La Magia natural de Leonor Serrano Rivas en el Museo Reina Sofía

Foto: Leonor Serrano Rivas junto a una de las piezas que se muestran

Madrid, 19 de septiembre de 2022.

Querida Ofelia,

  El Reina Sofía inaugura la exposición Magia natural de la artista Leonor Serrano Rivas (Málaga, 1986), un nuevo proyecto que ha sido producido específicamente para el Programa Fisuras del Museo. La muestra toma como punto de partida un momento: mediados del siglo XVI, en el que el método científico, la magia y la filosofía compartían procesos, conocimientos e intereses, y se articula en torno a tres salas del museo: Espacio 1, Sala de Bóvedas y Sala de Protocolo, interconectadas mediante mecanismos usados por los ilusionistas que convierten al espectador en una parte más del proceso creativo. Un espectador activo e implicado que siempre ha sido una prioridad a lo largo de la carrera de la artista malagueña, que en varias ocasiones se ha servido de la instalación como medio a la hora de generar espacios en los que ese espectador deja de ser un mero agente pasivo para cobrar una función capital.

Su obra oscila entre lo performativo y lo teatral, contando con el público como elemento indispensable para que la experiencia artística acontezca. “Todo este proyecto está articulado alrededor de un pequeño poema de Gonçalo Tavares -explica la artista- en el que habla sobre la relación que tenemos las personas con los objetos y que se articula en torno a los puntos de vista. Con esto he jugado a la hora de posicionar las obras en los espacios. Tenemos los objetos situados en la línea del horizonte en el Espacio 1, los que están por encima de esa línea en la Sala de Bóvedas y los que se encuentran por debajo de la línea de la mirada, en la Sala de Protocolo, con esos telares en los que te puedes tumbar o pisar. Quería crear una relación muy sutil con el espectador a partir de esos tres puntos de vista”

Tres espacios y un recorrido a elaborar

Magia natural inicia su recorrido en el Espacio 1 del Museo con un truco escenográfico dividido en dos actos. Las piezas giratorias de metal lacado situadas en el acceso albergan pequeñas pinturas realizadas al horno en cristales superpuestos con polvos minerales abrasados. Engarzadas en estaño, las pinturas parecen nebulosas de color atravesadas por un aire celeste. En el espacio interior la película El Sol está contando las rotaciones de la tierra, reúne miradas contrapuestas que convergen y se afectan mutuamente: la del niño frente al adulto, la grabación analógica frente a la digital, la maqueta frente a la escena… y, en suma, el mundo imaginado frente al real. Los muros elásticos y curvos que acogen la película replican las imágenes sobrepasando la pantalla y envolviendo al espectador en un espectáculo en el que participa.

“Yo siempre he estado muy interesada por lo teatral, pero no tenía muy claro cómo plasmar ese interés en algo concreto. He tenido mucho tiempo para desarrollar este proyecto que comenzó durante la pandemia, y eso me permitió conversar con diferentes personas cercanas a mí para llegar a la conclusión de que lo que tenía que plasmar era no tanto lo teatral, sino la estructura de la teatralidad”.

La Sala de Bóvedas funciona como una continuación del Espacio 1. Mientras que en éste la imagen se expandía permeando la estancia y doblegando su arquitectura, en Bóvedas el haz de luz de la proyección en 16mm se pliega para atravesar el muro y, mediante un juego de reflejos, aparece al otro lado sobre una pantalla suspendida.

Las particularidades arquitectónicas de la sala brindan un encuentro íntimo con el truco para apreciar otra transformación: la película nos permite visualizar los efectos de las llamadas “placas de Chladni”, denominación que reciben los patrones formados por sustancias granuladas sobre una superficie plana a la que se le aplican ondas sonoras, dotando al sonido de forma. Estas imágenes encuentran su resonancia no solo con varios fotogramas de la película El Sol está contando las rotaciones de la tierra proyectada en Espacio 1, sino también con las pequeñas placas vítreas dispuestas en la antesala.

Se trata por tanto de un doble experimento casi científico, de compleja metodología: por un lado, el haz de luz que recuerda a la linterna mágica, y por otro, el sonido que animaba la película proyectada en el Espacio 1 que ahora, reorganizándose como polvo a través de la vibración, se manifiesta como forma dinámica parlante. Aquí el ruido se convierte en imagen, y como el danzante de la película, dibuja y altera el espacio, configurando un nuevo cosmos.

