La discriminación de la memoria italiana de Andalucía

La capilla de la nación genovesa de la catedral vieja de Cádiz, ciudad que contó con dos cofradías de genoveses; o la calle Placentines (gentes de Piacenza) y la lonja de los genoveses de Sevilla, donde pululaban también multitud de florentinos, milaneses y napolitanos, son recuerdos vivos de una Andalucía que no se muestra ni a propios ni a extraños. Parece que eso no vende mucho para el turismo.

No deja de escamar esto cuando, sin hablar del Imperio Romano, desde que Fernando III el Santo reconquistó el Valle del Guadalquivir, encontramos población italiana numerosa y estable en la Andalucía atlántica. Con los siglos, numérica, social y culturalmente los italianos fueron importantísimos. No sabemos si ello está relacionado con que en ciertas partes de Andalucía se dé coincidencia genética especialmente con el norte de Italia. No en vano dicen que Cádiz es una de las provincias españolas con mayor proporción de apellidos de origen italiano. Empero, ¿por qué no se investiga sobre el tema? Hasta filológicamente; a saber, ¿a alguien le ha dado por fijarse entre las curiosas coincidencias del dialecto romanesco y del habla andaluza occidental? Asimismo, ¿por qué el estado no financia documentales para que sean emitidos en las televisiones públicas? Porque sí que se han hecho muchas de estas cosas sobre gitanos, negros o moriscos; y no es que sea algo malo. De hecho un servidor reivindica siempre que puede el papel de los negros y en especial frente a las teorías “gitanistas”/puristas/racistoides de flamenco; teorías que afortunadamente, ya caen por su propio peso. Pero reitero: ¿Por qué se discrimina sistemáticamente a los italianos?

Tampoco parece haber mucho interés por los armenios de Cádiz. O por la numerosa presencia portuguesa y francesa en Sevilla. O también a las dos comunidades inmigrantes que pulularon con importancia a lo largo y ancho de la Monarquía Hispánica especialmente desde los siglos XVI al XVIII: Griegos e irlandeses.

Quizá sea yo muy mal pensado, ¿pero será que tal vez los italianos (así como armenios, franceses, griegos, irlandeses o etc.) no encajan como “concepto de clase social marxista” y los otros sí que se pueden colectivizar como tal? Como con eso del pensar mal se acierta, me atreveré a decir (aun a riesgo de que la brutal censura progre me señale), que la discriminación de nuestra memoria italiana se debe a que, en el marco andaluz, se está utilizando a los negros como antaño se utilizó a los gitanos; esto es, como sujetos políticos a colectivizar según la moda/conveniencia hippie-progre. Y así, el “marxismo cultural”, ya alejado de los intereses de los trabajadores, bien afincado desde sus laboratorios intelectualoides, se reinventa de formas cada vez más ramplonas; ayudando, eso sí, a toda nuestra autodestrucción con sus imposiciones, maniqueísmos y fariseísmos.

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