negar todos los riesgos de las nuevas técnicas de vacunación utilizadas es axiomática de cientifismo. Es la misma lógica que se utilizó para continuar con la investigación sobre le gain de fonction?? a pesar de todas las advertencias y que nos han conducido al punto en que nos encontramos.

Lamento poner a mis colegas en evidencia. Lo mismo que a los pacientes de los que me ocupo, pero si dejan de pagarme, dejaré de trabajar y a menos que el gobierno haga votar una ley restableciendo la esclavitud, no trabajaré. Agradezco de paso al gobierno su deferencia para conmigo; pues impidiéndome irme de vacaciones, de ir al restaurante y obligándome a llevar una vida austera, me está ayudando a economizar para poder resistir.

No obligo a nadie a seguir mi ejemplo y no voy a sumarme a ningún colectivo, solo quisiera que todos ellos sigan su lógica hasta las últimas consecuencias. En cuanto a mí estaré menos presente en Twiter para descansar, para cambiarme las ideas, pero sobre todo para prepararme a soportar toda la presión que se me viene encima.

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Salir de la versión móvil