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La Hispanidad que queremos.

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Uno puede perder mucho tiempo criticando y combatiendo a los detractores de la hispanidad. Y es que existen muchos, nacionalistas «latinoamericanos», pitiyanquis, indigenistas, montones, gastaría el artículo completo de tantas denominaciones que tienen cuando todos son una sola cosa, acomplejados y avergonzados de su propia naturaleza.
En realidad los hispanistas podrían usar mejor sus energías en algo productivo, fortalecerse ellos mismos, organizarse, usar sus recursos y perseguir sus propias metas. ¿Qué me importa a mí si Juana de los Palotes fue a la ONU? A mí me deben importar los míos. Pero ese es otro problema.

¿Cuáles son los verdaderos hispanistas? ¿Quiénes son hispanistas folclóricos e historiadores y cuales son hispanistas prácticos en la actualidad? ¿Cuáles viven y sienten la hispanidad de corazón y cuáles son los farsantes de siempre que cuando buscamos sus históriales están en todas las ideologías existentes? ¿A cuántos les interesa trabajar en equipo y realizar más allá de la palabra y cuántos están en esto solo por ganar protagonismo y prestigio entre el resto de los hispanistas? ¿Cuántos superan la inmadurez de la egolatría y sus ambiciones descabelladas de aspirar a ser caudillos? ¿Acaso son todos anarquistas que se refugian en la hispanidad solo porque parece opuesta a los regímenes establecidos?

Existe de todo, he visto movimientos que nacen desde el apego cultural de sus raíces en Puerto Rico y no pasar un año sin que aparecieran media docena de manifestaciones alternas, imitando la original. ¿Son empleados del gobierno con encargo de dividir y debilitar la manifestación original y auténtica? O ¿Sólo son los mismos inadaptados de siempre que se refugian en cualquier manifestación nacional que no sea la actual?
En Chile vi la imprudencia de saltarse varias etapas evolutivas de cualquier ideología política, con eso dan la impresión de estar más avanzados en sus aspiraciones hispánicas de unidad. De primera impresión uno se emociona, pero después uno realiza que están en la misma etapa que el resto de sus homólogos hispanistas, en etapa embrionaria. De México vi aspiraciones de ser la capital del resto de Hispanoamérica. ¿Quien en su sano juicio va a ceder su soberanía nacional gratuitamente? Si no nos vemos como iguales nunca vamos a arrancar. Aunque podría darse el caso, solo que primero el D.F. tendría que ser más rico que Abu Dabi y Mónaco juntos para que el resto se maraville y lo vean como su rescatador. Vamos, que nadie vota por un político que no se pone corbata. De Argentina vi Carlistas, y hasta algún ilustre y docto orador, solo que a ninguno le interesa algo más allá de que sea escuchado su monólogo. Todavía no descubren las maravillas del consenso y de la vida más allá de Las Pampas.
¿Y España? Pues en el ideal Hispanista pareciera ser la más retrasada de todas. Es la que más ruido hace, pero lo hace por sus nacionalistas propios, los que aman a su país y ven en los hispanistas del resto del mundo la esperanza de que se amplíen sus fronteras. Empujan y exigen al resto a que hagan cosas, y el resto en América se queda esperando a que ellos empiecen a hacer algo. ¿Acaso España no podría hacer también manifestaciones que pidan nuestra unidad? O solo les corresponde a la otra parte. ¡Ostias! que no todos los países en Hispanoamérica pedimos nuestra independencia, a muchos la separación nos llegó por invasiones extranjeras.

Esos son los problemas; ¿Pero y la SOLUCIÓN?

La solución está en no saltarse pasos o escalas evolutivas. Tienen que entender que apenas empezamos a demostrar este sentimiento de hermandad. Que aspirar a un movimiento político de entrada solo significaría nuestro suicidio ideológico. ¿Se imaginan un equipo de preparatoria jugando contra el Real Madrid o contra el Barsa? La solución está en fortalecer las iniciativas y procesos que crearán hermandades, fraternidades o asociaciones hispanistas. La solución está en que esas fraternidades no sean alternas y separadas unas de otras como sucede ahora mismo con las páginas de internet o las manifestaciones públicas donde todos quieren ser jefes y ninguno quiere seguir al otro.

Le voy a poner nombre a la solución para que nadie diga que escribo en código o clave. La solución a nuestro ideal hispanista tiene nombre y apellido, la solución se llama la HERMANDAD HISPÁNICA INTERNACIONAL.

La Hermandad Hispánica Internacional está registrada en todos los Estados Unidos de América y también en Puerto Rico. Al día de hoy se están llevando a cabo los registros y tediosos procesos tanto en Chile como en España por visionarios que saben actuar y construir mejor que solo hablar. Las mismas conllevan cuentas comerciales de instituciones bancarías. Es un sacrificio enorme para quienes dejan su pellejo a favor de todos los que se beneficiarán. La historia está ahí, así lo hicieron los masones contra nosotros en el pasado, y así sucedió con todos los grandes imperios que ya no existen. La mayoría no fueron arrasados por invasiones extranjeras, sino que fueron destruidos desde dentro.
Dejen de perder el tiempo queriendo jugar y competir dentro de sistemas políticos que están diseñados para perpetuar sus soberanías nacionales. Empiecen a unirse a un proceso real que les dará los recursos tanto económicos como ideológicos para competir en igualdad de condiciones contra regímenes que nos agobian. Esta será la diferencia entre un sueño de cuatro locos a una realidad en la práctica. Les dije el nombre de la solución ¿verdad? Hermandad Hispánica Internacional. Se trata de reunir a todos los hispanistas alrededor del mundo para construir juntos este sueño.
 
Por Iván Arrache Young

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