La conquista británica de España, XI

En mayo de 1815 Simón Bolívar se refugió en Jamaica, tras la derrota de la Segunda República venezolana

 
“Jamaica, principal estación británica en el Caribe, era al mismo tiempo epicentro y refugio de las fuerzas “patriotas” en el norte de América del Sur, América Central y México” , y es ahí donde redactaría la famosa carta a la que hemos hecho referencia más arriba. En esa carta, además de un discurso lleno de las falsedades señaladas, Bolívar no dejaría de señalar el camino de la sumisión a potencias extrajeras cuando en la misma señala:

“Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional.”

¿A qué nación liberal se refería? Pero es que en su carta de Jamaica ya señala Bolívar la implantación de la voluntad británica, a la que servía; lo apunta cuando apuntala la idea británica de trocear América en naciones “independientes” que favoreciesen el control británico del continente:

“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; más no es posible porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América.”

Su dependencia de Gran Bretaña y Francia la deja patente en el discurso de Angostura de 15 de febrero de 1819 donde señala

“encontramos la Inglaterra y la Francia, llamando la atención de todas las naciones, y dándoles lecciones eloqüentes, de todas especies en materias de Gobierno. La Revolución de estos dos grandes Pueblos como un radiante metéoro ha inundado el mundo con tal profucion de luces políticas, que ya todos los seres que piensan, han aprendido quales son los derechos del hombre, y quales sus deberes.”

Ese discurso, señala Pedro Grases, fue publicado también en inglés: “el 18 de marzo estaba en prensa la versión inglesa debida a James Hamilton. Lo atestigua Francisco Antonio Zea en la carta que dicho día dirige a Bolívar, desde Angostura, en la que le manifiesta: «El discurso de U. en inglés se está imprimiendo ya. Mr. Hamilton, aunque resentido con U. a causa de la repartición de mulas, ha puesto su nombre en la traducción y cree que producirá en Inglaterra un grande efecto. Por esto se le ha dado la preferencia para la impresión, antes que otro haga por las gacetas una mala traducción. Va a remitirlo al Duque su amigo.»
La prensa inglesa añadió este comentario: “La lectura cuidadosa de estas páginas, por una parte demuestra con cuan liberales e ilustrados principios continúa aplicando el Jefe Supremo, Bolívar, el poder que le ha sido confiado. También prueba, al mismo tiempo, que el gobierno independiente ha alcanzado tal grado de estabilidad, que no solamente promete el rápido triunfo a los amigos de la humanidad y de la justicia en el Nuevo Mundo, sino que garantiza la perspectiva de realizar las esperanzas, tan justamente previstas por los intereses comerciales de ese país, en cuanto a las principalisimas ventajas que han de derivarse de su independencia, al ser finalmente reconocida».
Gran servicio el que le hacía la prensa inglesa, y eso, la capacidad de tener prensa al servicio del separatismo era una cuestión que los británicos se esmeraron en alimentar en el espíritu de sus agentes americanos, llegando a crear en ellos una honda preocupación por el asunto, que pronto vino a ser resuelta por ellos mismos, como no podía ser de otro modo.
Así, en 1817, Bolívar se hizo con una que llevaba un rótulo: “The Washington Press”, que sería manejada por el inglés Andrés Roderick, ayudado por el también inglés Thomas Taverner. En 1821 Roderick cedería el puesto al también inglés Thomas Brandshaw, y éste a Guillermo Burrell Stewart. Quién sembró esta inquietud no fue otro que James Hamilton, el mismo que tradujo y divulgó el discurso de Angostura; era Hamilton, según Grases, “comerciante inglés establecido en Angostura desde abril de 1818. El gobierno le concedió en arrendamiento extensas tierras en Cuasipati y en otros territorios de Misiones y le confió además algunos encargos en las Antillas para conseguir elementos de guerra y vestuario para los ejércitos patriotas…/… Partidario de la liberación americana, desempeñaba Hamilton una suerte de agencia oficiosa en relación con Inglaterra. La Traducción del Discurso de Bolívar fue hecha por su propia iniciativa. Los asuntos comerciales y de explotación agrícola y ganadera de Hamilton suscitaron frecuentes reclamaciones, de que se habla en diversas sesiones del Congreso de Angostura.”

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