Carente de edición o postproducción, la película proyectada, Oír formas, 2021, incorpora una suerte de performance para la cámara: lo que vemos ocurre y se grabó en ese orden, encendiendo y apagando la cámara, sin editar ni cortar. Esta fantasmagoría, o ilusión de los sentidos, aparece como una luz que nos remite al viejo truco ilusionista, normalmente utilizado en teatro, conocido como Pepper’s Ghost, efecto considerado en muchas ocasiones como uno de los primeros pasos hacia la invención del cine. Dicho truco se adapta en esta Sala de Bóvedas de una manera muy específica, tal y como se describe en antiguos tratados para la pericia en el engaño de la visión, pareciendo todo el edificio albergar un truco para un ojo colocado en diferentes lugares al mismo tiempo.

“A partir de esa búsqueda de la teatralidad -cuenta Leonor- empecé a investigar la posición en el espacio de los trucos. En ese momento de mediados del siglo XVI al que nos referimos se pretendía crear una imagen diferente del mundo, y es cuando artistas y artesanos crean artefactos que se llamaban instrumentos para la imaginación, reflejados en este espacio, por ejemplo, el telescopio, el periscopio, la cámara oscura y muchos otros que resultaron fallidos, como pudo ser el reloj de girasol. Fueron instrumentos fallidos, pero se siguieron utilizando para entretener al público. Es curioso que fueran los artistas y los artesanos los que fabricaran estos instrumentos que, años después, usarían los científicos y los filósofos para entender el mundo de otra manera y crear el conocimiento científico tal y como ha llegado hasta nosotros. Esta “Magia natural” surgió en cierta manera como contraposición a la magia negra y al ocultismo. Los que compartían estas creencias renegaban de todo lo relacionado con los fantasmas, por decirlo de alguna manera y se basaban en los trucos y el ilusionismo. Querían crear la posibilidad de imaginar un mundo nuevo y un nuevo conocimiento”.

La muestra concluye en la Sala de Protocolo. Si en el Espacio 1 el vídeo El sol está contando las rotaciones de la tierra componía el inicio de un truco que integraba al visitante en la imagen reflejada, aquí la banda sonora de la película es la que se materializa en imagen.

La secuencia es la siguiente: la banda sonora de la película El sol está contando las rotaciones de la tierra se replica en una partitura para cajas de música, que una vez escrita, determinará la apariencia de las tarjetas perforadas que se han utilizado para producir los tapices realizados en la técnica de Jacquard que cubren el suelo.

Accedemos a un doble dispositivo o aparato: uno, el del telar de Jaquard que funciona como traducción fosilizada de un canto, de tipo estático; el otro, de tipo dinámico, con las cajas de música amplificadas mediante platillos de percusión suspendidos, que replican fragmentos de la banda sonora de El sol […] cuando el visitante activa dichas cajas.

Existe una estrecha relación entre la partitura y las tarjetas perforadas: ambas son piezas de papel rígido o cartón que contienen información abstracta representada por la presencia, ausencia y posición de agujeros en el papel. Titulada Tablas de la Luna, la instalación textil toma su nombre de las tablas lunares de E.W. Brown, quien trató de sintetizar en tablillas los movimientos y rotaciones de la luna, reduciéndolos a básicas representaciones anotadas en cartón, de manera bastante abstracta.

El telar se situaría entonces entre la mente y la mano, la razón y la memoria: se relaciona con la traducción de música en tarjetas perforadas, para luego crear un patrón que finalmente puede ser habitado, pisado, tocado, mirado, y ejecutado a través de la música. Con todas sus transformaciones, Magia Natural despide al visitante en esta sala con un canto que se apaga lentamente, un truco circular. La magia deviene telar sobre el que caminamos y sobre el que se materializan notas invisibles de un viento estelar.

Leonor Serrano Rivas estudió Arquitectura y Bellas Artes en Madrid y Londres, lugar éste último donde ha residido casi una década y donde ha desarrollado gran parte de su trayectoria artística. Ha expuesto de forma individual en Matadero (Madrid), en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía C3A (Córdoba), y en The Swiss Church, Chisenhale Studios y Serpentine Galleries de Londres, entre otros. Entre las exposiciones colectivas, destacamos su participación en muestras del Centro Cultural de España en México, el CAAC de Sevilla, la Fundación Botín de Santander y el CA2M de Móstoles, Madrid.

FECHAS: 21 de septiembre de 2022 – 27 de febrero de 2023

LUGAR: Museo Reina Sofía. Edificio Sabatini: Espacio 1, Sala de Protocolo y Sala de Bóvedas

ORGANIZACIÓN: Museo Reina Sofía.

COORDINACIÓN: Rafael García

Con gran cariño y simpatía desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

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