La España corrupta

Hubo un tiempo, durante los años treinta en adelante del siglo pasado, que se puso de moda en España que daba distinción social y clase alta el presumir de antidemocrático.

La España corrupta, incorrupta en la continuada milonga campera de las inexistentes hazañas bélicas en Lepanto, Trafalgar, El Callao, Cavite, Las Minas del Rif, y, tantas y tantas más que llenan los renglones de razones celestiales que nos asisten de continuo, cuando llega un acto esencial como el que ha concluido hoy mismo en el que se ha puesto de relieve la porquería que nos embarra en este país hipotecado, los políticos al servicio extraño al pueblo español, miran para otro lado, caso del Pesoe, o se ponen del lado rabiosamente, caso del Pepé y los facilones de Ciudadanos, de los que nos tienen hipotecados.
La gente de la calle no entendemos la razón por la cual el partido socialista español, que por un lado dice que está de parte de luchar contra la corrupción, desconocemos qué anillos son los que se caen al suelo si acompaña con su voto, en este caso a gente de izquierdas que, a lo mejor están deseando gobernar a España para conceder muchas medallas a las abundantes vírgenes milagreras que completan con creces nuestro santoral.
Produce tristeza la impunidad con la cual los políticos que pagamos todos los españoles se pasean ante las cámaras de televisión mostrando sus juegos letales de corruptelas, mientras que seguramente piensan que al otro lado de la cámara, que seguramente sustenta un operador contratado a tiempo parcial con un jornal mucho más menguado de cuando se comenzó a operar con tales aparatos, un pueblo entero tiene que ensanchar sus tragaderas para zamparse una información de que ellos son los amos, y nosotros unos menguados de intelecto que no comprendemos sus desvelos.
Suele ocurrir, así lo anota la historia verdadera, no la de las milongas, que las cosas más absurdas y de apariencia insignificantes, al final son los detonadores de asuntos que después y en su momento se pueden calificar como importantes y determinadores de días diferentes.
Hubo un tiempo, durante los años treinta en adelante del siglo pasado, que se puso de moda en España que daba distinción social y clase alta el presumir de antidemocrático; y así, con tal imbécil premisa, fue surgiendo un caldo de cultivo de gente que entendía que con el autoritarismo como dios manda, con despreciar las medidas populares democráticas, ellos se posicionaban en una esfera de distinción totalmente más beneficiosa para sus intereses particulares, y no les preocupaba lo más mínimo el conjunto social y su forma de pasar el día a día.
Existe una realidad en España, segundo país en vejez en la península ibérica después de Portugal, que ahora ningún hijo de fontanero, de médico, de profesor, de ingeniero, de albañil etc. etc. vive mejor que vivió su padre, aunque su padre no llevara un móvil en el bolsillo y pudiera hacerse una auto foto y ver su deterioro físico a diario.
Ante esa realidad que está ahí viva y coleando, de las Azores para acá, desde la reunión de los salvadores del mundo para acá, la única cifra que está en número de saldo en aumento son los vuelos de los bombarderos, los lanzamientos de bombas y el dinero de unos muy pocos; pero nadie, o muy pocos, decimos algo al respecto, porque los medios de comunicación, un estamento que en términos generales lleva camino de ser un gremio menor de pluriempleados por aplaudir lo que no se debe de aplaudir bajo ningún precio, hacen como ha hecho el Pesoe hoy: decir no pero si.
Probablemente el “barrigazo” social que representaba en la España del 1.930 en adelante ser antidemocrático, llevó, en un país lleno de incultura, a que se hicieran una piña todos los antidemocráticos en contra de todo lo popular; Y, probablemente lo que nos está llevando a límites de una pobreza global mientras agotamos los recursos del planeta para convertirlos en basura, sea el detonante que nos lleve a realizar inconsecuencias que todo el mundo barrunta, pero son calladas y silenciadas salvo en muy raras excepciones.
España está caliente de una moción de censura no contra su gobierno de corruptos y corruptelas, sino una moción de censura contra todos los españoles que vamos de mal en peor; pero, por el momento, al margen de comprobar el grado de infantilismo que impera entre los que deberían de ser gentes liberadas de idioteces, prevalecen los apósitos bonitos ante la necesidad que todos hemos visto de que España está hundida, acabada, que va a peor sin que ningún recurso fundamental se haya mutilado por si solo.
Hoy es un día triste para todos los españoles porque absolutamente todos hemos visto y hemos sido informados de que somos más corruptos de lo que nos creíamos, y que, a pesar, no se han tomado medidas ni se van a tomar para que el débil, los menos pudientes, salgamos favorecidos y potenciados hacia un devenir diferente de la involución en la que alegremente estamos caídos y felices con estar así.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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