La bases yanquis y las catedrales españolas

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La definición antigua de “guerra en su sentido técnico es aquel conflicto social en el que dos o más grupos humanos, tribus o naciones se enfrentan de forma violenta…”. Ya, desde que las religiones le soplaron al oído a ciertos países, primero a España, después a Inglaterra y, posteriormente, a EE.UU. de la gran ventaja de vivir del poder de las armas y que labren y caven otros, el mundo y sus tromperos siguen dando la tabarra con lo del honor y lo grandioso que resulta que te despanzurren por la patria.

Y la patria, actualmente en países derrotados como España, no es un conglomerado de personas que se mueven dentro de un espacio geográfico, afectados por unos intereses comunes. Nada de eso; ni mucho menos, y a las empresas de armamento y a los vendedores de armas a comisión, por poner un ejemplo, les importan tres pijos y medio que la gente vaya descalza, que se le sequen las tripas de no comer, o que salten en pedazos por culpa de una mina mata pobres.

Dentro de Europa, cuando todavía no se han enfriado los incendios de las bombas que asolaron a Siria al completo (por nombrar un país de los muchos), con un número incalculable de muertos y miserias aplaudidas por los “buenos”, las empresas inglesas y de EE.UU. que necesitan una guerra cada día fuera de sus ciudades, tienen siempre activas mucho más de un millar de empresas privadas, particulares, preparadas para la guerra moderna.

Y ese empresas privadas militares, que alquilan sus mercenarios para la guerra que sea, y pagan las armas que poseen de todo tipo y maldad en gran escala, según el modelo comercial actual de pagar un alquiler mensual por ello, cobrándolo a mes antes del mes vencido a los honrados gobiernos que controlan las grandes democracias del mundo de la santa y bendecida tipología de EE.UU. e Inglaterra.

Pero, en el caso actual de España, las bases militares del tipo de la Rota, cuando son usadas sus instalaciones o polvorines por parte de la citadas empresas privadas de guerra, le tienen que pagar un arriendo de utilización a los EE.UU, (a España no. España pone la cama de gratis, lo mismo que para las catedrales pone el terreno).

Y en vez que sepamos las tremendas sinvergonzonerías que envuelven las guerras modernas que ya son privadas y no nacionales, esa es la razón de que ya, los comemieldas de sus trompeteros, en España estén publicitando las grandes ventajas que significa que el gas, la electricidad, la energía en general, los alimentos, gracias a la guerra se pongan a precio irrisorios y, especialmente, al alcance de las manos de viudas, viudos y huérfanos, que la patria Inglesa y los EE,UU. necesitan para cubrir sus fascismos buenos.

El fascismo, que como el colesterol, para la infantil y estúpida milonga de la ONU, existe el fascismo bueno redentor y salvador mundial (el sajón), y el otro fascismo, malo, a machacar y destruirlo pero llevándose para Inglaterra y EE.UU. las grasas de sus recursos, es algo que en otros países aceptan con mucho cabreo y mala leche y porque no tienen más remedio que joderse; pero que en la España actual derrotada, te lo vendan como la salvación mundial, es para mandarlos (los mando) al puro carajo.

Nunca las guerras han sido honoríficas y todas se han desenvuelto dentro de los mismos parámetros de gentes que quieren vivir a costa de otros; y que esos otros pongan los muertos si hace falta.

Por eso, Inglaterra y EE.UU, atendiendo los mismos sabios consejos que el clero desde el siglo XII está, y sigue, le dio a los españoles sobre la guerra y el dios verdadero; ahora el capitalismo religiosos empresarial actual, dueños de la economía del mundo, herederos de las bárbaras y destructoras formas del mal denominado Imperio Romano, no cesan de alquilar mercenarios y tenerlo preparados para matar.

Y España, un país ya derrotado, que una vez que has perdido toda dignidad nacional, ya no sabes ni lo que significa algo así, está aplaudiendo a rabiar y sin salirse ni por un segundo del guión que le han dado para que nos lo digan y repitan a nosotros, sus dóciles.

En las catedrales ponemos el terreno y el mantenimiento, pero la recaudación enterita va para el clero. Y lo mismito ocurre con las bases militares.

Y a la hora de sopesar ambos negocios, los dos solo pueden autorizarlos comemieldas; pero en el de la guerra tiene otros adjetivos más antiguos y conocidos, al tiempo que despreciados.

Salud y Felicidad sin covid-22. Juan Eladio Palmis

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