La gran estafa

De entre los 3.522 presos indultados por el Consejo de Estado, no hay ningún sancionado por los llamados delitos Contra la Seguridad del Estado

 
Hidelbrando Chaviano, DDC
De entre los 3.522 presos indultados por el Consejo de Estado, no hay ningún sancionado por los llamados delitos Contra la Seguridad del Estado, donde son comprendidos tanto los casos de terrorismo y espionaje, como los delitos que no lo son: asociación, reunión, manifestación, expresión, etc.
Al parecer, el Gobierno sigue jugando al duro con los derechos civiles y políticos, y en esta oportunidad llega al extremo de comparar a los prisioneros políticos con vulgares violadores, pederastas, cuatreros, asesinos y ladrones. Humillación sobre la humillación, el régimen reta al Vaticano, a la Unión Europea y a Estados Unidos. Envia un mensaje a los cubanos y al mundo de que no tiene interés en cambiar nada, que así está bien.
Qué buena oportunidad ha perdido Raúl Castro de ganar algo en credibilidad. Sobre todo teniendo en cuenta que una buena parte de la población penal ha sido víctima de juicios sin garantías y acusados de aberraciones jurídicas tales como el «estado de peligrosidad pre delictiva» o la «actividad económica ilícita».
No se puede pasar por alto que el Código Penal cubano está repleto de figuras delictivas surgidas de la situación anormal que vive el país desde hace casi 60 años. Un racionamiento estricto de los productos de primera necesidad, control absoluto de las actividades laborales, escasez de viviendas, medios de transporte y alimentos, deficiente educación moral y cívica con la consiguiente inversión o perversión de los valores humanos y en medio de este caos, el Estado regulando todo, prohibiendo a diestra y siniestra y lo que no está prohibido debe estar expresamente permitido porque de lo contrario tampoco se puede hacer.
Por eso existe la exagerada población penal compuesta en su mayoría por jóvenes nacidos y criados en la Cuba del máximo líder y el guerrillero heroico, la internacionalista, socialista y hambreada Cuba del siglo XXI, gobernada según los cánones del XIX.
Difíciles que son las dictaduras, aunque su reino sea una pequeña isla en el Caribe, ante una visita en actitud de respeto, tolerancia y conmiseración del Papa, le ofrecen como si fuera un regalo la liberación de un puñado de presos, ninguno de ellos políticos.
Será miedo del dictador a parecer flojo a los ojos de la izquierda latinoamericana. A pesar de que alardea de la fortaleza del régimen y la unidad del pueblo con la Revolución y el Partido Comunista, Raúl Castro no parece estar muy seguro, por lo que no solo seguirán encarcelados los presos políticos, sino que las celdas desocupadas ahora, pueden llenarse con nuevos inquilinos una vez que el Sumo Pontífice  abandone la Isla. Ya se verá.
Es un ciclo que se repite con la pretensión de ganar simpatías o tiempo, o ambos, como parte de la política del castrismo de no ceder y lograr beneficios a toda costa hasta ver qué sucede.
Los indultos a conveniencia, junto a las promesas de cambios en la Constitución, el Código Penal y la Ley Electoral, entran en el mismo juego macabro destinado al consumo psicodélico de políticos europeos y norteamericanos, mientras el régimen procura financiamiento de manera desesperada bajo la mirada  expectante y calculadora de sus nuevos socios capitalistas.
Pero toda esta maniobra raulista tendrá un efecto temporal, la trampa ya está descubierta y el cerco al régimen es cada vez más estrecho, hasta que tenga que rendirse ante la evidencia de que una dictadura comunista no tiene posibilidad de traer la felicidad a este país ni a ningún otro porque el comunismo, al decir de Eudocio Ravines, es una gran estafa.

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