La globalización no es algo nuevo. La Historia vivió grandes entidades políticas que hicieron, a su modo, una globalización. Por ejemplo, el Imperio Romano o la Monarquía Hispánica. Desde el siglo XIX, sin embargo, el mundo se encamina hacia una globalización bajo patrones político-económicos anglosajones; incluso más propio de cierta isla británica que de cierto territorio norteamericano.
Empero, si los pueblos hispanos nos disponemos a imitar valores que no son nuestros, ya provengan de economías británicas o de filosofías «alemanas» (como el marxismo), nunca nos podrá ir bien en ese ejercicio de postureo y travestismo.
En pleno siglo XXI, es cuestión de retomar nuestros valores para mirar con orgullo al futuro dentro de este presente tan incierto. Tenemos mucho para ganar; ya hemos perdido bastante.
Pasen y vean: