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La historia de Antoñico Pérez Quezada

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Foto: Tony Santiago García.

París, 27 de abril de 2021.

Querida Ofelia,

Esta es una narración de los capitanes, Roger Redondo González y Miguel García Delgado, excombatientes del II Frente de Guerra del Escambray contra Batista.

“Este hombre, era un verdadero lobo del mar, su padre nativo de las Islas Canarias, fue pescador en esas Islas y llegó a Cuba se estableció en Caibarién, donde tuvo una numerosa familia, y todos los varones eran pescadores al igual que él, todos sus hijos se casaron con familiares de otros pescadores de esa zona. Sin ninguna formación política, le podía ser útil lo mismo al gobierno revolucionario, donde él se inició, como a los enemigos de la Revolución, con la que él tanto cooperó.

Tiempos después de su arribo a Miami  Antonio Pérez se veía en alta mar con sus compañeros pescadores amigos de toda una vida, y en esos días había una gran escasez de cuchillas de afeitar y de manteca en Cuba. Lo cierto es que Antoñico comenzó a hacer trueque de manteca y cuchillas de afeitar con sus antiguos compañeros en alta mar alrededor del cayo Anguila a cambio de langostas, de esa forma él tenía información de lo que sucedía en la costa norte de la provincia de Las Villas, y nadie tenía mejor información que él.

La venganza de Antoñico.

En uno de esos viajes de Antoñico, un día conversando con sus antiguos compañeros se enteró de que en una nave pesquera de nombre El Pensativo se estaba preparando una salida del comandante Tony Santiago, por la misma ruta que el mismo Antoñico Pérez, había organizado en los tiempos del Gobierno de Batista, o sea: Caibarién, Isla de Anguila, y de allí a Miami. Ya con esa información, Antoñico Pérez organizó su venganza, y el destino quiso que en el mismo lugar donde Tony abortó el robo de las armas del Segundo Frente del Escambray, y que causó la muerte a finales del año 1958 a Juancito Martínez y a Wicho Vegas, en la costa sur de la Isla de Anguila, también le dieraí ahora muerte a Tony Santiago García. A muy poca profundidad los restos de El Pensativo yacen para aquel que lo quiera verificar.

No sé a quién se le ocurrió robar las armas, sea por iniciativa propia de Juan Martínez y Luis Manuel, Vegas o de Faure Chomón. La sangre que corrió no fue culpa del viejo pescador, que de haber tenido éxito y poderse ellos robar esas armas, de seguro que hubiera provocado una reacción tan violenta de parte de los hombres del Escambray, que entonces si la sangre habría corrido a raudales porque hay hombres a los que no se les puede robar impunemente.

  Durante un tiempo no se supo más de Tony Santiago, se desconocía lo que podía haber ocurrido, todo permaneció en silencio durante tres largos años.

  En l964 se despejó la incógnita pues un agente de la Seguridad de Cuba infiltrado en los Estados Unidos escuchó en un bar de Miami una conversación sobre la suerte de Tony y de todos sus compañeros.

  Años después, en 1970 se rebeló por el gobierno de Cuba la verdad de la muerte de Tony Santiago García en un reportaje en el periódico Vanguardia de Villaclara que decía así: “El 8 de enero de 1961, partió hacia los Estados Unidos a cumplir una misión que se convirtió en un viaje sin regreso.”

  Ese día, Tony comunicó al Departamento de Seguridad del Estado que partiría con dos enemigos para Caibarién, donde abordaría un barco pesquero llamado El Pensativo, rumbo a Estados Unidos.

  El 9 de enero de 1961, el agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Antonio Pérez Quesada, alias Antoñico, elemento contrarrevolucionario, natural de Caibarién, tripulando una lancha pirata, interceptó en alta mar la embarcación cubana El Pensativo que transportaba a los agentes de la Seguridad del Estado, comandante Antonio (Tony) Santiago García, Lisandro Sánchez Nieto, Juan Bautista Hernández Roy y Francisco Pequeño Sáez, quienes en cumplimiento de una misión operativa de la Seguridad del Estado se dirigían, a bordo de dicha embarcación, hacia Estados Unidos. Los atacantes dispararon sobre los revolucionarios y se dividió en dos el casco del pequeño barco.”

Le doy las gracias a mi viejo amigo Miguel García por haberme enviado ayer desde Miami este testimonio.

Un gran abrazo desde París,

Félix José Hernández.

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