Después de 55 años del ejercicio de una tiranía tan oligárquica como inútil, errada y brutal, la monarquía castrista y “comunista” arría las banderas. Asentada sobre un pueblo castrado, lo mejor y más valioso de su gente emigró a los Estados Unidos de América.
Fue ejemplo vivo de una heroica aventura en la que muchos con su ejemplo mártir, perecieron trágicamente en el intento. Hijos de un país que no reconocía la primera de las libertades del ser humano, la de salir de su país, y circular sin murallas adonde quisiese, para hacerlo transitoria o definitivamente, formaron en el norte anglosajón, una colonia que ocupa posiciones relevantes de gobierno, negocios, trabajo y especializaciones científicas y tecnológicas.
La tiranía fue dirigida de forma personal por Fidel Castro, hasta que estuvo lúcido y sano, quien vivió una vida de lujos propios de los magnates “yanquis”, escondido bajo la hipocresía de una igualdad socialista en la pobreza integral compartida por sus millones de reprimidos, torturados y encarcelados ciudadanos (leer “La Vida oculta” de Fidel Castro”, de Juan Reinaldo Sánchez, ed. Ariel, 2014; o buscar el tema en “You Tube”).
Ahora, necesariamente, tras 55 años de ineficiencia en una sociedad en la que todos eran empleados públicos, luego de dar espacio para el desarrollo de emprendimientos privados como medio de lograr un poco más de algo, la tiranía ha llegado al abrazo con Barack Obama. Mañana vendrá el desembarco arrollador de inversores cubanos-americanos y directamente norteamericanos. En lo que hace a la democracia política no se dará, porque los dinosaurios criminales de la aludida naturaleza, terminan en un Nuremberg. Y, lo único que les asegura impunidad es aguantarse en el poder sentados sobre el garrote y las metralletas.
RICARDO REILLY SALAVERRI